Mientras los de siempre compran votos, forasteros compran tierras…

17 Marzo, 2022

Por ALEJANDRO MUÑOZ

Las elecciones. Hoy es el tema en el que se ha especializado todo Colombia. En cualquier esquina de pueblo usted puede escuchar verdaderas disertaciones políticas sobre las razones por las cuales la izquierda ha ganado terreno preponderante y avanza a pasos agigantados; mientras la derecha, permeada por la corrupción, se abre paso entre el miedo de sus seguidores, muchos de los cuales sufren el hambre diariamente.

            Y en medio de esa rutina diaria de hambre y miedo, parece que nos hemos devuelto a los tiempos de nuestros abuelos, en los que godos y liberales se aniquilaron, mientras los políticos de turno comían en el mismo plato. Así es, dentro de 60 años, nuestros nietos ya viejos, contarán a sus nietos que por el año 2022 Colombia salía de una pandemia de Covid-19 que dejó mortandad en todo el mundo y nuestro país libraba muchas batallas para lograr una paz que no llegaba, muy a pesar que fue negociada y sin embargo, el miedo generó odio y el odio orfandad, desolación y ruina. 

            Tal vez nadie contará que mientras unos se dedicaban a comprar votos y el país se sumergía en el letargo de las elecciones; japoneses, chinos, americanos, holandeses, chilenos, peruanos y mexicanos, aprovechan el desorden electoral para comprar tierras que a su vez aprovechan para sembrar sus productos y venderlos a cadenas de producción internacionales.

            Tal es el caso de Chile y México que en estos momentos exploran y compran terrenos al sur de Colombia, para cultivar aguacate, como principal producto de exportación a los Estados Unidos. Y uno se pregunta: ¿Conocerán de estas compras el presidente de la república y los ministros de agricultura y relaciones exteriores? ¿Quién da los permisos de venta de inmensas extensiones de tierra a extranjeros? ¿Alguien controla esas ventas?

Me cuentan amigos que viven en el Guaviare, que los mexicanos asentados al sur del país, han invadido terrenos donde imponen el cultivo del aguacate, el cual cuidan, cosechan, empacan y sacan del país, para vender al país del norte, incluso hay versiones que algún proveedor de la cadena Walmart, ya siembra en Colombia aguacate y frutos exóticos. Vuelvo y me pregunto: ¿Nuestros gobernantes de turno ya estarán enterados de esos cultivos? O simplemente, ¿Ya saben del tema y por ahora no hablan del tema?

Dicen los que me votaron del tema, que especialmente los Mexicanos, amplían la compra e invasión de tierras en Colombia, especialmente para cultivar coca y marihuana, todo a la sombra del aguacate y otros productos que sirven de pantalla para poder avanzar en sus prósperos negocios, en los cuales según los moradores de las zonas, no hay campo nadie distinto a personal contratado por los compradores de las tierras, que generalmente son traídos de otras partes y una vez en el terreno, levantan cercas impenetrables, hacen verdaderas fortalezas y poco o nada se sabe qué sucede al interior de las mismas.

Desde hace unos días las alarmas están prendidas en la región donde coinciden los departamentos de Arauca, Casanare, Vichada y Meta, donde un grupo de unos 15 orientales, más exactamente ciudadanos chinos, han sido vistos en la zona donde según el voz a voz, desean comprar un lote de 5 mil hectáreas, según ellos para cultivar productos que pueden enviar a China, donde muy seguramente planean lo mismo que están haciendo los mexicanos al sur, donde la mano de obra de nuestros campesinos no es tenida en cuanta para nada.

Otro tema del que nadie habla es que se han incrementado en la Orinoquia venezolana la búsqueda de yacimientos de Paladio e Iridio, metales que no se oxidan y tienen excelentes calidades de elasticidad y duración, utilizados hoy en la manufactura de microcomponentes para todo tipo de partes electrónicas en electrodomésticos, teléfonos celulares, computadores y automóviles. Y compañías extranjeras merodean constantemente ese rincón de Colombia donde constantemente se oye hablar de compra de grandes extensiones de tierra.

Lo cierto es que mientras los colombianos nos peleamos por quién le robó los votos a quien, otros nos están robando nuestras tierras en las narices. Es impresionante ver en Vichada, Guainía y Vaupés, haciendas, cultivos, descansaderos, talleres de producción y cuanto proyecto se nos ocurra dedicado a la ecología, el agua, el aire, etc., impulsados en terrenos Colombianos por extranjeros principalmente europeos y americanos, que si bien están ayudando con sus conocimientos no sabemos ¿qué fines persiguen? ¿detrás de qué están en nuestras tierras? Y mucho menos sabemos ¿quién les dio los permisos y a cambio de qué?

Dentro de las ironías que nos presenta hoy la realidad nacional, mientras todos estamos agarrados por vigilar que grupo engaña al otro y cómo es que se hacen las trampas; nos queda una sola por aprender: al paso que vamos, nos vamos a quedar sin país. Con el cuento de la inversión extranjera cada gobierno "ha hecho su agosto” y según se ve, nuestro mapa poco a poco se convierte en una gran colcha de retazos que ya no es nuestro y lo peor, los vecinos de esos nuevos dueños, es decir nuestros campesinos con la pata al suelo y acorralados por la miseria, seguirán pagando las consecuencias en primer lugar del miedo y de ñapa, el odio.

No podemos seguir mirando y sin hacer nada, mientras cada vez y con más intensidad tendemos a los extremos: odiarnos unos a otros inmisericordemente, pues mientras los ancianos acorralados por el hambre, como Alejandrina Guevara sorprendida a sus 85 años robando tres libras de arroz; son detenidos por la policía y llevados ante un Fiscal para que confiesen ¿dónde están sus cómplices y qué otros planes tienen para desestabilizar el país?, nuestros jóvenes como Daneidy Barrera Rojas, la popular 'Epa Colombia’ o el joven Suani Lefevre Bessudo, estudiante de la Universidad De Los Andes, confirmen espontánea y libremente las mismas necesidades, por una crianza con pobreza o con riqueza pero en medio de muchos miedos.

Espero que los que alimenten con sus puntos de vista y sus comentarios, no carguen esta reflexión con más odio y mas miedo. Definitivamente las soluciones no van a llegar con discursos partidistas, fanatismo político o groserías e improperios contra uno y otro candidato. Lo cierto, lo real, lo autentico, lo tangible, es que entre más extranjeros se están adueñando de nuestras tierras, aumenta el hambre y el odio. Entonces debe haber una solución que redunde en paz y vida para el campesino labriego, que hoy deambulan por millones desplazados siempre huyendo de la guerra; sin tierra, sin familia, sin protección alguna y menos sin leyes, porque ya ni eso les pertenece.