Programática y aritmética

30 Marzo, 2022

Por CÉSAR TORRES*

Francia Helena Márquez Mina fue la noticia de la semana anterior.

Su proclamación como candidata a la vicepresidencia de la República opacó la inscripción de la candidatura de Sergio Fajardo, los pataleos del partido Centro Democrático y los de su derrotado dirigente máximo. También, la discusión sobre la propuesta del manejo de las pensiones que presentó Gustavo Petro, su compañero de fórmula.

El día que la proclamaron, ella habló como parte de “las y los nadies” y se presentó a sí misma y al movimiento Soy porque Somos —del que hace parte— como una expresión política del saber y de la filosofía de sus “mayores y mayoras”.

Así, Francia Márquez, candidata, abrió un debate en el que participaron escritores, escritoras y especialistas de varias disciplinas: lingüística, gramática, literatura, antropología, sociología. Que si esas palabras existen, que cómo existen, que qué significan, que quiénes y dónde las utilizan. Esta discusión, aunque académica, no ha carecido de pasión ni virulencia.

De manera paralela al debate teórico, se inició en las redes sociales una andanada contra la candidata vicepresidencial. Entre tantas bajezas, se destacaron la de Andrea Nieto, de Revista Semana, y la de Yesenia Bedoya, dirigente conservadora. La primera intentó hacer chistes con un sentido racista y mostró su ignorancia en relación con el lenguaje inclusivo y ancestral, el que usa la candidata; la segunda sugirió que Francia Márquez no puede vivir en Medellín y debe irse para África.

Ella respondió sosegada y pedagógica. Explicó que el lenguaje inclusivo busca hacer visibles a las mujeres y a las personas sexualmente diversas, que la palabra mayora significa un especial respeto para las mujeres sabias en algunas zonas de Colombia y que su propuesta de vivir sabroso es un concepto filosófico que expresa y permite construir un nuevo sentido de la vida. Explicó que los nadies, los ninguno, los ninguneados son la mayoría silenciosa y excluida que resiste y se rebela respetando las instituciones.

Después, Francia provocó dos remezones con una sola oración: “César Gaviria representa el neoliberalismo, representa más de lo mismo y este país requiere un cambio”. Él reaccionó aparentemente ofendido y canceló las conversaciones ya acordadas entre el Partido Liberal y el Pacto Histórico. La coalición liderada por Petro y la propia Francia perdió así un posible aliado y se abrió allí una discusión interna en la que no faltó quien la descalificara por inexperta y por “no saber construir la unidad”.

Mientras algunos medios de comunicación la entrevistaron buscando que ella profundizara las divergencias con otros dirigentes de su propia coalición, quedaba claro que en el Pacto Histórico conviven dos estrategias electorales contrapuestas: la de quienes quieren ganar las próximas elecciones convenciendo al electorado sobre la base del entusiasmo y las propuestas; y la de quienes quieren ganar atrayendo dirigentes entusiasmados con el triunfo y la posible mermelada aunque no compartan las propuestas.

Los primeros, que hacen énfasis en los aspectos programáticos e ideológicos,  buscan nuevos votos en los grupos de indecisos, en las organizaciones y movimientos sociales. Los segundos, que asumen la campaña como un asunto aritmético, buscan personas que, como César Gaviria, tengan un caudal electoral asegurado que puedan transferir al Pacto Histórico.

Lo que queda claro de esta semana en la que Francia Márquez fue noticia es que ella y su fórmula presidencial pueden ganar las elecciones si logran tejer armoniosamente las propuestas con el entusiasmo; combinar la fogosidad y la elocuencia de Petro, con la confiable y directa sinceridad de Francia; y mezclar de forma certera lo programático con lo aritmético.

 

* Profesor universitario, experto en justicia comunitaria y resolución de conflictos.

** Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan necesariamente la posición de La Nueva Prensa.