Las autoridades mexicanas deben garantizar la protección de las dos hijas de Victoria Esperanza Salazar e informar a su familia sobre el paradero de su hija mayor, quien seguía sin localizarse a la hora de publicación de este comunicado, dijeron Amnistía Internacional, el Instituto de las Mujeres en la Migración (IMUMI) y el Grupo de Monitoreo Independiente del Salvador (GMIES) hoy. Además, deben garantizar los derechos de la familia a la verdad, la justicia, la reparación integral del daño, y la repatriación digna de su cuerpo, afirmaron las organizaciones, tras la publicación de un video en el cual se observa cómo cuatro policías ocasionaron la muerte de Victoria al ejercer un uso excesivo de la fuerza en Tulum el 27 de marzo.
“Ellos sometieron demasiado a mi hija, le torturaron en pocas palabras. Ahí se oye cuando ella grita. Yo creo que fueron los últimos gritos cuando le quebraron el cuello y le quebraron muchas costillas. Yo pienso que como seres humanos nadie merece esta muerte”, dijo Rosibel Emérita Arriaza, la madre de Victoria, a Amnistía Internacional.
“Yo como madre sé que mi hija no la voy a recuperar, solamente me quedaré con los recuerdos de mi hija. Lo que pido es una justicia real, donde investiguen exactamente todo lo que pasó en este abuso de la autoridad que hicieron estas cuatro personas… que caiga todo el peso de la ley sobre estas personas. Y también el Estado mexicano debe responsabilizarse como Estado, porque esto fue un caso parecido a lo que pasó en Estado Unidos con [George] Floyd”.
La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) confirmó públicamente que Victoria Salazar se encontraba en México en calidad de refugiada desde el 2018. La señora Rosibel confirmó que este lunes 29 de marzo, en la tarde, se enteró de la localización de la hija menor de Victoria, quien tiene 15 años, pero no sabe dónde ni cómo está la hija mayor de 16 años. Dijo que ninguna autoridad mexicana se ha comunicado con ella y que sólo se enteró del asesinato de su hija por alguien que lo vio en las noticias.
"Ellos sometieron demasiado a mi hija, le torturaron en pocas palabras. Ahí se oye cuando ella grita. Yo creo que fueron los últimos gritos cuando le quebraron el cuello y le quebraron muchas costillas. Yo pienso que como seres humanos nadie merece esta muerte".