Setenta y cinco navidades esperando abrazar a su madre

25 Diciembre, 2020

Por ALEJANDRO MUÑOZ GARZÓN

Acabo de encontrar a Elvia Meneses, una mujer que justamente cumplió hace unos días 99 años de edad. Permanece abandonada en un albergue de caridad, viviendo en condiciones precarias; sin agua, sin luz y sin comunicación telefónica en San Fernando, Estado de Apure en Venezuela. Casi con el mismo silencio y oscuridad, su hijo Ricardo Meneses, el mismo que la ha buscado toda su vida, hoy con 76 años de edad espera poder conocerla y abrazarla encerrado en una húmeda pieza de campo en Santander, donde permanece aislado ante los rigores de un posible contagio por el peligro que ofrece hoy la pandemia del Coronavirus en el territorio de Colombia.

     En estos tiempos del "nuevo orden mundial” donde los que manejan o manipulan el mundo y obligan a pagar impuestos en medio del caos, la corrupción y la pandemia con el discurso político que asegura que no esta pasando nada pero que se debe seguir votando en medio de la corrupción desenfrenada; don Ricardo esta vez no se lamenta por no haber podido ir hasta la iglesia de su pueblo, donde por 75 navidades ha pagado misas, prendido velas, rezado plegarias, cantado villancicos y dado limosnas puntuales; porque sus ruegos para encontrar a su madre desaparecida cuando él tenia un año de edad, tampoco han tenido respuestas parroquiales, confirma don Ricardo en tono de enfado:

     “Toda esa platica que le di a los curas de mi pueblo se perdió, nadie me ha dado razón chica ni grande de mi madre...”.

     Y es que nadie entiende lo que esta pasando, ni el mismo don Ricardo con toda la fe que ha demostrado durante estos tres cuartos de siglo en espera, tienen explicación para esto que los estudiosos modernos se han quemado las pestañas para bautizar como el Nuevo Orden Mundial, el mismo que la poetiza y periodista vallecaucana Teresa Consuelo Cardona resume coloquialmente así:

     "La gente no entiende que lo que estamos viviendo no es NUEVO. Lo que estamos viendo, la miseria que ahora nos salta a los ojos empañados de lágrimas por el confinamiento, contagio y muerte de personas, se ha venido dando desde los años 70, cuando se puso en ejecución el neoliberalismo. Miles de personas perdieron sus viviendas, y millones empezaron a padecer hambre, desplazamiento, y tuvieron que salir de sus países en busca de oportunidades económicas, aun renunciando a su carrera académica…".

     Y propósito de carrera, eso es lo que estoy haciendo ahora mismo, corro para lograr reunir a Elvia con su hijo Ricardo, a quienes el padre de la criatura separó sin miramientos, ni reparos de ninguna índole, en tiempos donde las mujeres eran propiedad de los hombres, quienes “tenían derecho”, incluso concedido por los curas; para hacer con ellas los que les viniera en gana. Fue tanto el impacto que sufrió Elvia por la forma como le fue arrancado su hijo Ricardo, que la mujer se dedicó toda su existencia a buscar a su hijo, con el antecedente que “echaba camino” a donde la gente sin escrúpulos y sin corazón para burlarse de ella, le decía que se fuera hasta tal sitio que allí encontraría a su hijo y echaban a reír, mientras Elvia emprendía camino.

     Así llegó a Venezuela y el resto es cuestión de imaginarse en medio de la xenofobia sufrida 60 años atrás cuando un colombiano llegaba a Venezuela en busca del sueño petrolero, donde ríos de leche y miel inundaban las arcas del país próspero y rico a donde se arrimaron miles de nuestros paisanos a limpiar pisos, hacer mandados y criar proles enteras de venezolanos en medio de la abundancia y la desidia de los patrones hacia el jornalero colombiano.

     Mientras Elvia se alejaba más y más en kilómetros y en tiempo de su hijo Ricardo, tanto Venezuela como Colombia vivían cada una a su manera el Neoliberalismo, eso que hoy nos quieren “vender” como Nuevo Orden Mundial, del que nuestra colega Teresa Consuelo resume en una de sus pláticas:    

     “Mucha gente cree que la sociedad es una sola, a imagen y semejanza del neoliberalismo. Es decir, gente amontonada en ciudades, desplazándose en servicio de transporte privado, pagando servicios básicos privados, comprando en supermercados privados, estudiando en colegios y universidades privadas, consumiendo lo que les digan, adquiriendo deudas impagables en bancos y corporaciones privadas. Y si quieren salir de su encierro, deben pagar peajes a empresas privadas que cobran por malas carreteras, y pagar en resorts privados para ver los árboles florecer o las aves en libertad, o adquirir unas vacaciones que pagarán toda su vida, para subirse a un yate privado. A eso el neoliberalismo le llama libertad.”

     Libertad que yo me he tomado y he regalado la investigación total de la búsqueda de Elvia Meneses, proceso salpicado de gran dificultad documentaría; la cual me tomó casi tres años para ubicarla en Venezuela donde permanece interna y sin hablar con nadie y ahora sí mi libertad económica y con la ayuda de algunos cuantos benefactores, estoy dispuesto a regalar mis gastos para ir hasta Venezuela a encontrarla. Pero además, tengo que reunir fondos para viajar con dos personas hasta San Fernando de Apure que queda a 26 horas de camino en bus desde Cúcuta, sacar a la señora Elvia del albergue y traerla al abrazo con su hijo hasta Bucaramanga, Colombia; donde puedo entregársela después de hacer un recorrido de dos o tres días dependiendo de la salud y el cansancio de la anciana mujer.

     Mientras espero la ayuda solidaria de quienes me quieran apoyar en esta aventura de reunir a madre he hizo separados por 75 años, no dejo de recordarles que estamos viviendo un deterioro que no es nuevo, viene creciendo desde hace más de 50 años como lo puntualiza Teresa Consuelo: “ ..Con Covid o sin él, la precaria situación de los ciudadanos sería la misma. Lo terrible del modelo es que encuentran métodos para ocultar su deterioro, y poder culpar a otros. La mejor herramienta del neoliberalismo es, posiblemente, la publicidad, que se encarga de desdibujar la realidad con una creada (y falsa) sensación de bienestar, que nos impide observar detenidamente las cifras que engrosan las estadísticas de pobreza. Romantiza la miseria y la privación, bajo la idea de la fe. Trivializa el desempleo, bajo la forma del emprendimiento. Ataca el pensamiento, bajo la noción de repudiable subversión. La publicidad se encarga además de hacer mofa de la realidad alentando la hipocresía. Así las cosas, el "Nuevo Orden Mundial" es viejísimo, nació antes que muchos de los que lo padecemos.”

     Creo profundamente que Teresa Consuelo Cardona tiene razón  en sus reflexiones y me identifico plenamente al dejarles mi propia reflexión: Mañana cuando haya nacido el Niño Dios, toda la publicidad con que nos han vendido el amor, la solidaridad y la unión para vender regalos, quedará amontonada en canecas de basura y ya no serán fino papel de regalo, costosas tarjetas, cintas, moños de adorno, cartón, icopor, plástico y decorados, sino material de desecho y reciclaje, un 30% de los regalos no gustarán, saldrán dañados o simplemente no serán utilizados por sus nuevos dueños; mientras más de las tres cuartas partes de los niños no recibirán un juguete, ni sonreirán y miles de adultos pasarán su navidad solos y muchos de ellos se acostarán antes de la media noche, sin comer nada, por la absoluta pobreza y soledad. Elvia y Ricardo solo desean un solo regalo:  necesitan ese abrazo que les debe la vida desde hace 75 años...

     Si usted quiere ayudar para que Elvia y su hijo Ricardo se reencuentren, se conozcan y vivan una ínfima gota de felicidad a través de un abrazo que ha esperado 75 años, les agradezco de corazón su aporte a la Cuenta de Ahorros BANCOLOMBIA No. 207-558 4122-4 a nombre de ALEJANDRO MUÑOZ GARZON CC. No.19.266.530 de Bogotá y cuéntenos por el Inbox de LA NUEVA PRENSA de su aporte para mencionarlo en el listado de benefactores cuando publiquemos el reencuentro.