El lavatorio de pies del padre De Roux

23 Agosto, 2021

Por MAURICIO NAVAS TALERO

“El padre Francisco de Roux puso en evidencia quién es grande y quién es quién“.

Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?

Respondió Jesús y le dijo:

Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; más lo entenderás después.

Juan 13: 6-7 RVR 1960

Dificil entender la figura del lavatorio de pies en una atmósfera preñada de la arrogancia propia de la iglesia católica, más difícil entenderla en la dimensión del arribismo y la insustancial petulancia colombiana y lo mismo pasa con la visita de Francisco De Roux a los predios de Uribe Vélez.

Exclamaciones de rechazo ha tenido la visita del presidente de la comisión para el esclarecimiento de la verdad, otras de cuestionamiento y otras de celebración por la aparente “salida con la suya” del “sub judice eterno”.

La imagen del vaquero sub judice encaramado en sus tacones de oro y plomo, mirándolo a usted desde su miserable altura, nos ha hecho un gran favor a los que tenemos la seguridad de que la historia del regente durante los 6.402 asesinatos de Estado no la van a escribir en la oficina de Envigado. -Mauricio Navas Talero-

No dudo que esos son los términos en que se comunican los afectos de Uribe y el Centro Democrático. Alas pruebas me remito (le rompo la cara, marica, y se le llorosea esa breva), emblemas de los valores lingüísticos del partido regente.

Uribe en la Comision de la VerdadEl padre Francisco de Roux con el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Me arriesgo poco a equivocarme, si propongo que la puesta en escena para el encuentro del tal Uribe y sus plañideras (fuera del recuadro) fue imaginada y diseñada por el greco antioqueño Obdulio Gaviria, primo de Pablo Escobar, que, en su calenturiento y provinciano inventario histórico, lleva como norte paradigmático a Joseph Joseph Goebbels, el artífice de la propaganda Nazi. El primo del “patrón del mal” le debió dictar al decadente sátrapa que se ubicara en esa escenografía horrenda con la que recibió a la comisión redactora de la verdad.

El mantel meloso, la mesa elevada y la disposición jerárquica del set obedecen al pensamiento rudimentario de estrategas apolillados y degenerados de mitad del siglo XX, que sienten como novedosa y subliminal semejante chambonada de escenografía, heredada de la estética hitleriana.

Sabio y elevado Francisco De Roux. No le antepongo el título de padre porque estoy seguro de que De Roux es más sabio por De Roux que por cura. Algunos curas son sabios, y éste lo es.

Aplauso padre de Roux, o señor de Roux, ambos prefijos le van bien. En lo que los ligeros puedan leer como un acto fallido o de indignidad, basta leer con detenimiento para encontrar que usted, con su actitud elevada, como aquella de Cristo lavando los piés de sus discipulos, puso en evidencia quién es grande y quién es quién.

La imagen del vaquero sub judice encaramado en sus tacones de oro y plomo, mirándolo a usted desde su miserable altura, nos ha hecho un gran favor a los que tenemos la seguridad de que la historia del regente durante los 6.402 asesinatos de estado no la van a escribir en la oficina de Envigado. Esa se está escribiendo en los registros de la comunidad internacional, en donde el tal Uribe y su caterva de cómplices se ven como lo que son, y ante la cual, la escena de su visita a esa tenebrosa locación lo eleva a usted y a su gestión, dejando en evidencia el degeneramiento mental, lógico y ético de un pseudodictadorsuelo que fantasea con que afuera de sus linderos rupestres alguien pueda tragarse el cuento de que los criminales fueron los soldados que, hasta hace poco, él decía amar y admirar, pero que a la hora de lavarse las manos, le importan tan poco como los 6.402 niños inocentes que “no estaban recogiendo café”.

¿Ahora qué podrá decir el “sub judice eterno”? ¿Que esos soldados asesinos por cuenta de su régimen ¿son superiores a él?

Muchas gracias, señor De Roux o padre, usted se ha hincado para levantar la verdad más relevante de todas: Álvaro Uribe Vélez es, además de todo, un cobarde.