Solo alguien que se ha sumergido en las profundidades de la filosofía económica y política puede llegar a tal conceptualización desde la teología para develar Las armas ideológicas de la muerte, que así llamó a su libro un gigante de la filosofía tan físicamente parecido a su apellido fuerte, grande, sonoro: Hinkelammert, Franz Hinkelammert, que medía más de dos metros, rubio, blanco, alemán de nacimiento, latinoamericano por decisión propia que se nos ha ido en estos días.
Hinkelammert, así como era de sólido su nombre y su conocimiento era su ternura al hablar el español con su acento alemán de gestos suaves, de risa de niño burlón ante las desfachateces del capitalismo creyendo que nadie se iba a dar cuenta de las armas ocultas para acabar con la vida de este Planeta. Hinkelammert, toma los descubrimientos de Marx y los potencializa desde Latinoamérica, primero desde Chile de donde tiene que salir huyendo por el golpe de Pinochet en 1973 y después desde Costa Rica donde se radica y funda el Centro de Pensamiento Crítico, que más que un lugar físico es un sitio de la razón en todo su esplendor.
Hinkelammert, para llegar a las conclusiones de toda su obra con títulos tan sugestivos como El grito del sujeto, El huracán de la globalización, La maldición que pesa sobre la ley, entre otros que despiertan inmediatamente el interés por leer sus libros se basa en un sentido superior, el de la sospecha, el que todos deberíamos tener bien afinado en este mundo de apariencias. Un académico como él con su doctorado en economía sabe que necesita un marco epistemológico para desentrañar los movimientos de esta sociedad, pero no los halla en la economía ni en otra ciencia, sospecha, entonces, que hay algo en la actitud humana presente que solo lo explica no una ciencia que necesita la verificación de sus hallazgos, sino un área del conocimiento que tiene nombre de ciencia, la teología, que se pregunta por el sentido del humano en el mundo, la revelación de una Superioridad, el trascender lo invisible. La agudeza crítica de Hinkelammert tomará la teología no para estudiar los signos de la revelación de una Superioridad sino para explicar la espiritualidad subyacente a un sistema económico como lo es el Capitalismo, camino trazado por Marx.
Hinkelammert parte del concepto de fetichismo de Marx, término al que recurre para explicar cómo el ser humano en la modernidad bajo el sistema capitalista crea dioses que después venera, fetiches, como el dinero, la mercancía y la propiedad privada. Haciendo aparecer a las mercancías como sujetos y a los sujetos como mercancías delegando en un mecanismo mercantil la decisión sobre la vida o la muerte, eludiendo toda responsabilidad ¨ Y esta irresponsabilidad la proyecta en un Dios con arbitrariedad infinitamente legítima, que es el Dios de la propiedad privada, de los ejércitos y de "la historia". Pero la verdadera esencia de este Dios es la renuncia del hombre a hacerse responsable de los resultados de la obra de sus manos…¨.
En otro de sus libros nos advierte de la importancia del marco de lo factible frente a lo mejor posible, desconociendo el humano aquello que es imposible, por lo cual perecemos en un proceso de nunca acabar. Lo imposible como una utopía para orientarnos, atentos a la ilusión de lo inalcanzable que tiene como referencia al ser humano y su vínculo con el círculo natural de la vida.
Franz Hinkelammert tiene a través de su obra un criterio ético, un referente de valoración para lo imposible y lo factible, para el análisis de los sistemas sociales, económicos, políticos, teóricos: los límites del ser humano y su relación con la naturaleza. Límites ante todo corporales relacionados con las condiciones necesarias para la reproducción y sostenimiento de la vida como la cantidad necesaria de agua, de alimentos, de condiciones de vivienda, de territorio para el relacionamiento entre unos y otros para la vida afectiva.
Pero la oposición en Colombia se ríe y lanza una sospecha sobre la salud emocional de un presidente que el noventa por ciento de sus acciones diarias las dedica a la defensa del agua, del clima, del campo, condiciones de posibilidad de todas las vidas y el diez por ciento a su vida privada. Una oposición carente de conocimiento humanístico, que no relaciona su profesión –cualquiera que ella sea- con los principios básicos de la vida. Tecnócratas vacíos de historia, de filosofía, de antropología, de ciencias humanas que son marcos de referencia para las otras ciencias. Con un pensamiento fragmentado incapaz de establecer ilación entre los comportamientos individualistas y su repercusión en el mundo del Otro. Una oposición histérica, en el sentido de una ceguera con ojos sanos, una ceguera emocional producto de un egoísmo suicida. Dueños de un pensamiento corto placista que no alcanza a darse cuenta que la pobreza de unos será su propia pobreza. Riéndose de las medidas de un gobierno que defiende los ríos, los mares, el cultivo de la tierra, la educación para todos los estratos sociales.
Una oposición que envilecida por el dinero mal habido no quiere renunciar a sus ¨buenos tiempos¨, se niega a percibir la realidad del caos que su conducta particular le ha ocasionado a toda la sociedad como si fuese un individuo aislado y no parte de un todo. Aquel que critique la situación deteriorada en que va dejando los suelos al explotarlos, a los humanos al maltratarlos es vivenciado como peligroso, como entrometido; defienden el equilibrio de un Estado enfermo. Han tomado como hábito histérico, de negación de la realidad, la eliminación de información científica sobre el cambio climático, sobre la repercusión de los bajos índices de nutrición en los niños en el progreso de un país, sobre las potencialidades de un país en paz.
La oposición ha construido un mundo de dioses falsos a los que adora y se somete, pretendiendo que el resto se postre a los pies de las riquezas mal habidas, de los lujos, de la acumulación cruel de riqueza. Desconfía de la bondad del Otro, pero no sospecha de su propia perversidad. Hablan de salud emocional sin conocer las categorías que la rigen, tan sencillas como los mecanismos de defensa psicológicos ante la vida. La oposición, si de salud mental se trata, utiliza un mecanismo mental de manera estereotipada, que es característico de la psicosis: la negación…, pero se ríe de quien avisa de la tormenta que se acerca.
Ya no está con nosotros Franz Hinkelammert, con su barba y cabellos blancos, savia y sombra del pensamiento crítico latinoamericano, el que hizo parte de la Teología de la Liberación, la liberación de los dioses falsos del Capitalismo. Extrañaremos tu inteligencia deslumbrante, tu bondad y tu risa de niño.
* Psicóloga. Magíster en Filosofía - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.