Producto o paquete

03 Junio, 2022

Por CÉSAR TORRES*

Sigo pensando que al país le hubiera convenido y le conviene un acuerdo entre las candidaturas del Pacto Histórico y de la Liga de Gobernantes Contra la Corrupción, encabezadas, respectivamente, por Gustavo Petro/Francia Márquez y Rodolfo Hernández/Marelen Castillo.

Antes de la primera vuelta le hubiera servido para construir un programa común y para ampliar la base de votantes, de tal manera que se habría definido la competencia electoral el mismo 29 de mayo.

Ahora sería útil, tal como lo ha propuesto Gustavo Petro y lo trasmitió el diario El Tiempo el pasado 1º de junio, para evitar un nuevo ciclo de polarización y para construir acuerdos que permitan a Colombia crecer, desarrollarse y vivir en paz: “Él [Rodolfo Hernández] se acerca más, en muchos planteamientos, a nosotros que a quienes quieren apoyarlo en este momento desesperadamente [y provienen] de la política que ha polarizado a Colombia. Lo invito muy amablemente a que, cualquiera que sea el resultado el 19, produzcamos las opciones del acuerdo nacional”.

Aunque es muy difícil elaborar y suscribir ese acuerdo. En primer lugar, porque no hay un lenguaje común en las dos campañas. El de Petro es típico de un intelectual convertido en dirigente político y con trazas de estadista; Hernández usa el del hombre de negocios que emplea palabras y tonos del comerciante hábil que presenta su producto de acuerdo con las emociones y necesidades de sus potenciales clientes.

Se puede decir que en más de 20 años de vida pública de Gustavo Petro, nunca se le ha escuchado un madrazo o una salida de tono. De hecho, el exceso de ecuanimidad lo hace parecer soberbio y arrogante. Mesiánico, dicen sus detractores. Rodolfo Hernández, al contrario, es desabrochado, como si no calculara el efecto de sus palabras y de sus acciones. Así, proyecta la imagen de ser un hombre espontáneo, un empresario exitoso, ajeno a las conveniencias y a los protocolos, sincero. Sus críticos dicen que es un atarván vende humo.

No parece fácil construir un punto de encuentro entre esos dos modos de expresar la vida, la política, los proyectos y las convicciones.

Para dificultar todavía más la posibilidad, mientras la candidatura del Pacto Histórico se ha esforzado por construir un programa de gobierno respaldado en hechos, cifras, proyecciones y posibilidades, la candidatura de la Liga hizo toda la primera vuelta sin programa y ahora elaboró un cuadro sinóptico o mapa conceptual del programa de Francia y Petro y lo presenta como suyo. 

Parece poco posible hacer un acuerdo programático, pues, como dije, una de las candidaturas carece de programa y parece más un producto apoyado en una muy buena publicidad, que se ofrece a los consumidores para que lo voten favorablemente.

Como si lo anterior fuera poca cosa, dentro de cada campaña existen grupos sectarios a los que les cabe perfectamente el dicho popular: nada le huele y todo le hiede.

Parecen profesionales del odio. Critican, condenan y aborrecen cualquier acercamiento con sus competidores, a menos que se favorezcan sus propios intereses o se les involucre como si fueran dirigentes representativos.

¿Quién puede hacer acuerdos con una candidatura en la hay una horda, minoritaria, que persigue, insulta y atosiga a los posibles pactantes?

Lo puede hacer alguien que tenga la capacidad de entender que, a estas alturas de la campaña electoral, no se trata de hacer un pacto para unificar ideas, lenguajes, programas o comportamientos, sino para garantizar que, gane quien gane, no se promueva un nuevo ciclo de polarización y de violencia. Tal vez alguien que entienda la diferencia entre la competencia democrática y la enemistad. Que pueda priorizar los intereses de la nación y de la gente, por encima de sus intereses personales.

Eso lo podrían hacer, tanto Petro, que es un candidato, como Hernández, que es un producto electoral. Siempre y cuando Rodolfo no resulte ser un simple paquete, vacío de grandeza.

 

* Profesor universitario, experto en justicia comunitaria y resolución de conflictos.

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