Somos un país enfermo de olvido

08 Noviembre, 2019

Por NICOLAY DUQUE

Que maña tan fea, yo patologizando las actitudes y los hábitos, y además generalizando, como si todos y todas quienes habitamos Colombia fuéramos iguales y tienen razón no lo somos, sin embargo, lo “normal” por no decir lo común es que somos individual y colectivamente desmemoriados, palabra coloquial pero no inofensiva tratándose de una nación completa.

¿De qué habla esta china? estarán pensando. Para nadie es un secreto que los docentes más críticos desdeñamos la memoria como factor primordial a la hora de aprender, es más, repetimos como mantra que una cosa es recordar o memorizar y otra muy diferente saber y esta distinción lo que realmente indica es que el verdadero conocimiento implica transformación. Saber o aprender algo implica que cambias lo que hacías o decías.

El conocimiento o mejor la construcción de este a través de su acumulación ha marcado la evolución misma del ser humano, la cual se marca en el tiempo que tardamos en reproducir el conjunto total de cuanto hemos aprendido de nuestra realidad, tiempo que hoy gracias a la tecnología se cuenta en dos horas.

La tecnología, ¿cómo ha ayudado a construir ese conocimiento? Aumentando nuestra capacidad de almacenamiento y por supuesto de reproducción de esas lecciones y aquí es donde volvemos a la importancia de la memoria. Sé que parece que siempre quisiera hablar de esto, pero es que el día que yo entendí como esta capacidad cognitiva nos constituye en quienes somos, también entendí cómo es que podemos cambiar quién hemos sido.

Desde que Colombia se cuenta así misma, se cuenta sin memoria, como si cada generación volviera a iniciar de cero, no sabemos acumular conocimiento, no sabemos recordar y transformarnos a partir de ello. Cada generación tiene sus protagonistas y antagonistas, cada generación sus propios axiomas que defender o imponer y la patria solo cuenta la historia hasta el 7 de agosto de 1819, desde ese día no se supo más de cuál fue el destino de esta nación que parece ser que nace y vuelve a nacer cada 4 años en un bucle interminable que nos lleva a cometer los mismos errores una y otra vez.

Es el olvido una enfermedad en nuestro país porque ese olvido nos impide aprender y como no aprendemos, no avanzamos. ¿Adivinen cuál es la cura contra el olvido? Pues la memoria, por eso es tan importante más allá de la tal cátedra de historia en los colegios, que nos contemos lo que hemos sido en todos los espacios, no justificarnos, decirnos nuestras verdades, reconocer el rostro violento de nuestras historias, no desenterrar a nuestros muertos para convertir la tierra en parque diversiones como forma de “supervivencia”, quiero escuchar las audiencias de la Comisión de la Verdad en los canales privados y en las emisoras. Solo sabremos quienes somos cuando nos escuchemos, cuando nos veamos, cuando nos recordemos para construir la nación que queremos ser, aprendiendo de lo transcurrido y mirando atrás para poder caminar hacia adelante, en el camino se avanza pero siempre un paso precede al que le sigue. Atrás siempre hubo algo. ¿Podemos como nación entender eso?

 Dicho todo lo anterior me uno a la petición de renuncia del director del Centro de Memoria Histórica, quien representa una afrenta contra la encomienda misma que construir el sentido de la nación representa, entre los funcionarios mediocres de este gobierno, él es el más activo, ya que no memoriza, prefiere borrar, y en ese empeño nos roba oportunidades a todos las y los ciudadanos de esta patria de poder aprendernos y ser mejores. Si no entienden de qué hablo, les propongo una lectura interactiva. el Museo Nacional de Memoria Histórica debía erigirse , el terreno designado para ello, fue en la av. calle 26 con cra 27 detrás del CAD, péguense la rodadita y ustedes mismos díganme que ven en donde debería haber memoria.

¿Qué nación quieren Duque y sus combos? Ahí les dejo esa pregunta.

Nicolay Duque Aricapa

Calladita No Me Veo Más Bonita