Gilberto Cerón: artista de colección

17 Abril, 2023

Por ADRIANA ARJONA

 Hace unos días me enteré de una decisión arbitraria que marca un grave precedente dentro del mundo de las artes plásticas en Colombia. El artista Gilberto Cerón fue eliminado de la colección del Banco de la República después de haber formado parte de la misma desde 1979. El asunto está en tribunales, pero aún no se define y el atropello cometido en 2014 sigue vigente.

La historia es esta: El tríptico “Soluciones para un paisaje sotarreño” de Gilberto Cerón fue una de las tres obras seleccionadas por el Salón Nacional de Artistas 1977, convocado por la Biblioteca Luis Ángel Arango bajo la dirección de Jaime Duarte French. Como parte del reconocimiento obtenido en este importante evento, los tres artistas destacados tuvieron la oportunidad de hacer una muestra individual en la biblioteca. Tras la exposición de Cerón –­titulada “Paisajes” y cuyo catálogo fue prologado por Gloria Inés Daza (1978)– la Luis Ángel compró dos de las obras del artista: “Soluciones para un paisaje soterraño No. 3” (uno de los paneles que componen el tríptico ganador), así como la obra  “Serie tumbas, 1978”, una de las piezas de la muestra individual.

Las dos obras mencionadas anteriormente aparecieron en el catálogo de la Colección del Banco de la República del año 1979 bajo el título “Museo de Artes Plásticas y Valores Estéticos”, donde Gilberto Cerón compartía honores con reconocidos artistas como Rodolfo Abularach, Gonzalo Ariza, Luis Caballero, Juan Cárdenas, Ignacio Gómez Jaramillo, Carlos Granada, Enrigue Grau, Oswaldo Guayasamín, Ángel Loochkartt, David Manzur, María Thereza Negreiros, Alejandro Obregón, Omar Rayo, Juan Antonio Roda, Carlos Rojas, Andrés Santamaría, Fernando de Szyszlo, Lucy de Tejada, Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, Armando Villegas, Guillermo Wiedemann y Gustavo Zalamea.

Con la llegada de internet en la década de los 90s, la colección completa –incluido el trabajo de Cerón– podía apreciarse en la página oficial de la Colección del Banco. Sin embargo, a partir de 2014 las obras de Cerón dejaron de aparecer en el catálogo digital. Con profunda extrañeza, el artista se comunicó con el Banco de la República. Su interlocutor fue el webmaster del momento, quien le explicó que la página estaba siendo reestructurada, proceso después del cual sus piezas volverían a mostrarse.

Al pasar un año completo y comprobar que sus obras permanecían ausentes, Gilberto Cerón se comunicó nuevamente con el webmaster, quien le aseguró que él se limitaba a publicar la lista que le pasaba el curador Efraín Riaño.

El 14 de septiembre de 2015 el artista envió un primer derecho de petición al Banco de la República pidiendo una respuesta satisfactoria que explicara el haberlo sacado de la colección, a lo cual el Subgerente Cultural –Juan Agustín Carrizosa Umaña– dio respuesta asegurando que el link de la página desactivado en 2014 daba cuenta de las obras que eran propiedad del banco, mas no parte de la Colección.

Un segundo derecho de petición fue enviado por el artista el 25 de noviembre de 2015 para referir el registro de las obras tanto en el catálogo de 1979 como en la página oficial hasta el año 2014, a lo cual dio respuesta el curador Efraín Riaño, quien confirmó la versión emitida por el subgerente cultural: las obras eran propiedad del Banco pero no hacían parte de la colección. Esta afirmación va en contra de la evidencia pues todos los documentos, físicos y digitales, emitidos por el Banco de la República demuestran que por 35 años las obras de Gilberto Cerón hicieron parte de la Colección de Arte de la entidad.

El artista se vio entonces en la penosa obligación de formular una demanda de Reparación Directa, que se encuentra al día de hoy en alegatos finales.

Gilberto Cerón no es un recién aparecido en el mundo del arte. Es un artista que por casi cincuenta años ha explorado diversos caminos dentro de las artes visuales a nivel nacional e internacional. Es un exponente del arte posmoderno colombiano que se ha atrevido a experimentar con la pintura, el dibujo, la fotografía, la escultura, la cerámica, las instalaciones, e incluso con la poesía y el grafiti urbano.  

Cerón, bogotano de nacimiento y caleño desde 1995, cuando decidió adoptar como casa a esta ciudad del Valle del Cauca, ha trabajado de manera consistente, incansable y comprometida en las artes visuales, pues son varias las técnicas que lo inquietan y más aún las temáticas que despiertan su curiosidad e interés.  

Cerón ha transitado por lo abstracto tanto como por lo mitológico y lo erótico. Su imaginación es terreno fértil que lo ha invitado a crear ángeles sin alas, personajes diabólicos, espectros urbanos, paisajes cavernosos e intrincados que hacen parte de una peculiar forma de ver el mundo. Un mundo violento y turbio, del que no ha sido fácil escapar en Colombia.  

La muerte, el dolor, la sangre derramada y el duelo han sido temas centrales para Cerón, y los ha trabajado dejándose permear no solo por la realidad nacional –es decir, por la violencia y las heridas que ésta causa a nivel colectivo e individual– sino por ciertas corrientes orientales, logrando expresarlos de manera original e ingeniosa.

El erotismo ha sido compañero fiel de Cerón a lo largo de los años. En su libro La Tangente y la Mirada hizo una extensa exploración alrededor del retrato de Gabrielle d´Estrées y su hermana Julienne, obra de un artista anónimo realizado en 1594, en el que una de las mujeres pellizca el pezón de la otra. Ha trabajado con imaginación, desenfado y humor alrededor del amor y muerte, temas recurrentes en su obra, a través de esqueletos, calaveras, animales mitológicos, sátiros, imágenes inquietantes, y mujeres que se relacionan con iconografías del mal o del deseo por medio de diversas formas y texturas.

A través de la trayectoria artística de Gilberto Cerón se evidencia su maestría en diferentes técnicas tanto como la profundidad y humanismo de las temáticas que representa. Ha construido, y lo sigue haciendo, un universo propio en el cual reina el polimorfismo, evitando casarse con un único estilo, tema o sustrato, y permitiéndose una plena y envidiable libertad.

Si es posible eliminar a un artista como Gilberto Cerón de la colección del Banco de la República, algo similar podría acontecer en cualquier otra expresión de las bellas artes en Colombia: Un nuevo director de Proimágenes podría decidir que algunos de los guiones premiados en años anteriores no le parecen merecedores del estímulo, razón por la cual se debe eliminar de dichas películas el crédito de la entidad, perdiendo con esto el good will que el guionista y/o director obtuvieron con el galardón.

Un cuento premiado en algún concurso nacional de literatura se podría revisar y evaluar nuevamente por un jurado actual, que estaría en total libertad de concluir que el relato no es digno del reconocimiento obtenido en el pasado, y proceder a eliminarlo de la antología. El autor en mención se vería despojado de un honor que ganó en franca lid.

Lo mismo podría suceder en el campo de la música, la fotografía, la arquitectura, la escultura o la danza. Da escalofrío de solo pensarlo. Y es imposible dejar de observar la pequeñez de las personas que, al llegar a un nuevo cargo, se consideran tan superiores a sus antecesores como para cuestionar lo que en el pasado consideraron digno de homenaje o mención.

Es que no estamos hablando de títulos deportivos de los que pueden ser despojados aquellos atletas que han incurrido en faltas graves, como fue el caso de Lance Armstrong, ciclista estadounidense que por un asunto de dopaje debió desprenderse de sus siete títulos como ganador del Tour de Francia. Estamos hablando del trabajo de un artista. Un trabajo reconocido por sus pares, evaluado por personas idóneas y seleccionado por equipos avezados. Estamos hablando de un reconocimiento que no está sujeto a un criterio de descalificación retrospectiva como el que está sufriendo desde 2014 Gilberto Cerón.

Negar los méritos artísticos es un atropello de un tamaño indecible. Intentar borrar, como si jamás hubiera existido, una posición dentro del mundo de las artes (posición que en el pasado fue reconocida por los expertos del momento) es agraviar no solamente al artista sino también a los jurados del evento, tanto como a los organizadores y patrocinadores del mismo.

No es sólo Gilberto Cerón quien debería reclamar su lugar dentro de la Colección del Banco de la República. No es solo él, como artista, quien debería pronunciarse ante este atropello y abuso del poder curatorial. Todos los artistas colombianos, así como quienes respetamos y entendemos el valor social que tiene el arte, tendríamos que acompañarlo en la recuperación de lo que por mérito logró desde 1979.