Golpe de chambones

23 Marzo, 2021

Por GERMÁN NAVAS TALERO Y PABLO CEBALLOS NAVAS

“Ninguna autoridad puede tener una sentencia proferida por quien siendo condenado, condena” –Cicerón.

Con los hechos de esta semana que acabó hemos confirmado que nuestro país es el mejor terreno para sembrar vagamunderías, trampas y marrullas. Prueba de ello nos la dieron 25 honorables representantes que aparecen en el mosaico a continuación:

(Imagen de los firmantes del P.L. para extender los periodos, mosaico elaborado por Trabajen Vagos)

Como verán hay de todo, como en botica, pero la mayoría de los firmantes pertenece al Partido Conservador como lo señaló Las2Orillas: “cinco conservadores encabezan la infamia que se promueve desde el Congreso”. Esto resulta contradictorio al pensar que, según los filósofos de barrio, los conservadores son amantes del orden, pero con este proyecto lo que causarán es un desorden para pelechar ellos. En una de las múltiples fotografías que circularon en redes sociales aparece encabezando Buenaventura León, vocero del Partido Conservador en la Cámara, verlo ahí deja en plena evidencia la intención del partido de hacer parte del proyecto.

Lo que sí es cierto es que aquella trampa a la democracia nació en la desocupada mente del presidente de Fedemunicipios, Gilberto Toro, y decimos “desocupada” porque nunca le hemos visto un proyecto en favor de los municipios. Buscamos a ver qué ha hecho este señor además de quedarse con los recursos de las infracciones de tránsito y de intentar aumentar el periodo de sus áulicos alcaldes, como era de esperarse no encontramos nada.

En consecuencia les proponemos un censo, pedimos a nuestros lectores que nos cuenten para qué sirve la Federación de Municipios –además de para pagarle el sueldo a su presidente–. Recordamos que el señor Toro hace unos años quiso meter mano en el cobro de las multas de tránsito en Bogotá, pero la Alcaldía le dijo nanay cucas, el asunto se fue a los tribunales y la administración distrital salió victoriosa. Los que saben de la materia dicen que Toro está tan desacreditado que ya no le convidan ni siquiera a un piquete de barrio.

La primera advertencia sobre este proyecto la recibimos de un destacado periodista, quien nos preguntó si sabíamos qué iban a hacer los congresistas. Germán quedó sorprendido, no pensó jamás que se llegara al tamaño de frescura necesario para prorrogarse el mandato porque se les da la gana.

Entre las firmantes de este engendro está una parlamentaria cuyo único mérito es hacer parte del partido de la vocal y que está en el Congreso porque su marido le dejó la curul en encargo. En este caso pasó lo que suele pasar: la Corte saca al papá, llega el hijo; saca al esposo, llega la esposa; saca al primo, llegan los otros primos.

Con este proyecto la jugada era tal que buscaban que la Corte Constitucional se declarara impedida en su totalidad pues la norma que habría de demandarse favorecería a todos los magistrados. Igual razón tendría que argumentarse para que los congresistas no pudiesen votar, porque también se estarían favoreciendo. En lo que a Navas se refiere, él expresó públicamente: “si llega a votarse, votaré negativo y no me importa que me demanden en pérdida de investidura, porque el bien supremo que juré proteger es la Constitución y ese valor superior justifica el acto de votar en contra de este proyecto”.

Se armó tal escandola que los firmantes se atortolaron y resolvieron ir a retirar sus firmas del proyecto y eso obligó, entre otros al principal beneficiario de la idea, el presidente Iván Duque, a decir que no les interesaba prorrogarse el mandato. Si nuestra memoria no ha sido golpeada por el alemán que nos roba la memoria, igual expresión dio el señor Uribe cuando le preguntaron si él estaba buscando la reelección. No le dio importancia y sostuvo que no estaba interesado en ello. ¿Algún tonto de capirote creyó en su momento que Uribe no deseaba reelegirse?

En la foto del mosaico se ven todos muy elegantes, falta en él la imagen del “rector” Toro, que es quien los graduaría con la idea. Obviamente como presidentes honorarios de este colegio de re-electores tendríamos a Uribe y a Duque. No bien se hubieren arrepentido de esta vagabundería, se inventaron otra. Desde la oficina del senador Edgar Palacio Mizrahi se presentó un proyecto de reforma constitucional al artículo 219, con el objetivo de permitir que los miembros de la Fuerza Pública puedan sufragar. Esta propuesta cuenta con los apoyos de John Milton Rodríguez González (Colombia Justa Libres), Eduardo Emilio Pacheco Cuello (Colombia Justa Libres), Carlos Eduardo Acosta Lozano (Colombia Justa Libres), Didier Lobo Chinchilla, Jonatan Tamayo Pérez, José Vicente Carreño Castro (Centro Democrático), Jaime Armando Yepes Martínez, Ciro Alejandro Ramírez Cortés (Centro Democrático) y José Jaime Uscátegui Pastrana (Centro Democrático).

No podía faltar el frutal amigo Manguito, que dejó de ser mango para convertirse en guama. No quieren ni más ni menos que aumentar el electorado uribista en alrededor de 400.000 votos, que corresponde a un estimado del total de miembros de las Fuerzas Militares. Si es cierto que dentro de sus principios está la democracia, ¿por qué diablos quieren estos congresistas meter al Ejército en las controversias políticas? ¿No recuerdan aquel tiempo en que las fuerzas militares eran laureanistas y los efectos que ello tuvo? Curiosamente quien tuvo que desmontar ese esperpento en su momento fue otro militar, Gustavo Rojas Pinilla.

Imaginen por un momento estas expresiones el día de elecciones:

¡FORMAR EL PERSONAL! No olviden, sus mesas de votación son tales y tales. Eso debe sumar tantos votos. Y ya saben ustedes que el candidato de la institucionalidad y de la democracia es sutano –uribista, sobra decir–.

La lista de electores nos hace fácil encontrar sus direcciones. Para quienes no entendieron este consejo, tómenlo como una orden. Firmes, ¡Ajúa!

Olvidan los ideólogos de este proyecto que la credibilidad de las fuerzas armadas radica, antes que nada, en que la gente los ve como árbitros –y por ende imparciales– en la contienda democrática. A estos congresistas debería avergonzarles afectar el nombre de la institución militar, su independencia y sus fines constitucionales, más cuando dicen ser defensores de las Fuerzas Militares y de la Policía.

Adenda: en estos días se conoció una fotografía de los tres redentores de Colombia que aspiran a ser presidentes de la República. Son ellos el conocidísimo Enrique Peñalosa, sin título conocido, el señor Alejandro Char, excelente comerciante dueño de las paleterías Olímpica y el exalcalde Federico Gutiérrez. Si esta triada no logra salvar al país, no lo hace nadie. Son desinteresados, buenos tipos, nunca han hecho un negocio con la administración pública, por el contrario, son ejemplo de pulcritud y de estabilidad política, no han cambiado de partido ni de posiciones, no acostumbran dar brinquitos de mirla. Ellos son la esperanza de la juventud colombiana, no importa que Peñalosa haya sido tan mal alcalde, ni que Char sea uno de los gobernantes más cuestionados debido a los acuerdos que suscribía con contratistas, ni que la estrategia de seguridad altamente publicitada de Gutiérrez fuera un fracaso.

Adenda dos: hemos acordado los autores de esta columna hacer solicitud respetuosa al director de la Imprenta Nacional para que proceda a escribir y editar la biografía de esos 25 ilustres congresistas que se perpetuarían con la prórroga de los periodos. Este importante hecho no puede pasar desapercibido para la historia, merece su publicación.

Dos tuits recomendados: con respecto al proyecto del voto a los militares, este de José Cuesta Novoa (@jcuestanovoa): “Lo dicho, los golpistas andan sueltos. Ahora pretenden otorgarle el derecho al voto a los miembros de la fuerza pública. La misma que sigue atrapada en la doctrina del enemigo interno. Quieren destruir a toda costa la democracia. El 9 de abril, a la carga, todos a las calles.” Y con respecto a un siniestro personaje de la política colombiana, Máximo Noriega (@Maximo_NoriegaR) escribió: “hay personajes criminales que cuando no pueden usar el cianuro usan un periódico.