Juana Julia Guzmán, el cobarde no hace historia

23 Marzo, 2024

Por LUCERO MARTÍNEZ KASAB*

 Viendo las fotos de Juana Julia Guzmán su rostro, su figura, se me hicieron muy cercanos, sentí ternura por esa mujer delgada, de rostro ovalado moreno, su cabello peinado hacia atrás en un moño sobre la nuca, vistiendo un traje sencillo debajo de la rodilla como todavía se usa en los campos de Colombia. Se me hizo conocida porque vi tantas como ella en cada pueblo del departamento de Córdoba cuando viajábamos con mi padre por esa tierra que él quería por su gente buena.

Cruzar en automóvil la sabana de Córdoba al amanecer es de las sensaciones más hermosas que se puedan sentir, es una llanura verde infinita alumbrada a lo lejos en su horizonte por el suave sol, no hay espacio para los pensamientos ni para las reflexiones sólo la sensación de estar sobre una carretera que cruza la felicidad, deseando un amanecer perpetuo, que no suba el sol, que no se acabe el ensueño, pero es roto de la manera más bella…, por el saludo de un campesino anciano sobre su burro camino a llevar una leche recién ordeñada.  

A mí el corazón se me entristece cada vez que el presidente nos recuerda en sus alocuciones cómo esa tierra de Córdoba y Sucre fue inundada de sangre; cómo asesinaron a tantos campesinos hombres, mujeres y niños, cómo pervirtieron a gran número de nativos de esa zona dándoles fusiles para que asesinaran a sus vecinos de toda la vida. Porque, es que conocí de cerca a esa gente buena, buena de verdad, generosa, son felices dando comida al que llega, cediendo la hamaca al visitante, siempre con las puertas abiertas y después tener que leer cómo esos hacendados que también habían sido buenos masacraban a quienes les cultivaban sus tierras y le cuidaban el ganado es muy doloroso; por eso es tan importante que todas las comunidades sin distingos de estratos se capaciten en una nueva área de la psicología, la Ponerología, la que estudia la crueldad, para que sepan detectar a tiempo una idea nueva que promueva la destrucción humana, desechen esos planteamientos haciendo a un lado a quien la lidera; idea que casi siempre llega envuelta en un perverso halo de grandeza.

Juana Julia nace en 1892 en Corozal, Córdoba, cuando aún las relaciones entre los seres humanos eran bastante comunitarias, tanto, que Juana Julia es ahijada de una familia pudiente, los Badel, quienes estuvieron atentos a la educación de sus primeros años como una hija.  El señor Badel delega en ella tareas sencillas dentro del negocio de la comercialización de tabacos con Alemania hasta que llega la ruina económica. Juana Julia se va para Montería empleándose como doméstica en una casa de gente pudiente.

Su conciencia social la llevó a ser una gran líder del movimiento femenino, campesino, obrero de Córdoba, se enfrentó contra agiotistas del mercado que explotaban a las mujeres, contra la policía, la apresaron, le pusieron un cepo, estuvo a punto de ser quemada viva al luchar por las tierras baldías para los campesinos y, expulsaron a su amor, Vicente Adamo, un socialista italiano quien la había introducido en la lucha política. Juana Julia Guzmán no tuvo grandes estudios pero la lucha por la libertad no es intelectual, es instintiva; murió de 82 años, pobre, despedida por todo un pueblo que la quiso.

Casi un siglo después de los inicios de la lucha de Juana Julia, durante la gira del presidente Petro por esa región del país en marzo del 2024 se han visto mujeres y hombres con los mismos rostros como el de ella cruzados por las arrugas del trabajo de sol a sol, con sus manos fuertes, con sus sombreros vueltiaos y con esos ojos fijos, absortos, en las palabras del presidente cuando va diciendo el pueblo es el que decide, porque es el soberano y cuando recuerda que esta mujer fue la iniciadora del movimiento femenino pobre y que quien mejor cuida la tierra para la alimentación es la mujer.

Y es que hay una gran diferencia entre la mujer del campo y de la ciudad. La mujer del campo mantiene ese lazo atávico con los productos de la tierra, con las gallinas, con las vacas con los que da de comer a sus hijos que no lo tienen, obviamente, las mujeres de la ciudad quienes, a grandes rasgos, se han ido desprendiendo de la preparación de los alimentos prefiriendo los empacados de los supermercados. Ese compartir la tierra ha sido la base del sostenimiento de la unión de las comunidades, por eso los pueblos ancestrales dicen la madre tierra y los humanos campesinos como saben que los une la tierra, se llaman entre sí hermanos.

La historia de Juana Julia entristece porque, un siglo después esa sabana de Córdoba y Sucre de tierras tan fértiles no avanzó en la lucha hacia una estabilización de la población campesina con sus tierras propias y cultivadas, sino que retrocedió de una manera tan inhumana por el narco paramilitarismo. Ya la lucha del campesino no fue política porque, lo estaban masacrando, es decir, la lucha la estaba perdiendo el campesinado por extracción de materia; los terratenientes y ganaderos estaban apartando a la gente de su camino como cosas inservibles.

El Destino, se acordó de Colombia cuando ya mirábamos el abismo permitiéndonos elegir a Gustavo Petro como presidente, quien está tratando de sacar al país del atraso de un siglo con obras a toda marcha, con hechos, ordenando la construcción de acueductos para la gente pobre en vez de autopistas de doble calzada para los terratenientes. En cada discurso denuncia, destapa los delitos, la codicia, la hipocresía de una cúpula que, como sanguijuelas, viven del dinero de los pobres de toda Colombia.  

A casi un siglo, te decimos Juana, que un paisano tuyo de Córdoba, oriundo de esas tierras de grandes llanuras alumbradas por esos soles del alba y del ocaso que tanto recuerdo, que hoy es presidente, trae alegría y esperanza posesionando como nueva Fiscal General de la Nación a una mujer, Luz Adriana Camargo, valientes ambos como tú, Juana Julia Guzmán, que dijiste el cobarde no hace historia. 

 

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