No existen, son anónimos, se olvidaron de ellos...

29 Septiembre, 2020

Por ALEJANDRO MUÑOZ GARZÓN

          Para que Usted amigo lector pueda entrar al grupo de los que no existen, permítame hacer las siguientes preguntas y si Usted contesta a todas con un “NO SE, NO TENGO INFORMACION”, sin duda alguna pertenece al grupo de colombianos absolutamente anónimos, olvidados y borrados, que no se cansan de buscar respuestas que los hagan existir de nuevo:

  1. ¿Sabe sus nombres y apellidos exactos?
  2. ¿Sabe su lugar y fecha exacta de nacimiento?
  3. ¿Sabe los nombres y apellidos de sus padres?
  4. ¿Sabe cuántos hermanos tiene y cómo se llaman?

         Hace 25 años la cifra de colombianos que no tenía respuestas para estas cuatro sencillas preguntas bordeaba los 500 mil, hoy sin que se haya vuelto a realizar mediciones estadísticas esa cifra se ha elevado debido a los múltiples factores de violencia fuera y dentro de las familias, situación que ha desatado especialmente en zonas rurales la desorganización social que deja la guerra, el narcotráfico, la corrupción política y todos sus males.

         Hoy en pleno 2020, más de medio millón de compatriotas viven en silencio vidas que están entre los 12 y los 90 años esperando saber, ¿cómo se llaman?, ¿quienes los fecundaron?, ¿en dónde los parieron?, ¿cuándo nacieron? y ¿dónde están sus hermanos o el resto de sus familias?; preguntas que los preocupan, los enferman y se convierten para ellos en verdaderos retos a seguir y para lograr reponerse a estas muy difíciles circunstancias, en medio de sus quehaceres se motivan siempre a buscar el rastro que los lleve a encontrar una luz para lograr algún día encontrarse con su verdadero grupo familiar.

            Hombres y mujeres de todos los estratos sociales, viven hoy refundidos en una gran masa de interrogantes, entre la incertidumbre y el miedo, que unas veces los acerca a la verdad y otras veces los encierra en un verdadero limbo donde la oscuridad de tantas preguntas sin resolver no se aclara, simplemente porque no tienen  información sobre cual fue su comienzo:

  • Mi vida es como entrar a ver una película pero haberse perdido los primeros diez minutos, por eso es muy difícil de entender...

         Me repetía suplicante un hombre de casi 70 años, al que “alguien" se lo robó de su casa en Bogotá, lo llevó a los Llanos Orientales donde lo dejó al cuidado de los jornaleros de una finca y jamás regresó por él.

  • Lo único que recuerdo es que yo tenía una hermanita o me colocaban dentro de un cajón de madera con una bebé y yo le daba bocadillo con queso. Depronto todo es oscuridad y me veo en una casa de campo donde lloraba todo el tiempo y ya no veía el cerro de Monserrate...

         Me decía entre sollozos un hombre de 46 años al que “alguien" en su casa en Bogotá quiso castigar muy fuerte y tras salir corriendo a la calle, jamás supo regresar.

  • Todo lo que recuerdo es una mujer de cabello largo que me peinaba y me gustaba mucho que me alzara. Tengo 45 años y jamás he podido olvidar ese calorcito que sentía junto a esa señora, es todo lo que recuerdo.

         Evocaba una mujer que hoy busca a su madre con todo el amor que siente su corazón pero sin saber absolutamente nada de su procedencia, la misma que ella trata de encontrar hoy cuando mira a sus hijos y juega con sus nietos.

  • Solo recuerdo que me encerraron en una casa vecina a la de mi familia y me obligaban a meterme debajo de la cama cuando alguien extraño tocaba a la puerta. Una noche mientras dormía me sacaron de allí en una camioneta y me daban distintas informaciones. Unas veces me daban unos nombres y después me daban otros y algo que nunca creí, es que mi familia era mala, eso me lo decían todo el tiempo.

         Relataba una mujer a sus nietos e hijos, mientras iniciábamos las investigaciones para tratar de saber quién era y cómo podíamos ayudarla a  encontrar su grupo familiar, del cual la separaron tal vez para consumar una venganza o como forma no sangrienta de dar un escarmiento.  Algo muy propio como ajuste de cuentas en muchos sectores rurales entre familias.

         Inexplicablemente, entre más han sufrido estas personas irradian una bondad infinita que los hace excepcionales dentro de sus actuales familias, grandes trabajadores, amigos únicos, luchadores obstinados todos dotados de una solidaridad que nace de su propio dolor de ser seres anónimos, indocumentados, sin ningún rastro de origen pero registrados con nombres y apellidos muchas veces de funcionarios notariales, abogados, policías, sacerdotes o enfermeras que los encontraron y los auxiliaron para que no murieran entre un canasto, una caja de cartón, un potrero y hasta en cloacas o basureros públicos donde la posibilidad de morir en unas horas es inminente y de donde salieron sanos y salvos incluso después de vivir allí abandonados a su suerte varios días:

  • Me encontraron en el basurero de las galerías de Zipaquirá, Cundinamarca; donde permanecí abandonado entre la placenta por ocho dias. Un perro me salvó, dicen que me llevó comida y se sentó junto a mí y ladraba con rabia cuando alguien trataba de acercarse….   

         Me contaba un soldado profesional al que logré reunirlo con su madre 25 años después de vivir sin saber absolutamente nada de su procedencia, la cual supimos el día del abrazo con su progenitora y hermanos, quienes le contaron que fue robado por una señora que juró vengarse de la joven madre por haberse embarazado del esposo de la enfurecida mujer, quien según se supo murió de manera trágica, llevándose el secreto de lo que había hecho con el bebé que se robó.

          En una sociedad corrompida desde las entrañas mismas de la familia, estoy seguro, ya nada nos afecta. Todo se vuelve costumbre, Cualquier acto o tragedia humana se convierte en escándalo mediático y quedan en el mismo orden de importancia las nalgas de una modelo, un proceso de paz con guerrilleros, las trampas y miserableza de un político, la muerte de 20 niños aplastados dentro de un bus y las infidelidades de un actor o deportista famoso. Como ya nada impresiona, nada conmueve y nada interesa, ¿a quién le va importar que más de medio millón de colombianos no tengan ninguna información de su procedencia?

         El primero que debería preocuparse es el Estado. Un Estado que no existe, como no existen los antecedentes iniciales de este grupo de seres humanos anónimos. Y los destinados por la vida misma a arrastrar con bondad su terrible desgracia de haber venido al mundo sin saber ¿cuándo? ¿dónde? ¿Por quién?, tendrán que seguir en silencio su marcha en la búsqueda de respuestas que nadie tiene por el desorden. Primero de sus familias biológicas, segundo de las autoridades corruptas, tercero por un gobierno ausente que jamás mira con benevolencia a los que sufren y cuarto por todos nosotros como sociedad que nos convertimos con nuestro silencio en cómplices y patrocinadores de tanta maldad.

         Que más de medio millón de colombianos no sepan de su procedencia responde muchos de los problemas que afecta nuestra sociedad enferma y se convierten en una perfecta radiografía del estado actual de una sociedad corrupta, manejada por la narcopolítica, entre la guerra engañosa de paz y la creciente crisis económica que se avalancha tras una pandemia que agrega a tanta violencia y dolor, una nueva etapa de incertidumbre, con más frustración y más impotencia por parte de ciudadanos sufridos, acostumbrados a vivir en medio de la desesperación y la amenaza, la ley y la trampa y el soborno a cambio de silencio.

         Saludo a ese grupo de compatriotas que no existen, porque no tienen información de su comienzo y los invito a organizarse para que un día sean escuchados y tenidos en cuenta y también para que algún día, dejen de ser tratados como “recogidos”, “mantenidos”, “hijos de mala madre”, “abandonados”, “anónimos”, y no tengan que cargar sobre sus hombros y como “castigo” el profundo resentimiento social hacia ellos que llegaron para aliviar el gran pecado de una sociedad enferma e ignorante, que jamas entendió el inmenso regalo que representa la vida de ese medio millón de vidas anónimas que se convierten donde quiera que se encuentren en ejemplo de bondad y sacrificio.