Temores

10 Junio, 2021

Por ESTEFANÍA URIBE WOLFF

A mí me da miedo todo eso que a la gente le da miedo decir que le da miedo. Todo. Y este espacio, y también los lectores y, ya puestos, esto de confesar mis temores ante todos. Los elogios me paralizan, pero la falta de aplausos me aniquila. ¿Y si no les gusta esta y se quedaron esperando algo igual o mejor a lo que escribí en la columna pasada? Ah, y al tal “qué dirán”, que resulta que eso no le importa a nadie. Claro. Y miedo, así miedo, pero miedo, miedo, las mujeres, porque las deseo y nos aborrezco, ¡si es que somos crudelísimas!  A ser gorda, eso, y a no ir a ser capaz de bajar esta papada a punta de hambre y tener que meterme en un quirófano (porque las cirugías plásticas son muy caras y la verdad es que, estando las cosas como están, miedo me da irme también al peladero de la pobreza), pero, sobre todo, a que resuene la voz de mi mamá en esta pensadera de pensamientos que me dio con la pandemia, en el encierro, diciéndome que a las gordas solo las quieren ellas, las mamás. Uf, los pensamientos que se piensan a son de nada me dan un susto. Y ni qué te cuento de la sobriedad y de ver cómo aniquilo una parte de mí que me ha permitido, por tantos años, desenvolverme en sociedad.  

     A ver cómo el tiempo va devorándose a punta de años a mis papás y acabando con el brillito de mi juventud y mi belleza, que apenas estoy descubriendo y…  ¡a la puta soledad! Mm, y a que curen la tristeza, porque cuando eso suceda va a empezar la verdadera inteligencia artificial: En humanos sin sentimientos entre el ánima y las entrañas.

     Mi abuelita doña Luz se murió hace veinte años. Bien, aún me da miedo de que se muera y eso me daba ya mucho miedo desde que nací.

     Germán hace dos, muy súbitamente, de una cosa dizque leptospirosis. Tan doloroso. Entonces abro el carrete de fotos en el celular o en el computador, muchas veces sin querer y otras buscando alguna para poner en Twitter o en Instagram y los veo a todos lozanitos, de pelo negro, cargándome. No hay cosa más aterradora, porque solo veo muerte y escenarios infinitos en los que el cáncer, una buseta, un infarto, uno qué más va a querer recordar acá, o los años, de nuevo los años, se los llevan a todos.

Y a escribir, que es desnudarme.