Siento por la ciudad de Santa Marta y por el departamento del Magdalena un profundo cariño que se fue formando desde mi niñez. Como todos los cariños que se crean a tan tierna edad cuando la intuición de la inocencia sabe dónde están los afectos para ir a buscarlos, así, nosotros íbamos una y otra vez a sus mares, a la Sierra Nevada, a sus ríos; atravesábamos a Santa Marta para seguir a Cañaveral, a Bahía Concha, a Neguanje verdaderos paraísos como a pocos días de la Creación.
Hasta que Santa Marta fue creciendo tanto que ya la quinta de San Pedro Alejandrino, donde murió Bolívar, la que quedaba fuera de la ciudad, estaba ahora al alcance de las rutas de los buses y, de pronto, se espació la noticia de que profesores muy calificados de Barranquilla viajaban a dar sus clases a la Universidad del Magdalena, la que estaba floreciendo pues, había quedado sumida en el olvido durante años por el mal de todas las instituciones públicas en Colombia: no tener dolientes.
Resulta que un hijo del departamento del Magdalena, nacido en Aracataca, más allá de Santa Marta, había llegado a la rectoría de esa Universidad despertando gran asombro en la misma Santa Marta, en Barranquilla y en las ciudades cercanas porque la estaba rescatando de la corrupción a manos de los caciques políticos, le surgió un doliente que se conmovió de su languidez, Carlos Caicedo Omar, quién la sacó adelante financiera, académica y socialmente porque pagó un déficit enorme, elevó su nivel académico y, ahora, los magdalenenses, se sentían orgullosos de estudiar en ella. Eso empezó hace veintiséis años, hoy, Caicedo, como le dicen, es el jefe del partido Fuerza Ciudadana que él creó junto con otras personas, fue alcalde de Santa Marta, Gobernador del Magdalena y candidato presidencial en el 2018.
Antes que las redes sociales denunciaran cotidianamente los hechos políticos de nuestro país, el voz a voz ya contaba cómo Caicedo defendía, organizaba y proyectaba la Universidad; después, cuando fue alcalde de Santa Marta y gobernador del Magdalena hizo lo mismo para sacar a los clanes políticos que han vivido obscenamente del Estado hundiendo a la gente pobre mientras ellos se enriquecían cada vez más. Desde entonces, no ha habido un día en que Caicedo deje de salir reseñado en la prensa por el acoso de la élite política de esa ciudad, que hasta lo llevaron preso injustamente.
Un aspecto que despierta gran curiosidad es, ¿cómo es posible que, en una ciudad como Santa Marta, en una región como el Magdalena sustraídas durante siglos por una clase política inamovible mandando, abusando, explotando a la gente de bajos recursos haya sido posible que alguien declarado de ideas socialistas y defensor de los Derechos Humanos conquistara a un pueblo al que le inocularon tanta prevención hacia esos términos? La explicación puede ser que tiene la claridad que, en política con el pueblo, en ocasiones, es más importante el hacer que el pregonar una ideología; que es más importante dar a probar los beneficios de una forma de gobernar empática, justa, organizada y transparente para después, llegado el caso, enmarcarla dentro de unos lineamientos teóricos y no cometer el grave error de muchos políticos de izquierda que por presumir lanzan al viento sus filiaciones ideológicas frente a sectores apáticos o poco instruidos, pero, sí manipulados durante siglos por la élite dominante contra todo lo que suene a izquierda, para después tener que remontar con un trabajo enorme esa animadversión infundada.
Me encanta ver los procesos donde la gente trabaja por un bien común. En una ocasión, pude observar algo de Fuerza Ciudadana en Santa Marta cuando conocí a Rafael Noya, Abraham Katime y Fabián Bolaños quienes, desde diferentes posiciones en el partido y desde diversos temperamentos, pero con el mismo compromiso, trabajaban honestamente para sostener su partido que después de las elecciones del 29 de octubre del 2023 es mayoría en el Concejo; tiene dos curules en la Asamblea; la gobernación con Rafael Martínez y están batallando para que no les arrebaten el triunfo para la alcaldía de Jorge Agudelo. Además de sufrir todo el saboteo político y jurídico durante este tiempo, aún siguen soportando el acoso a través de la intervención que le hizo el anterior presidente de Colombia a la Empresa de Servicios Públicos de Santa Marta que hoy la tiene Empresas Públicas de Medellín –EPM- que presta muy mal los servicios, lo que reduce enormemente la calidad de vida de los ciudadanos de esta región; además, es una vergonzosa colonización de un partido a otro y de una región a otra en el mismo país, lo que tiene en pie de lucha a Carlos Caicedo por recuperar la autonomía de la empresa samaria.
Quisiera ver a Santa Marta, la primera ciudad fundada en Colombia, cumplir sus quinientos años en el 2025 en medio de una real libertad, como las olas de sus mares, que es la libertad política, con un partido como Fuerza Ciudadana, salido de lo común en Colombia, cubo de ensayo de un socialismo costeño que conserva el espíritu de Jaime Bateman Cayón; que ha sido una fortaleza resistiendo el cerco implacable de los colonos criollos, que podría aspirar a una candidatura de Carlos Caicedo a la presidencia 2026 porque, nunca es temprano para organizar la disputa honesta de la representatividad de un país tan golpeado como Colombia. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.