Coronavirus, ¿la plata o la vida?

19 Marzo, 2020

Por MARÍA CAMILA CHALA MENA

 Sí, es una CUESTIÓN POLÍTICA. 

No es momento para ofenderse o criticar la escala de valores de otros porque claramente es inútil. Es momento para actuar unidos, cuidarnos nosotros mismos y a quienes nos rodean. Como un acto de supervivencia, donde la población se enfrenta a sus gobernantes resistiendo por la vida, que es quedarse en casa, cuidándose de sí antes que al capital ajeno. 

Para muchos esta medida es casi imposible porque sobreviven del trabajo diario. Sin embargo, en días donde se llama a la empatía es necesario tener claro que el gobierno ha superpuesto intereses particulares propios de su clase (y algunos extranjeros) sobre los de quienes habitamos el territorio; lo hizo en los años 50' con bombardeos, lo hizo en los 80' con las drogas, lo hizo al fumigar campesinos desde los 2000' y, al parecer, lo está haciendo en este mismo momento al dejar El Dorado en funcionamiento, ocultando las cifras reales de la pandemia y arriesgando la vida principalmente de los menos favorecidos de la escala social.

No es de extrañarse de las decisiones que toma un hombre al cual sus votantes acudieron con la esperanza de cuidar el patrimonio, aunque eso implicase el retorno de la guerra a muchos lugares donde el Estado brilla por su ausencia (o presencia paramilitar), tampoco es nuevo que dichas decisiones, profundamente egoístas, favorecen a una élite que hace negocio con las crisis y el cuerpo del otro, y a estas alturas ya no es un secreto que aquellos con más posibilidades de superar la pandemia son esos que cuentan con el sustento económico suficiente para resistir el tiempo que se necesite cuando el brote sobrepase la curva de la capacidad médica.

            Las decisiones tomadas hasta este momento responden a una lógica del mercado y no al interés común; pareciese casi profético ese “Yo no paro, yo produzco” como respuesta a proclamas como “Primero lo primero; salud y educación”. Si bien no es este el momento más propicio para polarizar, sí lo es para la reflexión de nuestros actos como seres políticos. El efecto de decisiones que aparentemente son insignificantes e individuales pero que acarrean consecuencias que ponen en riesgo la vida de una gran parte de la población. 

            Hoy la responsabilidad está en nuestras manos; el mundo nos indica reiteradamente que la salvación no vendrá de un tercero sino de nuestra propia conciencia, que la naturaleza salda facturas y que lo humano es tan frágil que cae víctima de su propio albedrío. 

Somos la generación que atraviesa la transición y el aprendizaje que obtengamos de esta situación determinará nuestra propia preservación. ¿Súper hombre? No Nietzsche, somos una simple irrisión que se comporta peor que un virus, destruyendo las formas de vida, propiciando su propia extinción.

¿La plata o la vida? Es la dicotomía que el COVID-19 develó. 

La solidaridad es esa ideal revolución.