Un debate por el cambio

14 Noviembre, 2022

Por CICERÓN FLÓREZ MOYA

 El senador Ariel Ávila dio comienzo en el Congreso al debate sobre la crisis en que están atrapadas varias universidades regionales oficiales y entre estas mencionó a la Francisco de Paula Santander, de Cúcuta. La puso en el grupo de las que están en el tormentoso grupo de la corrupción. Aunque de esto ya se ha hecho mención en algunos medios locales de información y es tema constante en tertulias en entornos políticos, lo señalado debiera sacar a los dirigentes regionales de su letargo a fin de que asumieran la veeduría que desde hace tiempo debieran ejercer sobre una institución tan importante como es el alma mater fundada hace 60 años.

La indiferencia de la cúpula dirigente de Norte Santander ante las debilidades que en los últimos 25 años ha acumulado su universidad es una señal negativa en la vida del departamento. Tanto más cuando se ha formado un entramado con efectos devastadores en el tejido de la enseñanza superior en este entorno. Entramado que es la suma de prácticas viciadas en el manejo de lo público. Además, mezclarle politiquería donde el saber impone decencia es caer muy bajo, como se puede comprobar.

Hay muchos hechos que lamentar en la UFPS. La mala conducta de algunos en la reciente campaña de la consulta para la provisión de rector puso en evidencia situaciones graves de degradación. La violencia ejercida por algunos grupos estudiantiles, la proclividad a prácticas fraudulentas y el tráfico de dádivas para pescar votos, dejan un sabor amargo, si se toma en cuenta que la universidad no es un “nido de ratas”, sino fuente del conocimiento destinado a formar seres decentes, ajenos a toda forma de perversidad. Ese ambiente deleznable y sombrío ha hecho carrera en algunos sectores de la comunidad universitaria y es lamentable que ocurra.

Lo denunciado por Ávila no debe caer en el vacío. Estudiantes, docentes, egresados de la UFPS, gobernantes de todos los niveles, empresarios, comunicadores, deben asumir el compromiso de hacer un escrutinio serio de la realidad de la institución, a fin de generar un movimiento de recuperación hasta ponerla en el nivel que debiera tener en el siglo XXI.

La UFPS no es una finca particular, ni una despensa para tráficos paternalistas, ni una agencia de dádivas. Está pensada como centro del conocimiento para la formación de profesionales idóneos, pulcros, solidarios con sus semejantes, activos en la defensa de derechos y libertades. Su dinámica debe aportarle a la región la savia de los saberes que trasmite a quienes acuden a sus aulas para finalmente recibir un título profesional.

Debiera realizarse un encuentro de la comunidad regional para tratar los problemas que se han acumulado en la UFPS. Allí deben estar los congresistas de la región, los servidores públicos, los estudiantes y en fin, voceros de los diferentes sectores de la comunidad nortesantandereana. En un ambiente de libertad y con garantías para una deliberación ordenada y amplia, se podría llegar a conclusiones que hagan posible configurar una universidad libre de amarres perniciosos. Se trata de que la UFPS sea un centro relevante de la educación superior en Colombia, desde este departamento.

Puntada

El proyecto del centro de convenciones de Cúcuta no debiera archivarse. Allí está una tarea para los congresistas de la región.

 

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(Publicada en La Opinión 13 noviembre  2022)