Crónica de un colombiano en España que huye de un montaje judicial

20 Agosto, 2022
  • José de Jesús Ramírez Vélez figura como apresado en Nariño cuando él vivía en España desde hacía cinco años. Está falsamente acusado de haber participado en el secuestro masivo de La María, cometido en 1999 por el ELN, organización a la que nunca ha pertenecido.


Por GUYLAINE ROUJOL

PARÍS.- Abrazar a sus familiares, compartir con los amigos de siempre, tomar una lulada, disfrutar de un atardecer caleño, son unas metas inalcanzables para José de Jesús Ramírez Vélez, uno de los tantos exiliados políticos colombianos en Europa, desde 1999, año en que le tocó huir de su tierra natal. Igual que a centenares de miles de ciudadanos colombianos regados por el mundo. Uno pensaría que José de Jesús Ramírez podría viajar, libre y sin riesgos, gracias a su doble nacionalidad, ya que adquirió la española hace 17 años. No es así. Desde hace 23 años, un lío judicial o político, un caso de falso positivo judicial, lo mantiene de cierta forma prisionero en el país que lo acogió, convirtiéndolo en un zombi. Un muerto en vida.

A José le robaron su identidad, su libertad, su vida, su posibilidad de moverse y de regresar a su país. Su nombre y apellidos llenaron fichas judiciales, así como varios apodos, entre otros “Zarco” y “El Mono”. Está sindicado de un enorme prontuario delictivo, que incluye el secuestro masivo de la iglesia La María en Cali, en mayo de 1999, ciudad de la cual es oriundo. Este hecho fue perpetrado por un frente del ELN, una organización a la cual nunca perteneció. El verdadero responsable reconoció los hechos y fue condenado por ello. 

José es el hijo de un desplazado de Titiribí (Antioquia), de origen campesino, que encontró a su esposa, española, en el norte del Valle del Cauca. Creció en una familia religiosa con sus diez hermanos, hoy regados por varios países de América y Europa. En ese contexto humilde, iba a misa cada domingo y rezaba el rosario todos los días. A los 11 años lo enviaron a estudiar al Seminario de la Pía Sociedad de San Pablo, en Bogotá, y luego culminó el bachillerato en el Seminario Mayor de Santiago de Cali. Después del bachillerato, recorrió los pueblos del Cauca, con Monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, durante una experiencia de formación sacerdotal, dirigida por los padres vicentinos. Allí Tomó conciencia plena de las heridas y de la violencia que azotaba a Colombia.

 

 

Una vocación social

Continuó su formación en el Seminario Mayor de Bogotá, donde estudio filosofía y Teología durante dos años. Algunas incoherencias que percibió adentro de la Iglesia lo llevaron por otro camino. Estudió derecho en Cali durante tres años. “No culminé ya que ingresé al M-19, en el cual milité, durante diez años, hasta la desmovilización en 1990”, asegura. Siguió en la Alianza Democrática M-19, de la cual se retiró en 1995. No abandonó su vocación y compromiso social. Fue presidente de la junta administradora local de la comuna 16, de Santiago de Cali. Entre otros compromisos, presidió la asociación de vecinos de multifamiliares La Alborada, en el sur de Cali.

“Vi a muchos compañeros de la época de la militancia en el M-19 asesinados. Los líderes sociales eran amenazados.” En este ambiente de persecución y amenazas, entendió que ahí no tenía futuro. “Estaba rodeado de violencia y me tocó exiliarme como tantos otros para salvar mi vida”, contó a La Nueva Prensa durante la entrevista. Así llegó a España, país que le dio asilo político por los hechos evidentes de peligro y en 2004 obtuvo nueva nacionalidad. Él tiene la convicción de que el Estado nunca cumplió los acuerdos de paz con el M-19. Sin embargo, no hubiera podido imaginar lo que iba a pasar algunos años después.

El domingo 12 de diciembre de 2004 la prensa colombiana anunció la captura de un líder del ELN. La sorpresa fue total para los amigos y familiares de José en Colombia, al descubrir su nombre en los relatos de prensa. Los medios de comunicación lo señalaron como alias “Silvio”, acusado de ser el jefe de la estructura militar del ELN en el suroccidente del país. Lo presentaban como el responsable del secuestro masivo de la Iglesia La María, cinco años atrás, en el sur de Cali.

 

Presentado como un terrorista

La situación era de locos. ¿Cómo era posible que el Ejército de Colombia lo hubiese capturarlo en Chachagüí (Nariño), cerca de la frontera con Ecuador, mientras se movilizaba en una camioneta, si él había salido de Cali con acompañamiento de la Cruz Roja Internacional, cinco años atrás y vivía en España desde entonces?

“La noticia de esta captura tuvo una difusión nacional e internacional. Algunos días después amigos y familiares empezaron a hacerme llegar información sobre el tema.” Investigando, José se dio cuenta que su nombre con los alias de “Zarco” y “El Mono”, y su foto, figuraban en una Directiva ministerial antes del 2004, dentro de una lista de los terroristas con máximo nivel de peligrosidad.

“En realidad empezó a aparecer información que me relacionaba con el ELN, a partir de mayo de 1999. Pero en ese entonces, lo desconocía. Y aunque haya algunas pistas de investigación e hipótesis sobre este asunto, la verdad, no sé por qué me relacionan a mí con ELN y con esos hechos hasta el día de hoy.”

Durante un interrogatorio judicial, un testigo confirmó el hallazgo de la cédula de José en un campamento del ELN, durante un allanamiento, pero esto no está confirmado, como otras tantas afirmaciones e informaciones de inteligencia militar o de testimonios e interrogatorios judiciales.

 

Contacto establecido entre los dos protagonistas

Cuando salió la nota en la prensa, entendió que cruzar cualquier frontera sería un peligro para su libertad y su vida. “En el año 2010, tuve que cancelar un viaje a Alemania porque los servicios de inteligencia de Catalunya, donde tenía un contacto de confianza, me confirmaron que era un riesgo, ya que aparecía como terrorista en los listados de la Interpol.”

Cuando encontré a José en Francia, a donde viajó por tierra a pesar de los riesgos, estaba solo. Su esposa estaba en Canadá visitando familiares, mientras que a él le habían negado el permiso para entrar a ese país.

“Cuando fui a Cuba con escala en Ámsterdam (Holanda), por asuntos de salud para mis 3 hijos, me detuvieron un tiempo en el aeropuerto de Barcelona, haciendo llamadas, investigando no sé qué cosas. Nos dejaron a un lado, llamaron al uno y al otro, nos dejaron esperar sin darnos explicación. ¿Qué pasa?, pregunté. No me dijeron nada y, finalmente, pude embarcar. Pero creo que ahí pasó algo.”

Por casualidad, estuve en contacto hace algunos meses con el hombre que capturaron ese día de diciembre de 2004, presentado bajo la identidad de José de Jesús Ramírez Vélez. El detenido sí hacia parte de la dirección nacional del ELN. Él reconoció delante de las autoridades judiciales que no era José. Puse a los dos hombres en contacto. Las declaraciones del líder del ELN, que ya pagó condena por estos hechos, podrían ser decisivas para que José y su familia salgan de esta pesadilla y puedan regresar a Colombia a visitar a los suyos.

 

Órdenes de captura y recompensas

Uno de los nombres de este hombre es Gilberto. Ha militado 30 años en la organización guerrillera y fue recluído varias veces en la prisión de Jamundí (Valle del Cauca) y la cárcel de máxima seguridad en Cómbita (Boyacá), donde estuvo interno hasta 2008, antes su traslado a la cárcel de Bellavista.

Los dos hombres se hablaron por teléfono y Gilberto manifestó que no tendría ningún problema en reconocer, una vez más, que no tiene nada que ver con José de Jesús Ramírez.

“Desde que salí de Colombia en 1999 no he podido regresar porque cursan órdenes de captura como si fuera yo el jefe del frente suroccidental del ELN. Persisten estas órdenes a pesar de que al que detuvieron aclaró que él no era. Hubo ofertas de recompensas”, cuenta José, atrapado en esta situación grotesca desde hace 23 años, sin ver avance alguno para resolverla.

“Un comandante del Ejército evidenció en 2005 que hubo un error en esta identificación, hasta pidió disculpas”, asegura. “Hablé por teléfono con María Fernanda Cabal, en ese entonces directora de Asuntos Internacionales de la Fiscalía General de la Nación. Fue amable, me escuchó. Me dijo que iba a delegar a un abogado para que hiciera el seguimiento del caso, pero no llegó a ninguna conclusión tampoco. El Programa Temporal de Protección y de Defensa de Derechos Humanos del gobierno asturiano hizo la denuncia e intentó que se aclarara. El ministerio de Asuntos Exteriores de España hizo algunas gestiones;  escribí a Human Rights Watch… Todo en vano.”

 

 

Foto de José de Jesús Ramírez junto al hoy presidente de Colombia, Gustavo Petro, en un portarretratos que decora su vivienda, en Madrid (España).

 

Comisión de la verdad y Gustavo Petro

Hace poco, el junio 30 del 2020, José de Jesús Ramírez presentó su historia y testimonio ante de la Comisión de la Verdad.  Carlos Martín Beristain, uno de los Comisionados, debía entrevistar a Gilberto con la finalidad de recoger una declaración oficial de síntesis del caso.

“Busco justicia y la libertad de moverme, así como reconocimiento. Quisiera que la Comisión apoyara la reparación en la forma de un documental, que ya se empezó a producir sobre mi historia y una declaración para mostrar este caso singular dentro de los miles de casos“, expone José, que recuperó la esperanza desde que pudo contactar al que fue erróneamente presentado como si fuera él, así como desde la elección de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia.

Recientemente, el nuevo presidente se enteró de la situación de José. “Se sorprendió que este caso aún no haya sido resuelto desde tanto tiempo. Dijo que apenas el fiscal general sea nombrado, pediría que la justicia lo resuelva. Gustavo Petro conoció de este caso desde cuando era congresista y frente al cual impulsó una serie de acciones ante diversas autoridades e instituciones estatales, sin éxito.

“Ahora estoy en el radar y creo que, en poco tiempo, quizás antes del fin del periodo de la Comisión de la paz (sic.), habrá un pronunciamiento en este tema”, opina José, deseando un encuentro con su “doble” para intentar aclarar este caso de una vez por todas.