La información y el cambio

30 Enero, 2023

Por CICERÓN FLÓREZ MOYA

En el fortalecimiento de la democracia propuesto mediante los cambios previstos y que son objetivos y metas del gobierno presidido por Gustavo Petro, la información tiene una función fundamental. Pero esta debe ser veraz y oportuna, revestida de transparencia ética.

La propagación de narrativas nutridas de mentiras tiene como finalidad desorientar y ese es el empeño de las llamadas bodegas, alimentadas por intereses muy particulares. Las redes sociales alineadas en ese empeño hacen de cajas de resonancia, en lo cual también caen algunos medios de comunicación, matriculados en vicios que llevan a la perversión.

Es necesario ejercer veeduría constante sobre la información que diariamente se entrega a los colombianos por distintos canales. Veeduría para denunciar falsas versiones, para desbaratar aquello que se difunde desde la imaginación de voceros irresponsables.

Conjuntamente con la violencia y la corrupción, la distorsión se ha convertido en surtidor cotidiano. Hay que estar alerta para no dejar prosperar esa práctica, con lo que se busca bloquear el proceso de cambio ya emprendido.

No es que nos convirtamos dóciles monaguillos del gobierno. De lo que se trata es de aprender a vivir con la verdad y defender el derecho a una información sin sesgo. No se renuncia a la crítica. Lo que no puede consentirse es la mentira. La verdad es pieza esencial de la libertad.

La defensa de la información con apego a la veracidad incluye la verificación de los hechos de interés público. Investigar para comprobar es un ejercicio que lleva a la certeza.  Entre los ciudadanos debe ser constante debatir lo que ocurre, desentrañar los acontecimientos y medir sus efectos. No pueden el rumor, o las suposiciones o la especulación calculada reemplazar la información veraz.

La mentira es un recurso al cual acuden quienes están en la misión de bloquear cualquier apertura al cambio. La publicación de versiones falsas, la calumnia, la agresión a quienes son activistas del cambio imputándoles acciones en que no han incurrido es una estrategia que le apuesta al desprestigio con fines perversamente políticos.

En fin, hay que estar consciente de que no faltarán las celadas de distorsión. Angustiados ante la posibilidad que se superen el atraso y la acumulación de problemas predominantes, los cuales son fuente de ganancia de la mezquina nómina de privilegiados, la casta opositora acude a lo que sea en su empeño de seguir manejando el país en provecho excluyente. A eso hay que salirle al paso, con serenidad democrática pero con la decisión de cortarle las alas a la pretensión de continuar en la viciada tradición de más de lo mismo.