“¿Ya me encontró a mi madre Luz Stella?”

02 Enero, 2021

Por ALEJANDRO MUÑOZ GARZÓN

Lucia fue una de tantas niñas llevadas al extranjero recién nacida y de manera soterrada por una casa de adopción en Bogotá, a la que irónicamente ella todos los años sigue aportando económicamente en agradecimiento por haberla puesto en manos de una familia adoptiva en Holanda, de la cual se emancipó a los 17 años cuando se obstinó de manera enfermiza por encontrar sus raíces y desde entonces se puede decir que vive seis meses en Colombia y seis meses en el resto del mundo.

Conozco a Lucia desde que cumplió sus 20 años, es decir, hace 17 años. Era el 4 de enero de 2003 cuando fui invitado por Liliana una adoptada a la que le acababa de encontrar toda su familia biológica que quería agradecerme con un asado el gran logro de poder abrazar a su madre biológica y a seis hermanos con los que de manera especial logre integrarla afectivamente. Y allí estaba Lucia, amiga de Liliana. Venía a cerciorarse con sus propios ojos que todo era real. Recuerdo que al verla repartir abrazos efusivos a su llegada, quise hacer lo mismo y me puso sus dos manos en el pecho y me dijo en tono agresivo: ¿“Usted quién es marica? No lo conozco” y una vez varios de los asistentes le resolvieron todo su cuestionario de dudas; quiso saludarme de mano, saludo que no pude responder pues me acababan de dar un plato plástico lleno de carne asada, mazorca, papas saladas, plátano maduro y guacamole y en mí otra mano llevaba un espumoso refajo en jarro grande esmaltado.

Aquel día, la misma Liliana me dijo en voz baja que era mejor que no hiciera ninguna clase de investigación para Lucia pues era una mujer a extremo ansiosa y muy desconfiada, esquizofrénica y llena de traumas, delirios y no sé cuantos desajustes psicológicos más. Incluso supe por otro adoptado a quien también le encontré su familia biológica, que Lucia tenía problemas sexuales y que a él y uno de sus amigos los había puesto en problemas con algunos comentarios que ella hizo públicos por internet, por el simple hecho de no querer participar en una de sus fiestas nocturnas.

Lucia trató por todos los medios de abordarme para lograr una cita conmigo, la cual afortunadamente para mí, nunca se pudo confirmar. La encontré casualmente en varias reuniones de las cuales, recuerdo haberme tomado una foto con ella. Otra vez al llegar a mi oficina, mi secretaria mi sorprendió con un regalo que me habían dejado la tarde anterior. Tenía una tarjeta: “con amor, Lucia” y era una camisa que incluso no era ni de mi gusto, ni de mi talla; entonces, dije a uno de mis asistentes que la llamara y le dijera diplomáticamente que se llevara la camisa, lo cual hizo Lucia varios días después, cuando me espero varias horas, pero mi secretaria me alerto vía beeper y decidí irme a mi casa.

Días después entre a una cafetería en Unicentro y me disponía a degustar mi café, cuando recibí sorpresivamente una palmada en la espalda que me hizo quemar la mano con la caliente bebida y al mirar quien me saludaba de tal manera, era Lucia; quien no se dio ni por enterada de lo que acababa de hacerme y al despedirse me dio una palmada en la cara diciendo: “por hacerse el loco y no ayudarme a encontrar a mi mama.”

Semanas mas tarde llegaba a mi oficina de manera sorpresiva una pareja de europeos, algo nerviosos pero amables y en un muy fluido español Ronden y Maryam me comentaron que eran los padres adoptivos de Lucia y que habían venido a visitarla pues estaba internada en la Clínica La Magdalena pues padecía de serios desajustes emocionales y psicológicos y para empezar me preguntaron:”¿Es cierto que usted se va a casar con Lucia?”.

Sorprendido les dije que no, les mostré mi hoja de vida, mis libros y mi vida familiar. También les conté que ella se había tomado una foto conmigo, el incidente de la cafetería y ellos simplemente escucharon y dijeron al final de mi airado monólogo:

No se preocupe. Conocemos suficientemente a Lucia y sabemos de todo lo que es capaz. ¿Usted podría ayudarnos a encontrar a la madre biológica de Lucia?

Y conteste enfáticamente:

Sí. Pero con una condición. Si la madre biológica de Lucia tiene más problemas que los que tiene su hija adoptiva. Dejamos allí el asunto.

Los padres adoptivos de Lucia dejaron en mi oficina todos los documentos para iniciar la investigación y dieron un aporte generoso para que se empezara lo antes posible el proceso.

Un año mas tarde, tras descartar doce mujeres llamadas Luz Stella Castellanos pude darme cuenta que el nombre de la madre biológica no era real.

Entonces decidí investigar la huella que aparecía bajo la firma de Luz Stella. Con expertos en rastreo dactiloscópico logre saber que aquella huella era de una mujer trabajadora en oficios generales en una entidad del estado y me dispuse a visitarla.

Aquella humilde mujer me dijo:

Yo estaba recién llegada del campo y me recibieron interna en una casa del barrio Santa Isabel, donde vivía una muchacha demasiado loca, todo el mundo le decía “mona”, era sobrina de los patrones y dicen pues a mí no me consta, que era prostituta de esas finas. Lo cierto es que varias veces la vi borracha y como drogada. Me llevaron a cuidar una casa de ellos y atenderlos en Girardot y cierto día el patrón me trajo y me dijo que tenía que entrar a una casa para entregar un bebé. Así lo hice, cogí el bebé y al entrar un doctor me lo quito y otro de corbata me hizo firmar y poner la huella. Mi patrón me había dicho que escribiera Luz Stella Castellanos y así lo hice. Me dieron un sobre y me fui. Unas cuadras más adelante el patrón me recogió en el carro, yo le entregue el sobre y él me dijo que eso era para mí. Recuerdo que había 120 mil pesos, que fue los que me sirvieron para comprar el lote y empezar a construir mi casa.

Para resumir la historia, lo único que aquella humilde mujer recordaba era el nombre de su patrón un comerciante de esmeraldas, quien fue asesinado en una asadero de pollos en el 2.008 por su cuñado. Entonces decidí aprovechar una de mis visitas a centros carcelarios y allí pedí cita con el interno al que le comente el caso y de manera fría y muy serena me dijo:

Pues, “La Mona” Se llama Luz Stella Rodríguez. Con ella yo tuve un hijo que cayo en drogadicción y lo mataron en una pelea por una moto. A ella la consigue en los prostíbulos del centro por los alrededores de Telecom. Y me mostró una foto que mantenía en su cartera a la cual pude tomar una foto e iniciar el rastreo.

Puerta a puerta conversando con sus amigas de oficio, por fin un miércoles una de ellas me hizo entrar a uno de esos zaguanes impregnados a olor de cigarrillo, cerveza y perfume barato y me dijo:

Vea periodista, no se meta en problemas. Luz Stella es una mujer muy desconfiada, es esquizofrénica, esta llena de traumas, tiene no sé cuentos delirios y no sé cuántos desajustes psicológicos más. Estará tan loca que ahora quiere mandarse operar para que la vuelvan hombre.

Casi con las mismas palabras que Liliana me describió a Lucia años atrás. La mujer pintarrajeada y a medio vestir, tras pedirme para su vicio muy resuelta grito:

Luz Stella soy yo. Y no quiero saber nada de hijos de la mierda. ¿Me entendió, periodista?

Con estos testimonios grabados y fotos que pude lograr de esta investigación, entregué un suficiente y detallado informe a Ronden y Maryam, los padres adoptivos de Lucia, con quienes acordamos cerrar el caso definitivamente.

Irónicamente y casi que coincidencialmente, pocos días después de haber encontrado a Luz Stella la madre biológica, perdida en el mundo del vicio y la prostitución, Lucia me llamo desde el Perú donde ahora aventura con un amigo adoptado y me dijo:

Hola, hijueputa, ¿ya me encontró a mi madre Luz Stella?