De Silicon Valley Latam para Netflix

05 Mayo, 2021

Por ADRIANA ARJONA

El presidente piensa en todo. No crean que no. Él no da puntada sin dedal. Todo lo que está sucediendo no es más que la carne para la próxima serie de Netflix, la misma que puso oficinas en Colombia al comprender las maravillas de la economía naranja. Es que ni ellos pudieron resistirse al ingenioso demo del vaso de agua siendo invadido por la creatividad, el talento y la cultura, representados, como es obvio, por un jugo de naranja que borró la insipidez de la industria convencional/H2O.

La próxima serie de Netflix lo tiene todo: cuenta la historia de un país tercermundista cuyo presidente vive encerrado en un estudio de grabación, pues es el protagonista de un reality show. La ansiedad que le produce la fama (él cree que tiene los más altos índices de rating pues ha contratado un asistente que tergiversa los informes de Nielsen) lo ha llevado a desarrollar un desorden alimenticio: come sin medida y ha engordado notablemente.

Gloria, la estilista del reality, con quien pasa la mayor parte del día retocándose el peinado y los brillos de sus mejillas, se ha vuelto muy cercana al presidente y ella aprovecha las sesiones de maquillaje para hablarle de la grave situación del país.

El presidente no puede vivir sin Gloria pues es experta en el arte del contouring, una técnica de maquillaje para afinar el rostro develada por Kim (el presidente no se pierde Keeping up with the Kardashians) y utilizada por celebridades y youtubers. Un día la maquilladora tiene síntomas de Covid-19 y el médico le recomienda quedarse en casa esperando los resultados de la prueba. Ese día, al comprender que no hay contouring, el presidente tiene un ataque de pánico, hiperventila, sufre un leve desmayo y la producción del reality lo muestra en su pijama enteriza y felpuda, hecho un ovillo en el centro de la cama.

Gloria le insiste al presidente que busque ayuda, lo ve demasiado disperso mientras que el país se derrumba en medio de la pandemia. Pero al mandatario solo le interesa su programa de las 6 pm, y se niega a leer nada que no sea el teleprompter, cosa que hace cada vez mejor hasta el punto que en los Premios de Televisión Nacional piensan en nominarlo en la categoría de Mejor Presentadora. Lo descartan cuando dentro del grupo de jurados se da la discusión de si quien aparece en un reality es participante, presentador o actor.

Mientras el mandatario juega Call of Duty online con el Ministro de Defensa (quien ha aprendido de los shooter games que se le dispara a todo lo que se mueva, niño, niña, lo que sea), Gloria intenta convencer al mandatario de leer algo que considera importante: el Ministro de Hacienda le ha dejado un documento llamado Reforma Tributaria, y ella se ha tomado el atrevimiento de leerlo. No puede creer lo que dice: IVA a los servicios públicos, al café, al chocolate, recortar las pensiones de algunos, solo faltan impuestos sobre la leche de quienes están amamantando.

Gloria le insiste al presidente en que lo que dice el texto suena a una pelea de boxeo en la que el pueblo está representado por un peso pluma, al que ya la pandemia ha noqueado, mientras que el gobierno se comporta como un peso pesado que le sigue propinando puños y patadas al débil contrincante que está en el piso.

El presidente tilda de ignorante a Gloria argumentando que en el boxeo no se permiten patadas. “Estarás hablando de una pelea de UFC”, dice pronunciando muy bien la sigla en inglés, porque eso sí, para qué nos decimos mentiras, el presidente de ese país tercermundista de la nueva serie de Netflix habla muy bien inglés.

Gloria le dice que es una metáfora, que no importa si es una pelea de boxeo o de UFC, lo que importa es que le están dando en la madre al pueblo, que está en el piso, sin aire, retorciéndose del dolor, sin saber qué hacer. El presidente la ignora y sigue disparando en su jueguito de Call of Duty.

Los sonidos de las explosiones del juego parecen reales. Muy reales. “Cada vez hacen mejor estos videos, marica, esos game designers son unos putas definitivamente”, dice el presidente. Gloria le dice que lo que escucha son explosiones reales: el pueblo ha salido a manifestarse contra la Reforma Tributaria pero, como casi siempre en el país tercermundista de la nueva serie de Netflix, las protestas son infiltradas por sectores violentos que se dedican a destruir las estaciones de transporte público de las principales ciudades, a robar sedes de bancos, a saquear grandes comercios.

El presidente llama al Ministro de Defensa. Todos parecen estar de acuerdo en que hay que dar bala sin mirar a quién, como en el juego: “call of duty, o sea, el deber nos llama”.

Visten a los caballos de las fuerzas especiales de la policía como si fueran parte del elenco de Game of Thrones, los agentes lucen temerarios con sus uniformes de Robocop y vienen las escenas más esperadas de la serie, que duran 7 capítulos de la temporada. Pum, pum, pum, tas, tas, tas, bang, bang, bang. Lo que le gusta a la gente: plomo. Plomo, piedra y puño de los vándalos a los policías, y de los policías a todo lo que respire.

Los civiles que se sienten con los testículos muy bien puestos empiezan a subir en redes sociales videos de sus arsenales para defenderse de los refugiados de países vecinos, que han venido a sembrar el comunismo en esta nación tercermundista pero absolutamente consciente de lo que es el Estado de Derecho, carajo. También están dispuestos a bajarle los humos a esos indígenas que se atrevieron a salir de sus territorios y están tumbando las estatuas de los conquistadores españoles y los representantes de la oligarquía. También hay plomo para ellos, están discutiendo los guionistas de la serie, todo depende de si habrá co-producción española o no.

El presidente revisa el puntaje del juego: 21 muertos, más de 800 heridos, 87 desaparecidos. En los noticieros de todo el planeta aparecen las imágenes terribles y cruentas de la marcha pacífica. Estados Unidos amenaza con retirar la ayuda económica a unas fuerzas policiales que hacen uso excesivo de la fuerza, la ONU pide detener las violaciones a los derechos humanos, y el Congreso Europeo pide a gritos detener el horror. El presidente sigue encerrado en el estudio.

Shakira (la producción está viendo si puede pagarla o si tendrán que irse por una Thalia) pone un Tweet, indignada por la brutalidad que se vive en las protestas del país tercermundista.

Con Shakira (o Thalia, ya veremos) en la escena, el presidente comprende que la cosa es grave. Va en busca de Gloria para preguntarle qué piensa, pero descubre que ese día no ha venido a trabajar. La noche anterior, tras la grabación del reality, fue detenida por unos agentes mientras regresaba a su casa a pie porque no había transporte. Los policías estuvieron de acuerdo en que su maleta de maquillaje contenía demasiados rulos, muchas pinzas, bien podría ser material bélico, castrochavista, stalinista, anti-nacionalista. La familia no sabe nada de ella.

El presidente anuncia que está listo para hablar, le pide la renuncia al inepto del Ministro de Hacienda, asegura que él como comandante en jefe de las fuerzas militares y policiales rechaza categóricamente el uso de la violencia, por Dios Santo, ¿quién daría esa orden? Eso seguro son casos aislados, caerá sobre ellos todo el peso de la ley.

El anuncio del presidente listo para el diálogo con todos toditos los sectores que muestran inconformidad por la reforma es seguido de la noticia que informa que la Procuraduría archiva el caso de los 9 involucrados en la modernización de una refinería pagada con dineros de la Nación, y que costó una vez y media la ampliación del Canal de Panamá. No se puede entender por qué en ese país tercermundista de la nueva serie de Netflix la gente está tan indignada, cuando cuentan con un presidente que es todo oídos y un sistema judicial tan transparente.

Se retira la Reforma Tributaria al tiempo que se pone el anuncio: “SE REQUIERE EXPERTA EN CONTOURING PRESIDENCIAL”.

En este momento se discute la segunda temporada de la nueva serie de Netflix, que ya tiene nombre: “Al caído, caerle”.