Extrema incoherencia

01 Febrero, 2022

Por ADRIANA ARJONA

“Soy del pueblo y las drogas son malas. Vamos a volver a los valores de nuestros padres/madres y abuelos/abuelas”. Esto es lo que dice en Twitter el candidato presidencial Federico Gutiérrez y, una vez más, compruebo que está repleto de mensajes mal construidos.

En la entrevista que le hizo Revista Semana, por ejemplo, se encuentran un sinfín de respuestas contradictorias.

Me cuesta entender a Federico Gutiérrez porque se expatria del país de los corruptos y se muestra casi ofendido por la frase de Ingrid Betancourt cuando dijo en uno de los debates que el país y los demás candidatos están secuestrados por la corrupción. Pero en su entrevista con Semana alaba a Alex Char, que no es otra cosa que la cara de una de las maquinarias más corruptas de la historia política de Colombia. Tan confiado está el señor Char de los votos que le pone la corrupción que ni a los debates se presenta.

Me cuesta oír hablar a Federico Gutiérrez porque dice confiar en las instituciones, pero todo parece indicar que esta confianza está pre-determinada por sus juicios personales: si la Contraloría dice que Fajardo tiene responsabilidad fiscal en el caso Hidroituango, no está de acuerdo porque él piensa que Fajardo no es corrupto. Pero si la Fiscalía no ha encontrado pruebas para condenar a Daniel Quintero en las denuncias por corrupción, desconfía porque el dictamen es contrario a su pensar. Irónicamente, el actual Alcalde de Medellín -contra quien Gutiérrez demuestra tanta animadversión- fue quien dio la más dura batalla para que el país recuperara los 983,8 millones de dólares perdidos por los malos manejos y la corrupción que se dio en el ambicioso proyecto Hidroituango. ¿Los que le caen bien son inocentes aunque sean culpables, y los que le caen mal son culpables aunque sean inocentes?

Me cuesta sintonizar con Federico Gutiérrez porque subraya, en varias oportunidades, cómo sus padres le enseñaron a ser “duro con los argumentos y suave con las personas”, pero a la hora de exponer sus “argumentos” contra el candidato Gustavo Petro lo único que hace es sacar del cofre más facho frases como que el candidato del partido Pacto Histórico quiere “acabar con las empresas”, expropiar tierras, “incendiar el país y que exista caos”. Frases textuales.

Mi pregunta para el señor Gutiérrez es: ¿Estos son sus argumentos duros? ¿Volver a amedrentar al pueblo colombiano con el coco del Castrochavismo es parte de su transparente estrategia? ¿Considera que retomar las comparaciones con Venezuela, Cuba y Nicaragua hacen de la suya una campaña menos populista? ¿Así de estupidizante será el discurso que vamos a tener hasta las elecciones?

Cuando le dicen que Petro pretende apoyar la banca pública, Gutiérrez contesta: “uno no juega con la platica de la gente, es que es muy fácil jugar con la plata cuando no es de uno y eso es lo que él hace”, como si la banca privada no hubiera succionado las entrañas de todos y cada uno de los colombianos. Si existe un poder corrupto, cruel, insaciable e inhumano es precisamente la banca privada de Colombia. El sistema financiero se ha apoderado de los medios para manipular la opinión y ha exprimido a la clase trabajadora de manera indecible e imperdonable. Pero, claro, hay que hacerles pasito porque los dineros de ellos pagan gran parte de las campañas políticas.

Sí. Las campañas políticas se pagan con los dineros de banqueros y narcotráficantes. Y por eso mismo es tan importante seguir en la lucha contra las drogas, a pesar de que es la guerra más absurda de la historia de la humanidad.

Y ahí, presto a proteger el negocio de las mafias que manejan el país -porque apoyar la lucha contra las drogas es, justamente, mantener intacto el negocio del narcotráfico, así como la corrupción y violencia que con éste vienen- aparece Federico Gutiérrez y escribe su tuit: “Soy del pueblo y las drogas son malas. Vamos a volver a los valores de nuestros padres/madres y abuelos/abuelas”.

“Soy del pueblo y las drogas son malas”. ¿Qué significa esa frase? No la entiendo. No comprendo la manera en que está redactada. Me pregunto cómo funciona la cabeza de alguien que escribe un mensaje así. Está cableada de una manera muy diferente a la mía (menos mal).

Juan Manuel Galán le contestó: “Ni Fico es el candidato del pueblo (gracias por la traducción simultánea, Juan Manuel), ni la regulación de las drogas es moda”, haciendo referencia al artículo de Semana, en el que el candidato paisa señala que la legalización es una tendencia, sin darse cuenta de que son muchos los países que han regulado la marihuana y se está generando una industria multimillonaria alrededor de productos derivados de esta materia prima.

De hecho, desde que entró en vigencia la ley que permite la siembra de marihuana con fines medicinales y la reglamentación para la entrega de licencias a los productores en 2017, empresas canadienses le han apostado a la compra de tierras en Colombia, así como al cultivo, cosecha y procesamiento de productos hechos a base de cannabis. Estas empresas han invertido de manera importante en tecnología e industrialización de esta planta para elaborar productos con fines medicinales, terapéuticos y cosméticos. En América son varios los países que han aprobado el uso recreativo de esta planta: Canadá, Estados Unidos, México, Uruguay; y muchos otros que lo han hecho para asuntos terapéuticos: Argentina, Chile, Ecuador, Jamaica, Panamá, Paraguay, Perú y Puerto Rico.

Conozco a decenas de personas que se han visto beneficiadas por el uso de cannabis para procesos inflamatorios crónicos, o que han sido testigos de cómo sus hijos e hijas han pasado de convulsionar 200 a tan solo una o dos veces al día, cosa que ningún fármaco -es decir, las drogas legales- les había procurado.

¿Y qué pasa si regulan la cocaína? ¿Por qué es tan grave? ¿Por qué nos vamos a rasgar las vestiduras por eso cuando en la mesa de todo colombiano hay un recipiente con cucharita para servirles a nuestros hijos e hijas una droga 13 veces más adictiva que la cocaína, es decir, el azúcar?

Dar el discurso simplista de que las “drogas son malas” y que “vamos a volver a los valores de nuestros padres/madres y abuelos/abuelas” es llenar la mente de los votantes con frases sensibleras y aparentemente incuestionables. Los valores no le pertenecen a las generaciones pasadas. Nuestros padres/madres y abuelas/abuelos no tienen el copyright de la disciplina, el respeto, la solidaridad y la empatía. Los valores son valores y punto. La del señor Gutiérrez es una frase melosa que debería doblar y meter en el mismo cajón mandado a recoger del que saca cada una de sus expresiones.

Ojalá comprenda en algún momento que el valor más importante radica en aprender a pensar. Y no tener miedo a que los otros piensen. Esto significa, dejar de usar los espacios de debate y campaña para estupidizar al votante con respuestas incoherentes como las del señor Federico Gutiérrez, quien -sin embargo- se atreve a asegurar que él no es de extrema derecha sino de “extrema coherencia”.

En este país la incoherencia poco sorprende: el señor Gutiérrez da una entrevista en la que no hace sino contradecirse, mientras Álvaro Uribe se atreve a decir que al llegar en Soacha se le revive el dolor por los falsos positivos. Es como si Hitler alguna vez hubiera llorado frente a las puertas de Auschwitz.