Ella

26 Febrero, 2020

Por ADRIANA ARJONA

Ella, la del video, es una señora estrato 5. Lo sabemos porque subraya que la suya es una zona residencial estrato 5, o sea, un barrio divinamente, donde vive alguna de la gente más pudiente de este país. Amenaza a una vendedora ambulante con llamar a la policía e insulta a un inmigrante venezolano porque están en su espacio, en su esquina, en su barrio, en su estrato 5. !En su estrato 5! !Cinco!

Ella se siente mejor. Tanto que manda a callar en repetidas oportunidades al venezolano. “Usted se calla”, le dice, “usted no se meta”. “Atrevido”, “imbécil”, “hijueputa”, “veneco invasor”.

Está furiosa. Parece que los ojos se le fueran a salir de las órbitas. Muestra los dientes, le falta gruñir. Llama a la policía. Al agente Gutiérrez, para ser más exactos. No es la primera vez, evidentemente, han hablado varias veces. “Para lo mismo de siempre”, dice. Porque, claro, es muy importante reportar una cosa tan inaceptable como una vendedora ambulante venezolana en una esquina de una zona residencial estrato 5. !Estrato 5! !Cinco! Inaceptable. Inaudito. Castrochavista. Casi terrorista.

“Usted no va a invadir mi espacio”, dice ella. Espera a la policía. Está convencida de que hace lo correcto. Ella está del lado de la ley, ella ES la ley, es amiga del agente Gutiérrez que atiende a sus llamadas, y ya viene cerca, está a pocas cuadras, ya casi llega, “que venga la policía y se lo lleven a usted encarcelado, ya”. !Pero ya, carajo! ¿Qué pasa con el agente Gutiérrez que no aparece?

Ella debe ser de las que va a misa todos los domingos y reza para que no lleguen más venezolanos. Ella debe ser provida. No abortar, sí deportar. !Habiendo tanto venezolano para deportar! Ojalá que llegue pronto el agente Gutiérrez y se lleve a ese “veneco invasor”. “Atrevido”, “imbécil”, “hijueputa”. Ese veneco que se atreve a hablarle de respeto en su país. Su país, su esquina, su barrio, su estrato 5. !Cinco!

Ojalá que a ella nunca le toque irse a vivir a estrato 4 o 3. Y que jamás, nunca, por nada de este mundo, le toque irse a estrato 2 o 1. Porque eso querría decir que alguna señora divinamente de estrato 5 o 6 le estaría subsidiando los servicios. !A ella! No, no, no, no, no.

Y si por alguna razón llegara a haber una tragedia en el país, ojalá que a ella no le toque migrar a Ecuador, o a Perú. Que no le toque irse caminando con unas pocas cosas al hombro, atravesar la frontera, pasar frío y hambre, estar indocumentada en otro país, donde no tiene nada, ni familia, ni amigos, ni nada.

!Imagínensela a ella, sin nada! Tal vez le tocaría ir a una esquina, de alguna zona residencial estrato 5, con un cochecito de bebé adaptado para ventas ambulantes (como le toca a los inmigrantes y también a muchos colombianos). Tal vez le tocaría tomar 2 o 3 transportes por día y pasar 2 o 3 horas en el tráfico, llegar a la piecita que alquila tarde, cansada, adolorida, y ver cómo alimenta a sus hijos con lo que hizo en el día.

¿A ella? ¿De estrato 5? !¿Cinco?! No, por Dios Santo, que no le pase eso a ella. Que nadie le diga “colombiana invasora”, “traqueta”, “atrevida”, “imbécil”, “hijueputa”, “usted no tiene ni voz ni voto en este país”, “usted no va a invadir mi espacio”. Que no le pase a ella, Dios mío. A todos menos a ella. A cualquiera menos a ella.