Tras las huellas de “El Paisa”: ¿por qué abandonó el Proceso de Paz? (Parte 1)

15 Enero, 2021
Tras las huellas de “El Paisa”: ¿por qué abandonó el Proceso de Paz? (Parte 1) Archivo

Por JUAN PABLO SEPÚLVEDA

Especial para La Nueva Prensa

Las húmedas selvas del Caquetá le esconden secretos a Colombia desde hace décadas. De los 32, este es uno de los departamentos más abandonados por el Estado, que además lo atacó, bombardeó y militarizó incontables ocasiones en los últimos 50 años: aquí estuvieron varios de los fortines más fuertes de las antiguas Farc.

Dichos fortines, que en realidad no se quedaban en un solo lugar, propinaron golpes temerarios al Ejército y a la clase política colombiana, así creció su leyenda. En el Caquetá estuvieron algunos de los guerrilleros más aguerridos y temidos de las antiguas Farc, y este es uno de los lugares que pertenece al mito fundacional de la guerrilla.

Uno de los nombres de guerra que más destacaba en las salas de inteligencia militar del Ejército, antes de la firma del Acuerdo de Paz en 2016, era el de la columna móvil Teófilo Forero. Encargada de dar golpes estratégicos en todo el país y de cuidar a algunos de los comandantes de más rango en las Farc, la Teófilo Forero, aunque no se quedaba en un sitio, estaba asentada en las profundidades del Caquetá como las raíces de un árbol.

Este grupo de guerrilleras y guerrilleros, de acuerdo con un par de soldados del ETCR de Miravalle, vereda del municipio de San Vicente del Caguán, fue de aquellos que ningún gobierno pudo vencer mientras duró la guerra Farc - Estado.

“Esta no es la Colombia profunda todavía”, cuenta un exguerrillero en Miravalle al ser preguntado por cómo eran los años de la guerra. “La Colombia profunda es la selva dentro de la selva”.

El comandante de la columna móvil Teófilo Forero fue Hernán Darío Velásquez, mucho más conocido en los noticieros como “El Paisa”.

Este hombre, sobre quien algunos cronistas osados se han atrevido a asegurar que no siente miedo, y quien ha fusilado hasta a sus propios hombres, llegó a ser uno de los guerrilleros más temidos en la historia de las Farc, y jamás lo han logrado ubicar ni capturar desde que estuvo al frente de la Teófilo Forero.

“El Paisa”, luego, también hizo parte del Proceso de Paz con el que guerrilleros y guerrilleras hicieron su tránsito a la vida legal en Colombia.

Hernán Velásquez, “El Paisa”, durante el Proceso de Paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc.
Hernán Velásquez, “El Paisa”, durante el Proceso de Paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc.

 

En 2018, ya con el acuerdo firmado y las armas entregadas, “El Paisa” se encontraba en su residencia, en lo alto de una montaña en el ETCR Óscar Mondragón de Miravalle. Velásquez, de acuerdo con los campesinos que viven alrededor del ETCR, estaba dedicado a fortalecer los proyectos productivos del lugar, que incluso contaron con la ayuda del gobierno de Noruega.

Lo siguiente que se supo es que “El Paisa” desapareció del Caquetá. Luego, que se unió a la Segunda Marquetalia con “Jesús Santrich” e “Iván Márquez”.

De acuerdo con 8 testimonios, a “El Paisa” lo intentó asesinar un grupo de paramilitares a bordo de una volqueta que llegó una noche a su casa

“El Paisa” ya se había ido.

Una de las fuentes para este reportaje aseguró reconocer a uno de los hombres en la volqueta: “Yo le reconocí la voz. Era un soldado”.

 

La guerra por el Yarí

Foto: Ejército de Colombia.
Foto: Ejército de Colombia.

 

Aún hoy, incluso con la firma de un Acuerdo de Paz, San Vicente del Caguán y sus alrededores siguen siendo zonas peligrosas. A pesar de que dentro del ETCR de Miravalle se hace rafting y otros deportes competitivos en el Río Pato, justo afuera, los militares que cuidan la entrada del ETCR dicen cosas como: “si usted coge ese camino hacia la derecha se encuentra en peligro, y si coge ese camino hacia la izquierda, también”.

Las Farc llegaron a controlar un territorio que se conoce como las sabanas del Yarí, una tierra que se agrupa entre el Putumayo, el Caquetá y el Amazonas. De acuerdo con múltiples analistas del conflicto, uno de los grandes problemas en la implementación del Acuerdo de Paz es que el Estado no llegó a ocupar los territorios que desocuparon las antiguas Farc luego de la firma del Acuerdo, territorios como es esta zona del Yarí.

En esta zona del Caquetá es difícil encontrar una carretera que sea pavimentada. “Si usted se enferma aquí”, cuenta el vendedor de una tienda al costado del camino, “se demora dos horas en llegar al hospital más cercano”. Foto: Juan Pablo Sepúlveda Posso.
En esta zona del Caquetá es difícil encontrar una carretera que sea pavimentada. “Si usted se enferma aquí”, cuenta el vendedor de una tienda al costado del camino, “se demora dos horas en llegar al hospital más cercano”. Foto: Juan Pablo Sepúlveda Posso.

 

Esto hizo que, al no haber carreteras, al no haber hospitales, al no haber ofertas económicas rentables diferentes a las ilegales, otros grupos armados entraron a estos territorios a imponer nuevas leyes a punta de dinero (a veces dólares) y fusiles. Sus habitantes, según sus mismas palabras, han pasado de un grupo armado que ocupa sus tierras a otro.

Es decir que, en esta zona del país, a pesar del Acuerdo de Paz, todavía hay guerra.

De la capital del Caquetá, Florencia, a San Vicente del Caguán, hay unas tres horas en carro. En el recorrido es normal ver unas cuatro tanquetas del Ejército, además de retenes cada 15 minutos del camino. “Por favor muéstreme su cédula, y explíqueme qué está haciendo aquí”, dice un teniente del Ejército en un retén. Se lo pregunta a todos los pasajeros.

Luego, de San Vicente a Miravalle, otras tres horas de carretera destapada que camina por entre montañas color verde palta.

Este es el lugar donde secuestraron a Ingrid Betancourt en febrero de 2002.

En todo el camino, la visión de ensueño de la Colombia rural de las montañas, los llanos, la selva y el canto de los pájaros. Al mismo tiempo, la visión surrealista de campos de coca que no se acaban, y de quemaduras irreparables en las montañas por hectáreas que acabaron de erradicar a la fuerza.

Este lugar de selva de dimensiones tan hermosas como descomunales, para Colombia, fue el escenario de aviones, bombas, francotiradores, trincheras, minas, emboscadas, cargadores y helicópteros en el conflicto armado. Guerra a gran escala dentro de Colombia, Farc contra Ejército a muerte.

Guerra en el Caquetá. Foto: archivo.
Guerra en el Caquetá. Foto: archivo.

 

Hablamos de antes de 2016, y sobre operaciones militares que se desarrollaron en un tablero de miles de kilómetros cuadrados de bosque tropical y montaña, por lo que los guerrilleros tenían la ventaja estratégica del terreno. Esto, no obstante, no los salvó de recibir bombas y muchas, bombas que causaron bajas dentro de las filas de las Farc, pero que también causaron un daño colateral a las personas no combatientes que también viven en la zona.

“Recuerdo que en las navidades”, cuenta un exguerrillero de la Teófilo Forero, “teníamos permitido poner música a buen volúmen y hacer fiestas. Pero si quienes estaban cuidando avistaban un avión o un helicóptero, ahí mismo apagar y prepararse para lo que fuera. Después de que pasaban los aviones, volvíamos a poner la música”.

A pesar de los bombardeos constantes y las asonadas del Ejército, la columna Teófilo Forero, dentro del dominio territorial de las Farc en los años de guerra, ocupó el Caquetá y parte del Huila sin sentir una presión del Ejército que los debilitara.

“Esta columna (la Teófilo Forero) encarna el terror de las Farc”, dijo en 2018 el general Emiro José Barrios, comandante en ese momento de la fuerza Júpiter del Ejército, dedicada a cazar a la Teófilo Forero y a “El Paisa”. En el momento de la entrevista, esta fuerza de tarea tenía no menos de 12.000 hombres, pero Barrios nunca se atrevió a afirmar que estuvieran cerca de capturar a “El Paisa”.

 

 

Hubo una época en la que la cabeza de “El Paisa”, llegó a valer 2.500 millones de pesos, y “Júpiter” no fue la única fuerza especializada del Ejército para darle de baja. “Helicópteros Black Hawk, los mejores hombres de las Fuerzas Especiales y francotiradores en tierra”, para operaciones que se desarrollan en “el Caquetá, el Meta y el Huila, lugares donde ‘El Paisa’ y la columna Teófilo Forero tienen más poder”, dice un comunicado de prensa del Ejército de 2013.

Si nos devolvemos 20 años al pasado, el presidente conservador Andrés Pastrana despejó 42.000 kilómetros en el Caquetá -la “zona de distensión”- para que las Farc se agruparan, todo con el fin de terminar unos diálogos de paz que nunca empezaron. La zona de distensión desapareció con la llegada de Álvaro Uribe a la presidencia en 2002, pero las Farc siempre estuvieron bien asentadas en este territorio.

Ahora, como dijimos, con el Acuerdo de Paz, otros grupos armados están ocupando todo este territorio, al igual que en el resto del país.

*** Espere la segunda parte de este reportaje este domingo 17 de enero, en lanuevaprensa.com.co ***

 


 

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