¿Por qué los inmigrantes latinoamericanos deben votar por Biden?

20 Octubre, 2020

Por LUCAS RESTREPO

Como está leyendo en Español, voy a asumir que es un inmigrante como yo. En nuestros países de origen, usted y yo pensábamos que nuestras ideas no eran apreciadas, que nuestro trabajo no era recompensado. Allá, los puestos en las empresas y el gobierno no eran para los esforzados y expertos, sino para los aduladores y bien conectados. Nuestro consuelo fue ese país al norte, ese faro de esperanza, donde las ideas consideradas ridículas o subversivas por nuestros coterráneos fueron recibidas con curiosidad y entusiasmo. Y entonces usted y yo pensamos: este es mi verdadero país, no porque nací aquí, sino porque así es como yo pienso: la gente debe ser juzgada por su carácter, no por su familia, círculo de amigos, raza, o afiliación política. Pensamos: en una meritocracia, si tengo mérito, llegaré a ser la persona que quiero ser.

Esto es exactamente lo que Trump y su séquito están erosionando. Trump, el hombre mas mediocre del país, es distinto a usted y yo, que tuvimos que trabajar arduamente para llegar a ser quienes somos. Trump no tuvo sino que nacer para recibir todo en bandeja de plata. Por eso, para Trump el sacrificio es incomprensible y el mérito es una amenaza. Trump preferiría que este país fuera una República Banana, donde las virtudes no son importantes, sino las conecciones y la adulación. No! En los Estados Unidos, el presidente es un sirviente público; en la República Banana, el ciudadano es un sirviente del poder. Aquí, la disidencia es patriótica; en la República Banana, la disidencia es traición. Aquí la justicia es igual para todos; en la República Banana, la justicia es para los afortunados. Ya se le olvidó? Nuestra inmigración fue, ante todo, una protesta contra la mediocridad; nos sentíamos ahogados por un montón de Pequeños Trump a quienes debíamos rendir pleitecía para progresar en la vida - y les dijimos: “No más! Me voy a la tierra de la oportunidad!”

Ser candidato a la presidencia significa tener interés en ser el ejecutivo jefe, que es distinto a querer ser jefe. Cuando el jefe dice algo, no hay discusión; el gerente, en contraste, es inefectivo sin el consentimiento de los demás. Para ser presidente, se necesita la curiosidad de ver los problemas de un país tales como son, asesorarse con prudencia, ejecutar planes eficientemente. Lo cual es exactamente opuesto a Trump, que se contenta con actuar, pretender ser presidente: arrogarse un título sin querer hacer el trabajo. Pero responsabilidad y liderazgo son la misma cosa. Un buen cirujano quiere hacer cirugías, pero decide cuidadosamente cuándo son necesarias; un buen general quiere ir a la batalla, pero solo cuando puede controlar el resultado. En cambio, Trump grita desde su púlpito que quire hacer cualquier cirugía y empezar cualquier batalla, abandonando el quirófano tras la primera incisión y la batalla despues del primer disparo. Bob Woodward reporta que Trump entendió la gravedad de la pandemia desde el principio, y sin embargo, ignoró todas las alarmas; meses despues de violar todas las recomendaciones de los expertos, vemos el precio siniestro de su irresponsabilidad, pagando con su propia salud, la de su esposa, la de su hijo menor, y la de millones de personas. Es cómico que el emperador no tenga ropa, pero es repugnante que no quiera cubrirse sabiendo que está desnudo.

Las calamidades que hemos visto recientemente, huracanes, inundaciones, incendios forestales, pandemia, disturbios públicos, nos recuerdan que tener un gobierno competente es importante. Que los miembros del gobierno no deben simplemente ser unos oportunistas avanzando sus intereses propios. El gobierno de Trump no es sinó una copia burda de lo que dejamos atrás cuando partimos de nuestros países de origen.

Semanas antes de votar, enfrentamos de nuevo la pregunta que nos trajo a este país: queremos vivir en un lugar donde el mérito y el esfuerzo son recompensados? O queremos ver a un grupo de hombrecillos sin talento gobernar al país al que le debemos todo? Votar por Trump y su séquito de lambones es olvidar las aspiraciones de nuestra juventud, envenenar nuestro espíritu, quemar nuestro legado, torpedear al país que amamos. José Lisandro Orellano, inmigrante Salvadoreño contagiado de Covid-19 al recolectar basura en Houston, comentó al recuperarse: “Mi cerebro me decía: vas a morir, pero mi Corazón dijo: sigue luchando.” Todo este dolor pudo haber sido mitigado por un presidente preocupado y honesto. Le pregunto, lector: quiere luchar por los Estados Unidos de América, o por una República Banana?