Michín no dijo a su mamá “quiero mirar teta”, sino “quiero volverme pateta”

08 Junio, 2021

Por GERMÁN NAVAS TALERO Y PABLO CEBALLOS NAVAS

Idiota no es el que concibe una idea grandotota sino aquel que cree en un idiota.

En las últimas semanas se ha puesto de moda el término ‘gente de bien’. Germán recuerda que in illo tempore hablaban de la ‘high’, en referencia a la clase alta, pero cuando él observaba a estas personas no comprendía a qué se debía el nombre porque eran gente bajita. Como todo cambia, la clasificación también mutó. ¿Qué es gente de bien? Ahí nos lo pusieron difícil, pero averiguamos cómo le dirían en tiempo de Colón a la gente ‘distinguida’ y encontramos que se les conocía como hidalgos. Nos adentramos en averiguar qué era hidalgo, término empleado con frecuencia en la obra de Cervantes, y para nuestra sorpresa era algo muy sencillo: se refería a ser hijo de algo. Siguiendo a este autor, él frecuentemente escribe ‘hideputa’, cuando quería decir hijueputa, con lo cual confirmamos que entre los hidalgos hay algunos hijos de puta. Nuestros ‘hidalgos’ colombianos fueron quienes el 9 de mayo en Cali se disfrazaron a la usanza del Ku Klux Klan para atropellar, disparar y hostigar a la minga indígena. Luego el color blanco no siempre es símbolo de pureza, puede ser también la apariencia de la maldad.

Algunos comunicadores y comunicadoras “analfasordos” acusaron a Germán de referirse en término de ‘carniceros’ a quienes marcharon contra las marchas en Cali, cuando él hacía referencia expresa a aquellos que, disfrazados de Ku Klux Cali, agredieron a los indígenas que llegaban a la ciudad. La manipulación que hicieron de su intervención se torna graciosa con el hecho de que él no sabía de la ‘marcha del silencio’ sino hasta el día siguiente, porque como era silenciosa no la escuchó y como tampoco la transmitieron pues no la vio. Esto para aclararle a una pseudo-periodista cuyo apellido es el parentesco que existe entre Pablo y Germán y que escribe en una revista de nombre desconocido por nosotros. Así pues, para Germán la marcha del silencio se quedó en el silencio. Si alguien se siente ofendido luego de esta aclaración, como al gamín, al que le caiga el guante que se lo plante.

Sobre el mismo tema pero con distintos actores, vimos un video de un joven que reflexiona sobre las marchas del silencio y con atino afirma que quienes participan en estas “no tienen el arte, (…), no tienen las voces de las mujeres pobres, (…) no tienen nada que decir (…) ustedes no tienen nada.” Espectacular. Su cuenta en TikTok es @fucvoi y el video pueden verlo dando clic acá. Otro que vale la pena escuchar es a Julio Hernán Correal en el video al que pueden acceder acá, a nosotros nos divirtió mucho.

Un amigo que no habla bien español nos dijo “¿y ustedes qué tienen contra la gente de well?” [asumimos que quería decir “bien”], a lo cual le contestamos: no tendríamos nada contra quienes se autodenominan de bien si fueran well-behaved [se comportaran bien]. Disparar contra alguien, atropellar con una camioneta a un manifestante, amenazar a un periodista con pegarle un tiro, crear grupos de “autodefensa” para salir a disparar al lado de la Policía, acosar mujeres manifestantes, llamar vándalos o terroristas a quienes exigen que se cumpla la Constitución no nos parecen ejemplos de buen comportamiento, todo lo contrario.

Sobre lo que es bueno o malo, ello siempre dependerá del punto de vista desde el que se mire. Por esa razón, cuando Germán hubo de explicarle a sus compañeros de Cámara qué era eutanasia, les indicó que la raíz eu corresponde a bueno y tanacia hace referencia a Tánatos, dios griego de la muerte, por lo que eutanasia es la buena muerte. Así pues, quien se llama Eugenio será bien nacido, en tanto que al malnacido le decimos malp……

Ya que hablamos de la gente de bien, no sabíamos que los aplausos había que pagarlos. Sabíamos que el aplauso y el olé son manifestaciones del vítor que merece un artista o un torero por su presentación, pero que haya que pagarle a la gente para que grite arengas –o haga simple presencia– indica el poco valor de una manifestación. Esto viene a la información que conocimos, soportada con videos, donde se da cuenta que los marchantes contra las marchas eran financiados con 50.000 pesos por prepucio o por brasier. Qué diferencia con la minga de los indígenas del Cauca, quienes concurrieron a su protesta porque s e l e s d a b a l a g a n a. Entendemos entonces que los de la marcha del silencio recibían estipendio por salir a las calles. Estos marchantes nos recuerdan a las plañideras, a quienes se les pagaba para que lloraran a un muerto que no conocían. Por el billete bien valían las lágrimas y ahora ponerse la camiseta blanca. Esos que marchan por 50.000 pesos son los mismos que en año de elecciones venden su voto por igual precio.

Preocupante, y esto sí a manera de comentario serio, la situación del presidente del Polo Democrático Alexander López Maya, quien por ser senador de la oposición fue amenazado y tuvo que sacar a su familia del país. Le preguntamos al ministro de los cien pies para desembarrar cien metidas de pata –sobra decir, también ministro mentiroso– Diego Molano Aponte, cuáles garantías se le están dando al doctor López para que pueda continuar su actividad política. Ya vimos que por otro lado, por hacer el deber legal y humanitario de proteger a quien está siendo maltratado, Alexander se ha visto sujeto al poder de la procuradora Cabello con una nueva investigación. ¿En qué cabeza cabe que a un senador de la República que está cuidando de los ciudadanos –sus electores– le inicien un proceso por hacer eso? Como diría la senadora Cabal, señores de la Procuraduría ¡no sean vagos, trabajen!

Sabemos que Inti Asprilla (@intiasprilla), Ángela María Robledo (@angelamrobledo), María José Pizarro (@pizarromariajo) y Wilson Arias (@wilsonarias) han sido todos víctimas de ese moscarrón incómodo que hace mucho ruido y mucho daño y que recibe el sonoro nombre de Procuraduría General de la Nación. No recuerdan los perseguidores que los cristianos se hicieron muchos y terminaron con el poder después de haber sido maltratados injustamente.

Cambiando de tema, para morirse de la risa por la falta de oficio, en el Congreso transita un proyecto de censura velada del caletre de la ministra Karen Abudinen Abuchaibe, con la bendición de uno que otro cristiano, algo del Centro Democrático y un pite del conservadurismo, que busca que los menores no sean corrompidos por el cuerpo de una mujer desnuda o por un seno mal cubierto, olvidando que todos nosotros lo primero que vemos es la forma del seno de nuestra madre. ¿Dónde está la obscenidad? Michín no dijo a su mamá “quiero mirar teta”, sino “quiero volverme pateta”.

Y como la moralidad depende de donde esté sembrada la mora, tememos que cuando el señor Ordoñez sea presidente de la República y esté vigente el control y censura de contenidos, nos tocará ver todas las noches una película con pasajes de la Biblia, siempre y cuando no toquemos el tema del incesto entre Lot y sus hijas ni el pecado original (tan bueno) entre Adán y Eva. Ese proyecto, como era de suponerse, ya obtuvo su primera unción en la Comisión Primera de la Cámara y falta entonces que, vestidos de monjas y sacerdotes, nos pongan a todos a votarlo en la plenaria. Se podrá mostrar si le da la gana la vida de san Pablo Escobar, no importa quién sea el libretista, pero si en un programa se le enseña al niño métodos de planificación o cómo usar un preservativo, ahí sí será necesaria la censura. Nosotros, en tanto, nos miramos abuelo a nieto y nieto a abuelo y decimos ¡qué bello es el cuerpo de una mujer desnuda! Preferiremos siempre que una persona compre condones a cartuchos de 9mm.

Que chillen desde ya los medios de comunicación, pues con “nadito” de perro los moralistas a sus casas se meterán y a nuestro pariente libretista le aconsejamos que deje de escribir sus pendejadas y se meta de pastor. Como dijo el mago: colorín colorado, esta columna se ha acabado. Esperamos que la hayan disfrutado y les pedimos que la recomienden a todos sus conocidos. Hasta la próxima semana.