¿Fufurufa, perspicaz o vanguardista?

01 Abril, 2020

Por ADRIANA ARJONA

Estamos viviendo una película. Es bien mala, pero no nos podemos salir del cine. El mundo entero es el público cautivo de este guión y, a la vez, el protagonista de esta historia de terror. Es un film malo y largo. Larguísimo. Ni siquiera sabemos cuánto va a durar. Nunca antes habíamos deseado tanto ver el crédito: THE END.

Es la primera película que pertenece a todos los géneros: terror, suspenso, comedia, acción, ciencia ficción, documental, cine infantil. Tal vez por eso pasamos de un sentimiento a otro en cosa de segundos. Miedo, tristeza, terror, incertidumbre, angustia económica, claustrofobia, aburrimiento, positivismo, negatividad, ganas de matar al vecino que habla duro o sorbe el final de la gaseosa con el pitillo.

La mente va de aquí para allá. Repetimos comentarios que oímos en los noticieros, estamos de acuerdo, no estamos de acuerdo, otra vez estamos de acuerdo, pero en un rato ya no; criticamos a los políticos del mundo, esos actores que no pueden declinar este protagónico; lloramos muertos ajenos, pensamos en la vida, en la muerte, en la muerte en vida que es no tener libertad; tenemos la insolencia de hacer planes para cuando esto acabe.

La cabeza se pone ociosa. Un día me sorprendí pensando en por qué las señoras que hacen el manicure empezaron a preguntar: “¿Cómo se quiere maquillar las uñitas?”. Antes decían: “¿De qué color se las quiere pintar?”, pero, de repente, todas empezaron a hablar de maquillar las uñas.

¿Está mal dicho “maquillar las uñas"? La palabra maquillaje viene del germánico antiguo “makar”, que significa modelar. La palabra francesa “maquillage” viene de ahí y se utilizaba para referirse a la pintura que se ponían en la cara los actores de teatro. El castellano la tomó y empezó a usarse para hablar de la manera en que modificamos nuestras caras cuando usamos cosméticos.

Cosméticos. Hay quienes dicen que viene del griego kosmos. El kosmos que significaba orden, armonía, pero que también se refiere al mundo. Y del mundo a lo mundano.

Modelar. Maquillar. Kosmos. Cosmético. Creamos una nueva cara cuando nos maquillamos. Y nos hemos maquillado desde siempre. Desde el 4000 a.c. los egipcios estaban modificando su aspecto cuando se pintaban los ojos, la boca, el pelo, las uñas. !Los egipcios se maquillaban las uñas!

Yo no me las pinto. Pero, ahora, en medio de esta película tan larga, tan mala, tan triste, me encantaría un manicure. Y también me encantaría una de esas conversaciones livianas que suceden cuando uno se hace las uñas. El placer de pensar en algo bien idiota como el color del "maquillaje" de las uñas. Habiendo colores como el Armoniosa o el Idealista. Ni hablar del Dominante o el Compulsiva. Esos colores de esmalte existen. Están disponibles en el mercado. Si no lo creen, vayan y pregunten por el Única o el Primera Dama. O bueno, no vayan, pídanlo a domicilio. Alcohol en spray sobre los frascos cuando lleguen.

Hay tantos nombres de esmalte que, de aquí a que se acabe la cuarentena, se puede pedir uno por día. Lunes, mándeme un Reconciliadora. Martes, ¿ya le llegó el Diva?. Miércoles: ¿tiene “Sofisticada”? ¿No? ¿Solo le queda Gitana? Miércoles, mándeme dos Ejecutiva y un Virginal. Jueves: Intuitiva. Viernes: Sugestiva. Sábado: me voy a hacer una mano de Caprichosa y la otra de Fufuruda. ¿Fufurufa? ¿Alguien quiere pintarse las uñas de Fufurufa? Claro que sí. Es como un alarido anaranjado.

Uno puede querer pintarse las uñas de Fufurufa, Perspicaz o Vanguardista. Para eso es la vida. Para poder salir a la calle, sin miedo, como si uno llevara las uñas maquilladas con Calmada. No quiero tener miedo a que los otros me infecten. Quiero sentirme Humana. Humana en las uñas de los pies y de las manos. Soy Consentida y Querendona. Me gusta abrazar. Me gusta ir a la peluquería y saludar de beso a Silvana, la manicurista, una mujer Rumbera, como el esmalte con escarcha, que sale con hombres más jóvenes que ella y tiene el celular repleto de fotos de su nieto.

La próxima vez que vaya a hacerme el manicure, si esta película algún día se acaba, tal vez me maquille las uñas. He sido poco Aventurera, pero menos mal existe un esmalte con ese nombre.

La próxima vez que vaya a hacerme las uñas, quizás aprecie más la posibilidad de elegir cuándo salir, cuánto acercarme a los demás, cómo saludar y poder elegir de qué color maquillarme las uñitas. Clandestina. Torera. Sollada. Mágica. Abrumadora. Relajada. Minimalista. Glamurosa. Franca. Decidida. Malvada no. Gomela tampoco. Ausente, a veces. Golosa. Inspiradora. Psicodélica. Amigable. Pacífica. Renovada. Artesana. Hippie. Diversa. Creativa. Exclusiva. Fanática. Convencida. Convencida de que es mucho lo que hemos dado por hecho en la vida. Convencida de que creíamos que esto solo pasaba en las películas. Como las que están de moda en Netflix: Virus y Pandemia. Ojalá que nunca saquen esmaltes de esos colores.