El Goebbels colombiano

08 Noviembre, 2020

Por GUSTAVO BOLÍVAR MORENO

Hace un par de semanas, recibí un mensaje de whatsaap en el que una de mis asesoras me preguntaba:
Asesora: Esto es un montaje??

Se refería a un link que me adjuntaba, en el que se lee: “Las fotos del piloto del Cártel de Sinaloa con Gustavo Petro, Gustavo Bolívar y la plana mayor de la izquierda colombiana”. Al abrir el link encontré una fotografía en la que aparecemos Gustavo Petro y yo, sonriendo y al lado izquierdo, tras de Petro, al famoso piloto de la mafia, Samuel David Niño Cataño, del cual hablaremos más adelante.

A mí no me preocupó tanto la fotografía, porque a todas luces se entiende que es un montaje, además porque le quitaron el fondo, y porque jamás conocí a ese señor, ni he tenido relación con narco alguno en toda mi vida. Lo que en realidad me preocupó fue la pregunta de mi asesora. ¿Cómo puede preguntar una persona que trabaja a mi lado, que me conoce, que sabe de mi lucha contra el narcotráfico, si las fotos eran un montaje?
Entonces le respondí:

G.B: Y ese signo de interrogación?
Ella, muy apenada me dijo que la noticia estaba firmada por Gonzalo Guillen y por Julián Martínez y que por eso ella pensó que podía ser real. En efecto, la notica está firmada por este par de buenos pero además creíbles periodistas. Entonces me preocupé más y le escribí a Gonzalo. Me respondió que era un plagio que estaban haciendo de su página que se llama: www.LaNuevaPrensa.com.co por una que montaron las bodegas uribistas que se llama: www.LaNuevaPrensa.net

Entonces me pregunté: ¿Si pusieron a dudar a mi asesora, la que me conoce, la que sabe de mi actuar transparente, qué sucederá con otras personas que no conozcan mucho de mi gestión? Y la respuesta es una sola: La van a engañar. Las van a engañar.

En realidad asustan. Usan un periódico con mucha credibilidad, plagian su nombre, su slogan, su tipo de letra, sus colores, la firma de sus periodistas, toman sus artículos y sus fotos y los adecúan a sus objetivos, que no son otros que destruir con ruindad a sus oponentes. En el artículo de marras, por ejemplo, dice en el primer parágrafo: “La nueva prensa ha podido acceder a una serie de fotografías donde se evidencia la relación del senador de la Colombia Humana, Gustavo Petro y Gustavo Bolívar, senador por la lista Decentes con el piloto que desapareció el año pasado en un accidente aéreo en un país centroamericano cuando realizaba un viaje transportando drogas y que apareció en informes de inteligencia como un hombre al servicio de las extintas FARC.”

En otro párrafo dice: “En las múltiples fotografías que tiene (sic) en su poder las autoridades judiciales, se evidencia la cercanía del piloto Samuel David Niño Cataño con Gustavo Petro y Gustavo Bolívar, lo que indica claramente que la plana mayor de la izquierda tenía relación con peligroso narcotraficante, incluso Jorge Enrique Robledo, senador del Polo democrático”.

A continuación en medio de otra cantidad de sandeces, publican fotomontajes del piloto del cartel de Sinaloa con Jorge Robledo y Feliciano Valencia.

Dos objetivos tiene este montaje. El primero enlodar el nombre de opositores al régimen dictatorial de Iván Duque. Como no pueden encontrar noticias reales de actos ilícitos de parte nuestra, acuden a este tipo de montajes para poner en duda nuestras conductas echando mano de la perversa estrategia goebbeliana “Calumnia que algo queda”.

El segundo objetivo de la citada fake news no es otro que desviar la atención de una noticia, esta sí verdadera, publicada por la Nueva Prensa original, en la que los periodistas Guillén y Martínez exhiben 40 fotografías del piloto de la mafia, pero ya no en montajes sin fondo sino fotos reales, en aviones, aeropuertos y restaurantes con personajes del uribismo, desde Alvaro Uribe e Iván Duque para abajo. Están posando con el piloto de la mafia Paloma Valencia, La Senadora Cabal, José Félix Lafourie, el exsenador Luis Alfredo Ramos, el Ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo, entre otros.

No pueden decir que era un simple piloto que se tomaba fotos con famosos a los cuales transportaba, lavado de manos parecida a la que Iván Duque usó para desmarcarse de su relación con el narcotraficante Ñeñe Hernández. Son cuatro las pruebas que existen para relacionar al piloto de la mafia con el gobierno y con el uribismo:

Primero porque El Piloto Samuel Niño donó 20 millones para la campaña Uribe Senador en 2018. Segundo, porque su hermano, Hernán Gómez Niño fue candidato a la gobernación del Meta por el Centro Democrático. Tercero porque el piloto fue invitado a la posesión presidencial de Iván Duque al lado del narcotraficante Ñeñe Hernández y cuarto porque el piloto tenía contratos millonarios con el gobierno a través de la Aerocivil.

Eso es lo que querían borrar con ese montaje, que aún sigue en la web sin que la Fiscalía de bolsillo del gobierno se digne investigar a pesar de que los dueños del periódico ya elevaron la queja.

Pero no es la primera vez. La página “Los Danieles” de los columnistas Daniel Coronell, Daniel Samper Ospina y Daniel Samper Pizano, tiene también un clon similar. Allí, las bodegas uribistas en el mismo estilo de plagio visual, acomodan las columnas a su antojo y escriben, a nombre de los columnistas, cuanta barbaridad se les ocurre para desprestigiarlos. Lo mismo le ocurre al caricaturista Matador, a quien han plagiado con un caricaturista que copia su estilo y que firma como Retador.

Toda esta asquerosa suplantación encaja dentro de una estrategia de la ultraderecha mundial para conseguir a través de engaños, calumnias y falsedades lo que no puede conseguir con argumentos. Una estrategia que no es nueva. Según Noam Chomsky, fue usada por primera vez a principios del siglo pasado para conseguir que los norteamericanos apoyaran el ingreso de los Estados Unidos a la Guerra. Ante una encuesta que reveló que 9 de cada 10 estadounidenses no estaban de acuerdo con el envío de tropas a Europa, el gobierno de Wodrood Wilson ordenó la creación de una “Comisión de Propaganda Gubernamental” cuya misión fue la de invertir esa opinión.

La “Comisión Creel» como se le llamó también a la CPG, «en seis meses logró convertir una sociedad pacífica en otra histérica y belicista que quería ir a la guerra y destruir todo lo que oliera a alemán, despedazar a todos los alemanes y salvar así a la humanidad. Aterrorizaron a la población y apelaron a un patrioterismo que rayaba en el fanatismo. Lograron llevar a la histeria a una nación pacífica que se resistía al belicismo» (Chomsky Noam)

¿Cómo lo hicieron? Fabricando todo tipo de violaciones y atrocidades supuestamente cometidas por los alemanes como por ejemplo una contra niños belgas de quienes mostraban miembros cercenados.

Algo parecido a lo que hace el uribismo cuando postea fotos de niños, supuestamente asesinados por Gustavo Petro. En realidad, la estrategia es inmunda y nauseabunda. Pone en peligro la vida de seres humanos. Por ejemplo, cuando Uribe habló de «Jóvenes Farc» y enseguida se desatan varias masacres contra jóvenes entre ellas la de Samaniego en Nariño.

En 1.930, en Estados Unidos se creó LA FBN “Oficina Federal de Narcóticos”. Su director, Harry J. Anslinger, un hombre conservador, racista y xenófobo, se dedicó a recopilar evidencia, con la ayuda del periodista William Randolph Hearst, para acabar con las drogas. Con frases como “La Marihuana es la droga que más violencia ha causado en la historia de la humanidad” o “Fúmate un porro y es probable que mates a tu hermano”, Anslinger logró satanizar el uso de la marihuana. Llegó al punto de conseguir financiación para rodar una película en la que mostraban cómo, un grupo de jóvenes cometía todo tipo de violaciones y crímenes bajo el efecto de la marihuana. La película se llama «Reefer Madness» que traduce algo así como «Locura por el porro».

Decía Anslinger que “Hay 100.000 fumadores de marihuana en los Estados Unidos, y la mayoría son negros, hispanos, filipinos y artistas. Su música satánica, el jazz y el swing, son el resultado del consumo de marihuana. Esta marihuana hace que las mujeres blancas busquen relaciones sexuales con negros, artistas y otra gente. Estos negratas fuman marihuana para creerse blancos”.
Estas mentiras, amplificadas por el periodista Randolph Hearst, dieron como resultado una estigmatización sobre una planta menos dañina que el alcohol y que el tabaco, que hasta la fecha se mantiene en la mayoría de países de La Tierra, salvo en el país que inventó la estigmatización: Los Estados Unidos. Allí, 16 de los 50 estados ya regularon su cultivo, distribución, venta y consumo.

Durante la segunda Guerra Mundial, la estrategia de calumniar para desprestigiar fue usada por el jefe de la propaganda de Hitler y titular del Ministerio de Educación de la Alemania Nazi, Joseph Goebbles. No me detengo a reparar en sus estrategias de manipulación porque usted, amable lector, ya las conoce todas. Si no porque las ha leído, sí porque las ha padecido. Cada una de ellas ha sido aplicada, una a una, durante su carrera por Alvaro Uribe Vélez. Para no ir tan lejos uno de esos principios dice: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. Lo anterior traducido al argot popular reza: Una mentira repetida mil veces termina convertida en una verdad. Un ejemplo patético de esta estrategia, fue el invento de la palabra castrochavista para estigmatizar a los progresistas de América: En Colombia Petro es castrochavista, en México Andrés Manuel López Obrador es castrochavista, en España Pablo Iglesias es Castrochavista, en Bolivia Luis Arce es Castrochavista, en Estados Unidos Joe Biden es Castrochavista. La palabra solo tuvo éxito en el país donde más ignorantes encontró para reproducirse y sirvió para poner un nefasto presidente: Iván Duque de Colombia.

En ninguna de las demás naciones tuvo éxito. Anoche no más, Joe Baiden a quien además de castrochavista tildaron una y mil veces de comunista, decía en su discurso «Que esta era de demonización en Estados Unidos comience a terminar, aquí y ahora». ¿A qué se refería? A las noticias falsas, a la calumnia, a la falsedad como medio mezquino para alcanzar objeticos electorales.

La última etapa de noticias falsas irrumpió con fuerza demoniaca en 2016. Ese año, gracias a la estrategia de manipular las emociones para suplantar con ellas la verdad o los hechos, tres países detuvieron su marcha y estuvieron a punto de condenar a sus sociedades al fracaso. Inglaterra con el Brexit, Estados Unidos con la elección de Donald Trump y Colombia con el plebiscito por la paz. Tres casos que son hoy motivo de estudio en muchas universidades del mundo. ¿Qué hizo que triunfaran las tesis de la ultraderecha de manera tan contundentes en estos tres lugares del mundo tan distantes entre sí?
La respuesta está encerrada en una palabra tan poderosa que incluso le valió ser nombrada como la palabra del año por la universidad de Oxford: Post verdad. Es la distorsión premeditada de la verdad. Es la mentira emotiva que genera manipulación. Bajo esa dictadura de la mentira, se modela la opinión publica y se influye en comportamientos sociales. Los hechos objetivos ceden su lugar a las emociones y creencias personales. Este libreto fue seguido, al pie de la letra por el gerente de la campaña del «NO» a la paz, senador por aquel entonces, Juan Carlos Vélez.
Estaba tan contento con el funcionamiento de su estrategia que le contó a una periodista del Diario La República que ellos, los uribistas, habían dejado de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación de la gente. Sacarlos a votar verracos. ¿Y cómo los emputaron? Diciéndoles mentiras. Por ejemplo, a los padres de familia les dijeron que la educación bajo un régimen dirigido por las FARC, estaba dirigida a convertir en homosexuales a los niños. A los pensionados les dijeron que sus mesadas iban a parar a manos de exguerrilleros de las FARC. A los costeños les dijeron que Colombia sería como Venezuela. A toda Colombia le dijeron que Timochenko sería el próximo presidente. “El «no» ganó sin pagar un peso” dijo con total desfachatez y una sonrisa diabólica en sus labios.

Como resultado de esa campaña mentirosa, Colombia fue el hazmerreir mundial. Un país azotado por una guerra de 60 años, había votado por no acabar el conflicto, por no parar la guerra, por no negociar con las FARC. Y a continuación, vino lo peor. La elección de Iván Duque, bajo la misma estrategia. Mentir, mentir, mentir.

Hoy los colombianos pagamos las consecuencias. Un gobierno que tiene al país sumido en una debacle moral, ambiental, económica y de derechos humanos. Un gobierno débil que ha visto crecer ante sus ojos el narcotráfico, la violencia y la corrupción. Un gobierno que se arrodilló a los poderosos y les permitió aumentar sus formidables fortunas pero que no es capaz ni de reunirse con los indígenas a quienes ha incumplido sus pactos. Un gobierno en crisis de credibilidad, incapaz de manejar la pandemia con independencia y que como resultado de esto figura entre los 10 países de la tierra con mayor numero de muertos y de contagiados.
Son tan nefastos, tan portadores de ácido y de muerte, tan mala maña, tan mez que quisieron exportar la estrategia a los Estados Unidos para convencer a la colonia latina de que Baiden era comunista y así frenar el avance de los demócratas y no pudieron. Solo creyeron en su trillada teoría del castrochavismo, los colombianos que aun no se quitan la venda en Florida, algunos venezolanos y la colonia cubana, que es la mayoritaria en ese Estado. Aunque ganaron en la Florida ni siquiera fueron capaces de ganar en Miami. Ahora deben enfrentar 18 meses de relaciones bilaterales con la cabeza agachada, con un presidente del que denigraron, desde el embajador en Colombia en Washington para abajo.
La elección de Biden será considerada como el entierro de tercera a esa macabra estrategia de calumniar bajo una mentira repetida mil veces. Ayer murió el castrochavismo, Biden lo enterró con su triunfo. Por eso Uribe anda ensayando ya en su laboratorio social de idiotas otras palabrejas como neocastrochavismo o precastrochavismo. El Goebbels colombiano es terco y exitoso en eso. Insistirá y tratará de inventar otra frase para engañar bobos que afortunadamente cada vez son menos.

La pregunta seria es esta: ¿Lo permitiremos de nuevo? ¿No vamos a ser capaces de frenar esa maquina diabólica de fake news, a veces hasta paga con nuestros impuestos? La respuesta es sí. Sí o sí, tenemos que hacerlo. ¿Cómo?. Hay que crear bodegas de defensa. Siempre nos calumniaron con ese tema y la verdad es que nunca hemos tenido bodegas de difamación pero ya es hora de montar una defensa organizada. Ellos sí las tienen, a veces en cabeza de contratistas del Estado que reciben muchos millones del erario por difamar y perfilar opositores. Necesitamos responder organizada y masivamente a su estrategia con otra estrategia más contundente: La verdad, los hechos, las cifras. Tenemos que tener ejércitos de personas preparadas desmintiendo una a una todas sus mentiras, todas sus falsedades, todos sus engaños. Si en 2022 brilla la verdad, diáfana, transparente, vamos a acceder al poder sin problema. Si el monstruo vuelve a imponerse, estaremos condenados a 100 años de falsedad.