Futuro Imperfecto

10 Marzo, 2022

Por CÉSAR TORRES*

Estamos a pocos días de elegir a las personas que llegarán al Senado y a la Cámara de Representantes. También, a las o los candidatos que disputarán la Presidencia de la República en primera vuelta.

Según las encuestas y de acuerdo con lo que se ve en las manifestaciones de plaza pública, la coalición llamada Pacto Histórico sería la fuerza mayoritaria en ambas cámaras y podría construir una alianza estable que le permita gobernar al poder legislativo. También parece inevitable la derrota del uribismo más recalcitrante.

Pero, de la encuesta al hecho, hay mucho trecho.

Se prevé que entre hoy y el domingo habrá una ofensiva final de todas las campañas. Y, puesto que ya no se puede hacer actividad proselitista en reuniones abiertas, esa ofensiva se dará en los medios de comunicación. En ese terreno, el Pacto Histórico y sus candidaturas llevan las de perder. Ni tienen grandes medios que sean simpatizantes, ni disponen del presupuesto público con el que se contrata la pauta publicitaria y se “engrasa” a los medios para que publiquen noticias favorables. Tampoco la va a tener fácil en las redes sociales.

Sus adversarios tienen todas las de ganar: son afines a periódicos, canales de televisión, revistas y columnistas con reconocimiento y millones de seguidores. Algunos candidatos hasta tienen lazos familiares y/o comerciales con periodistas.

En contra del Pacto Histórico y de otros grupos políticos que pueden tener cierta afinidad con él, hay un círculo perverso de empresarios (legales e ilegales), políticos y medios de comunicación que se juntan para hacer campaña y que, durante esta semana, harán sentir toda su capacidad de influir en el resultado electoral. 

Lo más difícil que tendrá que enfrentar esa coalición durante esta semana será el llamado “fuego amigo”, sobre todo en las redes sociales. Es previsible que ese fuego haga un daño profundo al Pacto Histórico porque será disparado por supuestos simpatizantes de esa causa, o por sus propias candidaturas a Cámara y Senado, en contra de otros dirigentes, activistas o candidatos y candidatas de la misma alianza. 

Cada desacuerdo mal gestionado dentro del Pacto, cada agresión entre sus integrantes, cada denuncia de uno contra otro se amplificará mediante las estrellas de Twitter que buscan inmortalizar un error o un comportamiento condenable. Y lo harán en un trino que sea tendencia y dé los 17 segundos de fama al trinador. Además, lo magnificarán los “espantavotos” que creen defender a Petro insultando y persiguiendo por las redes a quien cuestione o muestre un desacuerdo con ese dirigente o con sus más incondicionales seguidores.

Si gracias a todo lo anterior esa coalición no obtiene los resultados previstos, tendremos que concluir que no hay denuncia que más afecte que la del mismo Pacto.

Pero tampoco se trata de tapar las evidencias y de buscar que quienes voten crean que en esa coalición todo es un jardín de rosas, sin espinas, y que allí solo corren ríos de leche y miel. 

Hay que admitir, por ejemplo, que en las listas del Pacto Histórico al Congreso hay algunos individuos cuyo comportamiento público o privado no están alineados con los postulados programáticos de la coalición y que, de esas mismas listas, se sacaron personas cuyas vidas públicas y privadas son coherentes con sus ideas y promesas.

Hay que saber que existe —y evitar que se consolide y crezca— la tendencia a hacer una especie de club de cómplices que se tapan unos a otros. Un club en el que no se asumen las consecuencias de los actos personales y que poco entiende que hoy ya no basta con comprometerse con cambios políticos, jurídicos, económicos y sociales, sino que es exigible una transformación de los valores y del  comportamiento individual.

Hay que reconocer, sin dramas, que todo esto y muchas otras cosas negativas y vergonzosas ocurren en el Pacto Histórico. Si se reconocen esos vacíos y esas fallas, se pueden transformar. Si se ocultan, terminarán pudriendo esta coalición como el turbayismo pudrió al partido liberal, como el uribismo terminó pudriendo buena parte del alma nacional.

Si el Pacto reconoce sus limitaciones y problemas y encuentra cómo superarlas, esta coalición y sus votantes nos pueden ofrecer un buen gobierno, un vivir más bueno y más digno. Todas y todos tendremos la fundada esperanza de que construiremos un futuro mejor, aunque imperfecto.

 *Profesor universitario, experto en justicia comunitaria y resolución de conflictos.