La notificación

12 Septiembre, 2020

Por CÉSAR TORRES

Una notificación es un acto, o serie de actos, por medio de los cuales se le comunica a una persona, natural o jurídica, una decisión que le incumbe y frente a la cual se espera que actúe.

En la noche del 9 de septiembre de 2020, el gobierno de Colombia en todas sus instancias ha sido notificado: hay ira en las calles, la ira ha superado el miedo y ya son absoluta minoría los que aún creen que todos nuestros males provienen del conflicto armado, de un gobierno vecino y enemigo y/o de la terquedad y egolatría de algún político de izquierda.

Los demás, la inmensa mayoría, ya sabemos que los males y tristezas que agobian a Colombia son causadas por el régimen, es decir, por esa coalición de gobierno de la que hacen parte sectores económicos, políticos, militares y delincuenciales, que se unen para robarse todo lo que encuentran a su paso por las instituciones y cuentan con una amplia garantía de impunidad.

El régimen, esa coalición delincuencial, pretende gobernar a punta de terror y crimen. Han hecho del asesinato un método para buscar control social. Durante este año han cometido 50 masacres en las que han sido asesinadas más de 200 personas indefensas. Durante este mismo periodo han matado a casi 100 líderes sociales. 

Pero tal como lo dijo el miércoles 9, en horas de la noche, un joven que miraba arder el CAI de Villa Luz: ya no copiamos de visaje.

A los manifestantes, violentos o no, nadie los manda. Nadie los financia. No hay quien los dirija. No tienen miedo y están furiosas y furiosos. 

No son guerrilleros infiltrados intentando socavar el orden institucional, ni vándalos, ni desadaptados, ni vagabundos sin oficio que encuentran “algo para hacer” promoviendo las protestas. Son personas de todos los estratos sociales, trabajadores de todos los oficios que se han cansado del régimen que cada día asesina y masacra gente civil, inerme.

Quienes protestan aprendieron de la Gobernadora Nasa Cristina Bautista Taquinas, quien días antes de su muerte dijo “Si nos quedamos callados nos matan, y si hablamos también nos matan. Entonces hablamos.”. Quienes ayer y hoy protestan en las calles prefieren hablar, gritar, hacerse oir a las buenas y/o a las malas.   Ellas y ellos nos cuentan que en los más pavorosos asesinatos de gente indefensa, casi siempre hay participación de algún miembro de la fuerza pública.

Las y los manifestantes han decidido salir a la calle para poner en evidencia que algunos asesinatos de líderes sociales y/o de ex combatientes, son parte de un plan institucional. Nos han contado  que muchos de esos crímenes son ordenados por altos oficiales de nuestras Fuerzas Armadas,  ejecutados por soldados y gatilleros profesionales y debidamente ocultados por los funcionarios de la rama judicial que debían encargarse de esclarecer las responsabilidades.

Y, sobre todo, nos cuentan que no se aguantan más esa matazón y esa impunidad. No se aguantan más al régimen y no le tienen miedo.

Del presidente para abajo, incluidos el preso del Ubérrimo y los alcaldes y alcaldesas alternativos y tradicionales, están notificados.