Un momento decisivo

13 Junio, 2022

Por RICARDO SÁNCHEZ ÁNGEL

Profesor emérito, Universidad Nacional

Profesor titular, Universidad Libre

El próximo domingo se decide, en la liza electoral, el nuevo presidente de la República. Se hará en medio de una situación con miedos afilados, en la que se trituran nuestras gentes por doquier, con asechanzas, atentados y fraudes que buscan torcer la voluntad popular. Las maquinarias del Estado, el gobierno y los partidos del orden están movilizándose para concretar el fraude bajo la modalidad de siempre: la del clientelismo y los favores condicionados. El caciquismo electoral, aunque debilitado, está en su desespero, buscando la derrota del Pacto Histórico. Todos a una, como en Fuente Ovejuna. Olivos y aceitunos son lo mismo a la hora de defender los intereses consolidados. Por ello, Rodolfo Hernández puede ganar y acentuar el carácter autoritario y militarista del régimen político colombiano.

La lectura de que ambas candidaturas presidenciales, la de Petro y la de Rodolfo, propician el cambio y preocupan por igual al establecimiento no se corresponde con la realidad verdadera. Lo de Rodolfo es gatopardismo, mondo y lirondo: qué todo cambie para que todo siga igual. Lo de Petro es la reforma que se mueve con las pretensiones de mejorar el capitalismo o reformarlo desde arriba o hacerlo con el protagonismo de las gentes movilizadas que están acudiendo a la convocatoria de un gobierno de Petro y Francia.

El asunto de si se abrirán las ventanas y las puertas al cambio está por definirse. De hecho, el gobierno del Pacto Histórico corre el riesgo de ser cooptado por malandrines de la política, tecnócratas con el alma vendida al mejor postor y con la hegemonía de los profesionales de la política. Las fuerzas populares revolucionarias serán las protagonistas que induzcan al gobierno a la transición. Inevitablemente, con mayor o menor intensidad, el gobierno del Pacto Histórico será un escenario de disputa sobre el rumbo y la intensidad del cambio. Allí tendrá su papel decisivo Petro, pero igual Francia, quien ya demostró claridad y coraje en oponerse a la manguala con el neoliberalismo de César Gaviria. Algo que mereció el apoyo de la mayoría del movimiento y apalancó su llegada a la vicepresidencia. Las izquierdas se verán avocadas a constituirse en un referente democrático y movilizador.

Es necesario salir de lo que Daniel Bensaïd denominó “el eclipse de la razón estratégica”, que en nuestro caso colombiano será la transición con la planeación participativa, autoorganizada, comunitaria. La planeación de abajo-arriba, de lo local a lo regional y lo nacional. De la periferia al centro, del pluralismo y la diversidad a la unidad de esa complejidad. Abrir un proceso de transición que supere el capitalismo hacia el socialismo.

El apoyo al Pacto Histórico es porque allí están inmensas mayorías sociales, jóvenes, mujeres, indígenas y negros. Es el lugar desde donde se puede resistir mejor y cambiar la precaria política cultural, el abandono de artistas y escritores, de los intelectuales. Es el lugar que puede sacar de la postración a la universidad pública, al tiempo que evite que la privada sea un negocio. Es un espacio de resistencia social y política que debe tener vocación de poder, y no simplemente de gobierno, lo cual implica reconocer que su triunfo abrirá grandes movilizaciones y confrontaciones clasistas, democráticas, agrarias y nacionales.

Volverá a colocar el pleito por la paz y el derecho a la vida en el primer lugar de los intereses del país. Será la oportunidad para que las mujeres, con su mayoría de edad, ejerzan el protagonismo para el cumplimiento de sus aspiraciones, que tienen como hilo conductor la superación del patriarcado y el machismo. De manera esencial, la superación del racismo, del que son víctimas los compatriotas indígenas y negros, tendrá que ser asumido como un gran propósito nacional. Al igual, se habrá de reordenar las relaciones internacionales con una política de priorizar el vecindario latinoamericano y del Caribe, dinamizando las integraciones económicas y culturales. Se tendrá que abocar una política de solución a la guerra del narcotráfico en un contexto de negociaciones con los Estados Unidos y desde los países víctimas. Colombia y México deberán liderar la agenda en el marco de las Naciones Unidas.

Todo esto sin ilusiones, porque podemos ir hacia la frustración si dejamos a la rutina de los acontecimientos el desenlace de la actual situación. Siempre con el principio esperanza.