El Método Arboleda

16 Noviembre, 2021

Por CÉSAR TORRES*

Amenazar con la intención de atemorizar a competidores, adversarios o enemigos es la característica central del “Método Arboleda”. 

Dicho Método nació y se consolidó como práctica de la mafia. Y en la medida en que esta legaliza sus capitales y participa más abiertamente en política, más usa la amenaza y el miedo para ejercer el poder, cualquier poder, todo su poder. Así cobra sus deudas, doblega clanes rivales en negocios ilegales, se apropia de empresas, bancos y tierras, derrota opositores políticos, logra la lealtad incondicional de sus bancadas en las corporaciones públicas y enfrentan la protesta social.   

En fin: el poder mafioso solo se puede ejercer usando el Método Arboleda, es decir, mediante amenazas y amedrentamiento.

De esa forma se logró, por ejemplo,  desalojar a comunidades campesinas y apropiarse de sus tierras en los predios Alto Bonito y No hay como Dios, que terminaron en manos del abogado Jorge Pretelt, ex magistrado de la Corte Constitucional y hoy participante de la campaña de la senadora Cabal Molina.

Del mismo modo, amenazante, la mencionada senadora busca votos y respaldos. Cada aparición de ella es tan disparatada como intimidatoria. Siempre señalando el deber ser, lo obligatorio de aceptar sus planteamientos, aunque no sean más que necedades. Necedades que promueven la violencia y el castigo contra quienes no comparten lo que ella diga. Sus tonterías amenazan y asustan. Y no faltan quienes ceden, le hacen caso y se convierten en Cabales.

Asustando ejerce la profesión el abogado que se viste como gánster de los años 20 del siglo pasado y amenaza con denunciar a toda persona que ose cuestionar el origen de su fortuna, a sus clientes o su pretendido saber jurídico. Otro profesional del derecho, más lanzado aún que el anterior, se declaró abiertamente abogánster y se enorgullece de arreglar los pleitos usando falsos y pagos testigos y amenazando a quienes no acepten sus ofertas.

Amenazante y pistola en mano, eso sí, debidamente protegido por un piquete policial y por la Fiscalía, que se ha negado sistemáticamente a investigarlo, el señor Escobar disparó sobre grupos indígenas totalmente desarmados. Él ahora participa de la campaña electoral y amenaza y reta y guapea a tuiterazo limpio.

Se puede hacer una muy larga lista de personas que usan el Método Arboleda para el ejercicio de la política. En ella habría que poner a casi todos los líderes, lideresas y activistas principales del Centro Democrático. Incluidos el señor presidente y su ministro de Defensa, entre otros.  

Pero la muestra más acabada del uso y abuso de este modo mafioso de hacer política es el propio señor Arboleda, de cuyo apellido viene el nombre del Método. 

Él aparece siempre en actitud amenazante: imitando una escena protagonizada por De Niro en la película Los Intocables, blande un bate como si segundos después fuera a romper la cabeza de una víctima previamente escogida; con un arma cortopunzante, rompe y rasga una bandera de la comunidad LGTBI; persigue, increpa, abuchea e insulta a políticos que no son de su simpatía y, por último, pretende decidir –mediante no tan veladas amenazas de muerte– quién puede hacer política en Medellín y quién no.

En plena campaña electoral, el uso de este Método sirve a una finalidad clara y expresa: la eliminación física y/o política de personas y grupos que apoyan proyectos contrarios a las fuerzas ligadas al narcotráfico y al paramilitarismo.

Se han dado a la tarea. Combinan las amenazas, el asesinato selectivo y las masacres en poblaciones desafectas a su dominación con las campañas de desprestigio y las noticias mentirosas repetidas día y noche por medios de comunicación y periodistas que tienen evidentes nexos con clanes mafiosos o paramilitares.

Aún no se sabe qué tan electoral es la fuerza de la gente que salió y sigue saliendo a las calles en son de protesta. Está por verse por quién, y qué tanto, vota la gente que no se azara con la violencia ilegal de la policía contra las manifestaciones.

Además, falta evaluar los daños sufridos por el movimiento social, producto de los asesinatos y las persecuciones en su contra; qué tan hondo ha calado el miedo y cuánto cuesta –en términos de votos– el canibalismo entre quienes desean sacar la violencia de la política. De todos modos, en las elecciones nos veremos.

Quizá el Método Arboleda pase a la historia como la fase superior y última del uribismo en Colombia.

*Profesor universitario, experto en justicia comunitaria y resolución de conflictos.