100 años del Festival de Salzburgo: todo empezó con un sueño

31 Julio, 2020

Por DW

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En la Primera Guerra Mundial, tres hombres tuvieron la idea de promover la paz mediante la cultura y crear una alternativa al wagneriano Festival de Bayreuth. El Festival de Salzburgo es el resultado de aquella visión.

¿Puede la cultura forjar identidad? ¿Es capaz de unir pueblos y llenar de contenido ideales humanísticos? ¿Puede reforzar el pensamiento europeo? Son preguntas que ocupan a políticos y artistas en estos tiempos turbulentos, en los que peligran cosas que dábamos por sentadas y se habla de pérdida de valores. La mayoría de las veces, estas cuestiones se responden con un "sí".  Algo parecido sucedía hace algo más de un siglo, en 1917, con la diferencia de que entonces Europa se encontraba en guerra. En mitad de la catástrofe, tres hombres soñaron con una Europa cosmopolita y con un gran festival para promover la paz.

En la ciudad natal de Mozart

Estos hombres se llamaban Hugo von Hofmannsthal, Richard Strauss y Max Reinhardt. Hofmannsthal era un celebrado poeta, escritor y libretista, que influyó hondamente en su generación.

Strauss era el compositor más famoso de su tiempo y Reinhardt el director de escena y empresario teatral más importante de la época. El director de ópera Franz Schalk y el escenógrafo Alfred Roller también habían pensado en fundar un festival de ópera y teatro. Así pues, recurrieron a una idea que ya existía desde al menos 1876, el año de fundación del Festival de Bayreuth, y que consistía en organizar un festival en la ciudad natal de Mozart. Al igual que Bayreuth, el evento debía tener lugar lejos de las grandes metrópolis culturales.

Hugo von Hofmannsthal (1874-1929)

En palabras de Hugo von Hofmannsthal: "La gran ciudad es un lugar de dispersión y un festival necesita de la congregación tanto de los artistas como del público". Al mismo tiempo, el Festival de Salzburgo, como luego habría de llamarse, debía presentar una oferta alternativa a la del gran evento wagneriano de Baviera. Si allí eran Wagner y sus óperas los protagonistas, en Salzburgo sonarían las obras de diversos compositores y el mundo de la cultura quedaría reflejado en el evento. En la Edad Media, Salzburgo era una ciudad en la que se presentaban los llamados misterios medievales, festividades eclesiásticas y procesiones. En esa localidad tuvo lugar la primera representación de una ópera al norte de los Alpes.  

Utopía en tiempos de guerra

Era una idea arriesgada, que no solo por la guerra parecía ilusoria. En una hoja que promovía el futuro festival se leía la pregunta: "¿Qué puede infundir ánimo a los habitantes de Salzburgo y a los austríacos para celebrar un evento así? " La respuesta de Hofmannsthal: "El hecho de que todo el mundo desea recibir alegrías espirituales".

Pero entre los salzburgueses reinaba el escepticismo al respecto. Temían que los turistas acabaran con las escasas reservas de alimentos de la época. Y Reinhardt, que era judío y había comprado un antiguo castillo en la región en 1917, percibió el creciente antisemitismo por parte de la población local. 

En 1918, la contienda concluyó y el antiguo imperio austro-húngaro vio visiblemente reducida su antigua grandeza. A los ideales humanistas de los promotores del festival, se sumaron reflexiones de índole práctica: había que activar el turismo y conservar algo del antiguo brillo de la perdida monarquía del Danubio. ¿Dónde podía funcionar algo así mejor que en la histórica localidad del centro de Europa? "Toda la ciudad es un escenario", dijo Max Reinhardt.

Opernfan Angela Merkel

"Jedermann", una tradición anual

El 22 de agosto de 1920 fue el día escogido. Como nexo con la antigua tradición de los misterios medievales, se representó una obra teatral de Hugo von Hofmannsthal: "Jedermann. Pieza teatral sobre la muerte de un hombre rico", con dirección escénica de Max Reinhardt, una obra que debía conmover, pero sin moralizar. En la segunda edición del festival llegaron los conciertos, protagonizados por formaciones musicales locales. Al director de orquesta y compositor Richard Strauss, uno de los cofundadores, no le entusiasmaba esa idea y quiso llevar al Festival de Salzburgo a los mejores músicos de la época. Lo logró.  En la edición de 1922, llegaron las representaciones de ópera de Mozart y Richard Strauss (sobre todo las óperas que escribió con Hofmannsthal como libretista). Esos siguen siendo los tres pilares del actual Festival de Salzburgo: teatro, conciertos y ópera.

El ideal de Salzburgo

Hasta el día de hoy, "Jedermann" se representa cada año, con la excepción de las ediciones comprendidas entre 1938 y 1945, en las que la pieza se consideró inadecuada porque Hugo von Hofmannsthal tenía un antepasado judío. Por su parte, Max Reinhardt emigró en 1937 y murió en 1943 en su exilio estadounidense. Tras el ritual anual de inauguración con la representación de "Jedermann" ante el magnífico escenario de la catedral de Salzburgo, suele haber un extenso programa de conciertos, obras de teatro y óperas, con nuevas puestas en escena en cada edición.

¿Cumple el Festival de Salzburgo las ideas cosmopolitas y de hermandad entre pueblos de sus fundadores? Los datos aseguran que los 270.000 visitantes de 2019 procedían de 78 naciones distintas, 40 de ellas fuera de Europa. Los ingresos por venta de entradas ascendieron en 2019 hasta los 31,2 millones de euros y el volumen económico alrededor del evento es mucho mayor.

Un siglo después de su fundación, el Festival de Salzburgo se celebra a pesar de la pandemia de coronavirus. La mayoría de los grandes eventos han sido cancelados, pero habrá otras citas entre el 1 y el 30 de agosto, adaptadas a la nueva normalidad. El excelente nivel artístico no estará ausente, con actuaciones de las Filarmónicas de Viena y Berlín, una nueva producción operística, una nueva puesta en escena de "Jedermann” y la presencia de estrellas como la soprano Anna Netrebko y el pianista Igor Levit.