Maluco también es bueno

26 Agosto, 2020

Por ADRIANA ARJONA

Hace pocos días, tal vez tarde ya que por estos días las noticias cambian por segundo, alguien compartió conmigo dos cartas que Carlos Lehder le envió a sus amigos para contarles la noticia de su liberación.

“QUICIERA QUE PENSARAIS QUE VUESTRO COMPANERO CARLOS; FUE EXPULSADO DE COLOMBIA POR LA ELITE POLITICA BOGOTANA EN 1987, Y QUE CUANDO FUI ENCARCELADO EN CONFINAMIENTO SOLITARIO EN LA PENITENCIARIA DEL IMPERIO MAS PODEROSO Y NEGOCIADOR DE LA TIERRA; USA; ESA MISMA NOCHE ME QUEDE PROFUNDAMENTE DORMIDO:; Y VINE A DESPERTAR HACE 20, DIAS CUANDO POR CITOFONO TIMBRANTE ME INFORMAN TIENE 15 MINUTOS PARA ALISTARSE; SU ESCOLTA DE DEPORTACION ESTA AQUI CON UNA CARAVANA DE VEHICULOS BLINDADOS: EL PAISA NAVEGANTE ENTIENDE QUE "CUANDO LA CAUSA ES JUSTA; MALUCO TAMBIEN ES BUENO:"

Las dos misivas están escritas así: en mayúsculas, con todos los errores ortográficos y gramaticales posibles, tono desprevenido, hasta chistoso, y lenguaje pintoresco. Maluco también es bueno, dice. Y se queda uno pensando: ¿será que sí?

Después de leer las dos cartas por primera vez sentí que eran panditas. Tal vez, demasiado panditas para alguien que ha pasado tanto tiempo en confinamiento solitario. Fueron muchos años, los de Jesucristo: 33. ¡TREINTA Y TRES! Suficiente tiempo para vivir, padecer, enloquecer, vituperar, maldecir, morir en vida y hasta resucitar.

Sospecho que los que salen de prisión después de tanto tiempo experimentan algún tipo de resurrección. No quiero decir, por supuesto, que todos los que cumplen su sentencia salen de la cárcel siendo mejores, más puros, limpios de pecado, listos para elevarse a los cielos. Claro que no. Muchísimos salen con el villano más vivo, con el odio borboteando en el alma, paupérrimos (excepto ladrones como los de Interbolsa), resentidos con el mundo y frente a un panorama que les ofrece pocas oportunidades. Acaso ninguna (excepto a ladrones como los de Interbolsa).

Como sea, Lehder suena a resucitado. Resucitado, animado, contento, orgulloso de su segunda patria, Alemania, respaldado por “LA MUY SIGNIFICATIVA CLAUSULA QUE PROHIBE EXPRESAMENTE LA EXTRADICION DE CIUDADANOS ALEMANES ! NNOO EEXXTTRRAADDIICCIIOONN:!”. Es fácil imaginarlo como un niño, feliz, saltando en una pata, muerto de risa, sintiendo que le ganó al tiempo, al encierro, al solitario, a la solitaria. Pero, eso sí: “CONFIESOLES QUE NO VOLVERE A "JALARLE EL RABO" AL GOBIERNO DE WASHINGTON, ESTAMOS EN MUTUA Y TOTAL PAZ: NI ME DEBEN NI LES DEBO:”. Nadie quiere volver a una cárcel gringa. Menos aun desde que privatizaron el sistema carcelario. Las prisiones en Estados Unidos ahora son complejos industriales que manejan ganancias exorbitantes al año; los centros de confinamiento y correccionales pasaron a ser negocios lucrativos en donde los presos son tratados como esclavos de una cadena de producción. Pero, ¿tendría que enfrentar Lehder alguna condena en Colombia?

Oscar Arroyabe, el abogado del capo, habló con El Tiempo en Vivo y aseguró que su cliente no tiene ningún proceso en Colombia. Evidentemente, Lehder no quiere volver a la cárcel en Estados Unidos y mucho menos querría tener una sentencia en una prisión local: las cárceles de Colombia son lugares horrendos donde hacinan a seres humanos como si fueran cosas, y los tratan como si con la privación de la libertad se les negaran, de manera automática, todos los demás derechos. Las cárceles han demostrado ser una aberración inútil y sin garantías en cuanto a resocialización y reeducación. Son incontables los estudios que así lo demuestran. Pero, entre dormir tirado en una colchoneta, o en una hamaca tipo camarote triple en un corredor y teniendo que pagar para que nadie lo chuce por la noche, una cárcel en Estados Unidos suena a que maluco también es bueno.

Releo sus cartas y, si bien me siguen pareciendo coloridas, observo que los textos no son tan panditos como inicialmente juzgué. Un ejemplo: el Covid-19 nos ha exigido el aislamiento (no en solitario, necesariamente), el uso de tapabocas (no de esposas de pies y manos), y el lavado frecuente de manos (Lehder, aunque hubiera querido, no se las pudo lavar). En estos pocos meses, a pesar de que hemos podido salir a la calle de vez en cuando, ver cada tanto a nuestros familiares y amigos, aunque hemos tenido acceso a comunicación, internet, celular, etc., ya estamos experimentando síntomas de desesperación por el encierro. Sorprende que, en sus cartas, Lehder no se queje ni una sola vez de las condiciones de su confinamiento, ni de la incomunicación o de recibir tan poco sol al día. Me parece sospechosísimo tanto positivismo. Casi envidiable. A mí no me dieron de eso en la repartición de optimismo. Por un dolor de espalda he querido ser un unicornio, es decir: no existir.

Por ahora, Lehder no reniega por nada de lo que vivió. Se queja, en cambio, por el proceder de una de sus hijas, la que ha hablado con la prensa, la que no le hizo caso, la hija a quien niega dos veces en la misma carta. Habla de “LAS RECICLADAS ENTREVISTAS QUE DA MI LLAMADA HIJA MONICA L:G:” y añade: “HACE ANOS LE PROHIBI EL QUE DIERA ENTREVISTAS ;;;PERO ELLA SI NO OBEDECE AL SER QUE ELLA ALEGA SER SU PADRE; (…)”.

Alguna vez vi la entrevista que le hizo Vanessa de la Torre, de Noticias Caracol, a Mónica Lehder y Jorge Lara, quienes ahora son amigos que dan ejemplo de reconciliación, pues la vida los unió de manera trágica: el Cartel de Medellín mandó a matar a Rodrigo Lara Bonilla, quien, a su vez, había firmado la extradición de Carlos Lehder. Ella habla con amor de su padre. Contrasta de manera impactante con el tono que él maneja en sus cartas: le faltó solo una vez para alcanzar a Pedro, que negó tres veces su vínculo con Jesús.

De nuevo se me aparece Jesús en esta historia. Primero los treinta y tres años, y ahora la negación. Jesús, ¿estás ahí? ¿Estás? ¿No? Me lo suponía. Pero en las cartas de Lehder, Jesús sí está: “PARA TODOS VOSOTROS Y AGRADECIENDOLE A NUESTRO DIOS JESUCRISTO POR LA GENEROSIDAD QUE HA TENIDO DE DARNOS NO SOLO GENIALES FAMILIAS UNA GRAN SALUD Y ESPLENDIDA LONGEVIDAD: ; SINO TAMBIEN UNA SUERTE INMENSA ANTE LOS OBSTACULOS TERRENALES:”.

Alguien que pasa todo ese tiempo en confinamiento solitario y todavía tiene de dónde sacar ánimo para dar gracias por la salud (a pesar de que su hija Mónica -otra vez, carajo- le contó a Semana en Vivo que superó un cáncer de próstata y enfrenta uno nuevo ahora) es digno de admiración. Alguien que saca fuerzas para dar gracias por la familia que no ha podido ver en 33 años, da ganas de componer un bolero. Una persona que da gracias, también, por la longevidad, o sea, por llegar a viejo así fuera en prisión, da… No sé qué me da. Siempre me ha costado entender esa fascinación de algunas personas por llegar a la vejez. En alguien libre es más comprensible. Pero si me condenaran a 33 años de prisión quisiera desplomarme por muerte súbita al perder la última apelación. Más si me toca pagar la pena en Colombia. Aquí, maluco es maluco. ¿Qué tal que vaya alguien a ofrecerle a uno ayuda humanitaria a cambio de un falso testimonio?

Indiscutiblemente, el hombre es firme y coherente con su filosofía: maluco también es bueno. A sus 70 años, está contento de salir, con el pelo engominado y su corbata azul, en la foto de su identificación alemana; da gracias por la salud que no tiene; se siente suertudo ante los problemas de la vida; invita a sus amigos a que lo visiten en el país más poderoso de Europa; y hasta planea volver a “EL EDEN”, cosa que debe poner nervioso a más de un testaferro. En esos casos es cuando la gente dice: “como pasa de rápido el tiempo, ¿no?”.

Dicen algunas gentes que desde que Carlos Lehder entró al negocio del narcotráfico, su padre dejó de hablarle. No puedo asegurarlo. No tengo manera de confirmar si hubo una ruptura tan total. Más allá del rumor que manejan personas que los conocieron, Lehder asegura haber pensado mucho en su padre y encontrar consuelo en su memoria: “RECUERDO A MI PADRE MUCHO; ESPECIALMENTE EN LOS TRANSITORIOS MOMENTOS DE SOSOBRA EN EL PLANETA CON REJAS; PUES ME DABAN VASTANTE MORAL POSITIVA . YO CURIOSO LE PREGUNTE DE NINO A MI PADRE; PAPA; SI ESTUVISTE EN VARIOS PAISES ANTES PORQUE TE QUEDASTE A VIVIR EN COLOMBIA ? Y MI PADRE CON; SU METALICO ACENTO ALEMAN ME RESPONDIO "HIJO; PORQUE EN COLOMBIA NO HAY PENDEJOS":.

Lo anterior confirma, de manera casi científica, que la filosofía fue pasada de padre a hijo: el que piensa que en Colombia no hay pendejos tiene que estar convencido hasta el tuétano de que maluco también es bueno.

Colombia, tierra querida, país donde no hay pendejos, solo gente que defiende el legítimo lema: “el vivo vive del bobo”. No hay pendejos, solo banqueros y hombres de negocios, gente divinamente, que nos han llevado a ser el país con mayor desigualdad en el mundo. Cero pendejos en Colombia: solo corruptos que agarran su tajada porque “igual si no la cojo yo, la coge otro”. ¿Pendejos? No, no, no, no. Solo gente que plantea el justo negocio de un voto por un tamal, o por una camiseta. ¡Hasta les dan a escoger!

En Colombia, nada de pendejos, solo contribuyentes con fe en las instituciones, esas que pagan varias veces por carreteras y puentes que jamás se construirán. Ni un pendejo, señores, solo machos que dicen frente a cámara: “te vamos a pelar, hijueputa, aquí lo que hay es plomo”. ¿Quién se atreve a hablar de pendejos? Si aquí lo que hay es solo gente previsiva, que mata enfermeras y amenaza a médicos porque son más peligrosos que el Covid.

En estos tiempos, con los gobernantes que tiene el mundo, ahogados en el encierro, frente a un panorama socio-económico incierto y miedoso, ante un país que parece ir en caída libre, parecería que es así, que maluco también es bueno. En el caso de Estados Unidos, ya casi llega Biden. Bueno, al menos mejor que ese man tan maluco.