En los últimos tiempos de la Paz Total se ha generado una fuerte ola de violencia en diversos territorios indígenas, aun en los tiempos del Acuerdo Final de Paz, los grupos armados irregulares que habitan los diferentes municipios y territorios, la ola de violencia se escala en lugares donde hace 9 años (tras la firma del Acuerdo de Paz) se pensó que el conflicto se iría con las balas y el reclutamiento, sin embargo, la ola de nuevos actores armados no con ideales políticos, sino con fines económicos han permeado nuevamente grandes asedios en territorios donde se pretende hacer cambios necesarios para la paz estable y duradera.
Este fenómeno en el último año ha originado grandes desalientos en el proceso de implementación del Acuerdo Final de Paz, así como de la política de Gobierno de Paz Total, pero ¿Por qué continúa el conflicto? Es una pregunta que desde los diferentes estándares de los derechos humanos son múltiples los factores que son vulneraciones explícitas al bienestar y el buen vivir de las personas y los pueblos que habitan los territorios, no obstante, dados los múltiples intereses económicos y con las coyunturas a nivel mundial, no se piensa que sólo el narcotráfico, la extorsión y otros actos de uso ilegal, permitan que éstos grupos sigan existiendo y enfilando cada vez más la violencia con un recrudecimiento como en la época del llamado Plan Colombia.
Al tener presente los puntos anteriores, un aspecto relevante frente a las economías del uso ilícito son un atractivo menos valorado en el mercado de las drogas con fines de uso ilícito, de ahí que Colombia haya planteado, recientemente, ante las Naciones Unidas que se evalué la hoja de coca como excluida de las sustancias más dañinas, este antecedente genera que el mismo mercado genere nuevas formas de percibir los usos y costumbres de la hoja sin transformación de uso ilícito, por ello, parece que los grupos armados ilegales han volcado sus miradas hacia otros bienes que son más lucrativos y generan menor riesgo por la inversión que conlleva poner en el mercado mundial, y más ante las recientes incautaciones que se han hecho por parte del Gobierno Colombiano.
Uno de los recursos que vuelve ser atractivo, desde la época del colonialismo y que existe con mayores volúmenes como decía en su libro Ocampo, la Castilla del Oro. Un elemental de alto valor en el mercado, con niveles de crecimiento en valor de mercado por su calidad y su composición natural, este metal (el oro) que brilla como el sol, se ha convertido en un bien que por sus mismas características resulta atractivo de explotar, capturar, compactar y comercializar con mejores rentabilidades y menores riesgos.
Por eso, el crecimiento y despliegue de los grupos armados irregulares con fines de escalamientos de la violencia en lugares como los departamentos del Chocó, Norte de Santander, Antioquia, Cauca, Putumayo y Nariño, se intensifica en territorios de tránsito como La Guajira, Magdalena y el Pacífico, para las economías de otros continentes.
Con la llegada de Trump a la Presidencia de Estados Unidos (EE.UU.) y sus nuevos aliados que tienen su propósito el “Make América Great Again” (hacer América grande de nuevo) en su segundo mandato, ha sido claro con posiciones xenófobas, racistas y misóginas, sobre todo con aquellos que han sostenido la mano laboral de manera informal durante los últimos 20 años, con unas políticas ultraderechistas y algo extremadamente ortodoxas, ha sido claro que EE.UU. será para las grandes inversiones, los capitales fuertes como un Emiratos Árabes Unidos (UAE, por sus siglas en inglés) pero en el lado de las Américas, una Norteamérica para los ricos.
De ahí que los nuevos intereses en la geopolítica de los grupos armados irregulares se evoquen en sus actividades de uso ilícito a la explotación de Minerales como el Oro, que aunque se puede hacer de maneral ilegal e informal, su rastreo y procedencia una vez se embala y se presenta en el mercado puede generar menor riesgo y pérdida, será un nuevo mercado que ha pasado por desapercibido en el ojo de cómo aplicar las políticas públicas en territorios olvidados con grandes riquezas naturales, como si fuese de manera seleccionada el olvido por los múltiples actores del Estado.
Si no se presta atención debida a estos nuevos fenómenos que surgen a partir del proceso y el nivel de riesgo de las economías de uso ilícito como la Cocaína y otros, que en un corto plazo si se suman a la legalidad con un debido proceso de reglamentación y control social, serán los nuevos elementales y demás que darán paso al crecimiento de la violencia con fines de explotación y absorción de recursos de gran valor en el mercado internacional para aquellos con grandes patrimonios y bienes suntuarios que puedan tener sin fiscalización.
* Delegado Presidencial de Paz en diálogos sociojurídicos