¿Cambio climático o barbarie del capitalismo?

02 Diciembre, 2023

Por FERNANDO LEZAMA

 

A propósito del publicitado evento COP 28, que por estos días se realiza en Dubái, donde asisten quienes ostentan el poder de decisión frente a los destinos de la salud del planeta y la especie humana; desde distintos espacios de la tierra y desde diversas culturas que somos el jardín de la humanidad y no tenemos la oportunidad de hablarles presencialmente, enviamos un mensaje desde nuestro sentir, sobre el tema que los ocupa en ese importante espacio de discusión política en la ONU.

Los pueblos indígenas, desde nuestros lugares de origen, venimos advirtiendo hace varias décadas sobre el equívoco del sistema capitalista que ha sustentado la idea de desarrollo bajo el modelo utilitarista y cosificante de los recursos vitales de la naturaleza.  Este modelo que ha asociado entre la política y el mercado, ha engendrado un poder incontrolable que hoy atenta contra todas las formas de vida existentes.

Contrario a la visión y práctica de los pueblos originarios, este modelo utilitarista de desarrollo ha sido incapaz de comprender el lenguaje y los códigos de la naturaleza, sus leyes y sus enseñanzas; y en su afán de imponer el imperio de la modernidad ha globalizado el espejismo del desarrollo materialista alrededor de categorías y conceptos ajenos a los conocimientos milenarios y la idiosincrasia de los pueblos.

Alrededor de ese modelo utilitarista de desarrollo se ha creado un lenguaje tecnicista de indicadores que marcan el termómetro de las desigualdades, que en esencia son de las injusticias; y se ha establecido unas pautas de comportamiento mercantilista y destructivo como el que contamina, paga; olvidando la ética frente a la naturaleza y la responsabilidad frente a las generaciones futuras.

Este modelo utilitarista de bienestar, ha sido capaz de enfermar el entorno de la naturaleza, pero también ha enfermado el corazón y la mente humana en torno al ansia de poder sin ética, que se han convertido en la semilla de la codicia y la corrupción, que a su vez son causantes de toda forma de injusticia y del dolor ajeno. 

Por lo tanto, el centro de las discusiones en torno al (término técnico) cambio climático, que significa (término real) enfermedad de la madre tierra, causada por los humanos; no puede ser simplemente desde la lógica de quienes hoy ostentan el poder de decisión política y quienes cuentan con el poder económico; debe ser también con el poder de quienes durante siglos hemos ejercido con sabiduría la misión de ser guardianes de la naturaleza.

La justicia ambiental, de la que mucho se habla últimamente, supone el reconocimiento y garantía de Derechos; en efecto cuando asociamos el tema de cambio climático y justicia ambiental, implica el previo reconocimiento de Derechos de la madre tierra; ella no es una cosa, es un ser viviente madre de la humanidad.

Si el sistema de las Naciones Unidas ONU, los estados que la conforman, al igual que las empresas económicas; en realidad buscan la salud del planeta, el primer paso a la sanación es el reconocimiento de Derechos de la madre Tierra, con carácter vinculante para los estados, donde el comportamiento de los gobernantes y de los pueblos estén en función de la dignificación de todas las formas de vida.

No se trata de una simple declaración de derechos a manera de protocolo; se trata de salvaguardar la vida, de reencontrarnos con la naturaleza, de cultivar la paz del mundo; este es el camino hacia una biodemocracia que necesita el mundo moderno, que debe tener en cuenta el elemental principio del RESPETO POR LA NATURALEZA, sobre lo cual los pueblos originarios seguimos haciendo memoria.

Por todo lo anterior, frente a la emergencia ambiental que hoy enfrenta la humanidad, desde los pueblos indígenas hacemos un llamado respetuoso al sistema de Naciones Unidas, ONU, para que ejerza y defienda sin vacilaciones su misionalidad en defensa de la vida planetaria; igualmente a los estados y gobiernos del mundo, para que la política sea de gobernanza por la vida alrededor de la pedagogía de los derechos de la madre tierra; finalmente a las empresas económicas, para que tomen conciencia que la mejora inversión está en la que garantiza la sostenibilidad de la vida, como el camino correcto para la permanencia de nuestra especie.

Desde nuestros lugares de origen, diciembre 1 de 2023.

Hijos de la madre Tierra.

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