Por falta de placas, decomisan trineo a Santa Claus

28 Diciembre, 2021

Por GERMÁN NAVAS TALERO Y PABLO CEBALLOS NAVAS

Los gobernantes nunca contarán las verdades porque perderían credibilidad. La suya se hace a base de mentiras.

A la Alcaldía le faltó prever que la transmidestrucción de Bogotá iba a perjudicar al niño Dios, a Papá Noel, a Santa Claus y demás turistas de Navidad y fin de año. Este despelote, que en una época llamaban la Atenas sudamericana, hoy es la ciudad de los enemigos del Superagente 86. Dicho de otra forma, estamos en CAOS. Cuando los genios Peña-López resolvieron pintar ciclovías por todas partes, olvidaron hacer igualmente unas ‘renovías’ para que los trineos de Santa y Papá Noel pudiesen llegar a los vericuetos donde residen los bogotanos. –‘Renovías’ por los renos, no por el Renault–.

Santa duró aproximadamente tres horas tratando de encontrar una dirección en Ciudad Bolívar y se ganó como bienvenida un comparendo. Se fue a cumplir con sus compromisos al norte y, oh sorpresa, un agente del desorden –que no del orden– le retuvo el trineo por desgaste de las llantas. Santa le explicó que los trineos no tienen llantas; el policía consultó un Código de Tránsito redactado en el paraíso y le dijo que “o le ponía llantas o se lo llevaba a los patios”. Santa respondió que no era posible ponerle llantas a un trineo, a lo cual el policía le acusó de faltarle al respeto. Que palabra de policía es de policía ¡y punto! Santa se fue al ministerio de Defensa y allí le dijeron que tras la entrada en vigencia de la nueva ley de seguridad ciudadana, el irrespeto a la autoridad ya no implicaría solamente el comparendo y la inmovilización, sino también pena de prisión hasta por 10 años. Santa Claus les decía que no hacía parte de una manifestación o bloqueo, que él estaba cumpliendo su deber. Ante su insistencia le comunicaron por teléfono con el ministro Molano, quien le explicó que iba a tener que inaugurar con él su estatuto de seguridad recién aprobado por el Congreso de los que se van, para que sepa que “la autoridad es la autoridad”.

Así como Santa, el niño Dios fue arrestado por un esbirro de la Policía con el argumento de que no tenía por qué andar con un burro, una vaca, un buey y una oveja en las faldas de Monserrate. Sin dar lugar a más explicaciones, llamaron al ESMAD y se llevaron al niño a un hogar de paso del ICBF para que aprendan a respetar a las autoridades debidamente constituidas. Nosotros, que mirábamos a la distancia, aplaudimos porque se estaba respetando el principio de autoridad. Unos congresistas de la bancada de gobierno, que en ese momento venían de echar incienso en el Congreso, les advirtieron a los visitantes navideños que esa iba a ser la pronta justicia, “culata por el culote al que irrespete”. No importa que sean Papa Noel o Santa Claus.

Comentaba muerto de la risa un congresista gobiernista que “ahora sí van a saber lo que es bueno esos imprudentes”, ya que como la nueva ley dispone que, no teniendo plata para la policía de tránsito, esto se pagará con el producido de los comparendos… ¿Se imaginan el negocio con los chupas que pensarán: “a más multas, mejor sueldo”? Ese es uno de los puntos que trae el estatuto de seguridad elaborado por el minInterior (o mincalzoncillo) Palacios, obrando en complicidad o de acuerdo con el ministro Molano y con un señor Juan Manuel Daza (@juanmadaza) de Valledupar, quien fue el ponente y defensor de esto que llaman “lo último en juridicidad”. –Muchos nos preguntan por qué hablamos de “mincalzoncillo”, y es porque, cuando pequeños, las mamás nos mandaban a cambiar de interiores–.

Cuando parlamentarios como David Racero (@DavidRacero), Inti Asprilla (@intiasprilla) y Katherine Miranda (@MirandaBogota) argumentaban en defensa del niño Dios, de Santa Claus, de Papá Noel y de todas las personas que serán víctimas de esta nueva ley, les dijeron que si se ponían en primera línea quedarían como Moshé Dayan, es decir, que podría refundírseles un ojo como a cientos de manifestantes durante las protestas que dieron lugar a este proyecto de ley. Y que quede claro, dicen los gobiernistas, que habrá palo para el que proteste, plomo para la primera línea, lápidas para quienes se adelanten y aplausos a granel para los uniformados que disparen a nombre del orden público. Destacados abogados constitucionalistas han afirmado que esta nueva norma es inconstitucional, violatoria de los Derechos Humanos, de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de varias convenciones y tratados suscritos por Colombia. La respuesta del alto gobierno es que les importa un pepino; que ellos se encargarán de responderle a la comunidad internacional y que tienen toda clase de condecoraciones para entregarles a los policías que le saquen un ojo o le partan un brazo a un protestante –no el religioso, sino aquel que eleva una justa protesta–.

Los señores Palacios y Molano dijeron que les tiene sin cuidado lo que diga la ONU, la UNO o el otro, y que todos estos castrochavistas irán a la chirona. Estuvimos revisando las listas de partidos y movimientos para encontrar cuál representa el castrochavismo y el acucioso registrador nos dijo que este no está legalmente constituido, no cuenta con personería jurídica y por tanto está fuera de la ley. Le faltó agregar que con esa denominación se hace referencia a todo aquel que no es uribista y conservador.

Para que la gente entienda el alcance de esta nueva ley, Molano dio unas entrevistas larguísimas a cuanto medio de comunicación quisiera escucharlo y entre las cosas que dijo es que la verdad es él. Dicho de otra forma, “veritas liberabit vos”, la verdad os hará libres. Por eso, las únicas declaraciones que hay que creer son las suyas, las del presidente y, cuando lo dejan hablar, las del fiscal general. Esto se hace relevante tras las declaraciones de alias Otoniel, según las cuales él se entregó al Ejército y no fue capturado en un “impecable” operativo –o caza, como lo denominó Duque en días recientes–.

Nuestro gran amigo Gonzalo Guillén (@HELIODOPTERO) –periodista que no traga entero– publicó en La Nueva Prensa una entrevista con un agente norteamericano, quien dio todos los detalles de cómo había sido la entrega concertada previamente de alias Otoniel. Después de escuchar a este individuo y dado que siempre le creeremos más a Guillén que a un funcionario del gobierno colombiano, estamos convencidos de que se trató de una rendición. Guillén presentó horas después un documento en el que el entrevistado se ratifica en lo dicho, mientras la embajada de Estados Unidos hizo un esguince que nos recuerda la consigna de Misión Imposible: “Si usted o cualquiera de los miembros de su equipo es capturado o herido, se negará cualquier conocimiento del asunto”. La versión del periodista es la verdad, mientras que la del boletín oficial parece un libreto para una serie de acción policiva, donde siempre gana el del uniforme así en realidad haya perdido. Con ocasión de esta chiva de Guillén, conversamos con un periodista que nos dijo: “no sean ingenuos; en mis muchos años en el oficio no he visto un solo comunicado oficial que cuente toda la verdad.” A él le creemos.

Mientras esto ha pasado intentamos averiguar por la suerte del niño Dios y nos dijeron que, por ser un menor de edad, no nos podían dar información pero que sí podían confirmar que se encontraba en una guardería del ICBF –donde hace algún tiempo el mandamás era el actual minDefensa–. Por lo demás, dijeron que guardarían silencio y lo hicieron, así como guardaron el niño. Preguntamos por Santa y por Papá Noel y nos dijeron que por tratarse de extranjeros sin visa de trabajo habían sido deportados, sin más miramientos que una resolución de Migración. Que el carro que conducía el tal Claus no tenía placa diplomática y que ese tipo de “zorras” se decomisan y se destruyen, así que el trineo se “chatarrizó”. Y que las mercancías que portaba el señor Claus habían sido entregadas a la PolFis para que se procediera a su remate por tratarse de mercancía “de contrabando”. Esa fue la triste historia del 24 de diciembre para quienes intentaron hacer sonreír a los niños, se impuso el orden por encima de la caridad. Como nosotros no tenemos trineo para movernos y tampoco helicóptero, tenemos una especie de TransMilenio cuya imagen tienen a renglón seguido: