Asilo en Alemania: cada vez más difícil para colombianos

09 Julio, 2020

Por DW

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A pesar del Acuerdo de Paz, persisten los conflictos armados en varias zonas de Colombia y muchos deciden partir para buscar refugio y protección en el extranjero. ¿Es posible el asilo en Alemania?

Elena (su nombre ha sido cambiado) tiene 47 años y ha pasado la mayor parte de su vida huyendo de la violencia. Durante el conflicto armado en Colombia vio cómo miembros de su familia eran asesinados y debió huir a un país centroamericano, que prefiere mantener en reserva.

Tras la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno y la guerrilla FARC-EP, en 2016, Elena tampoco pudo regresar a su patria. Bandas de delincuente, asociadas con disidentes de las FARC y grupos paramilitares, y narcotraficantes amenazaron a su familia y su nuevo hogar dejó de ser seguro. Cuando intentaron secuestrar a su hija, ésta partió a España y Elena, quien está reconocida en el Registro Único de Víctimas, se quedó con su nieto de tres años.

Al ver que el peligro era inminente, decidió encontrar un país seguro donde recomenzar su vida. Hace siete meses llegó a Alemania en busca de refugio. "Casi toda mi familia ha sido perseguida en Colombia. Me han asesinado a 19 familiares. A mí me han hecho tres atentados, me dieron machetazos, tiros, fui torturada y violada. Tengo cicatrices en mi cuerpo y mi alma”, relata Elena a DW desde un centro de acogida de refugiados cerca de Osnabrück, en Baja Sajonia.

Este es el estado federado asignado para ciudadanos del país sudamericano que solicitan asilo. Elena calcula que cuando ingresó en el lugar había unos 200 colombianos. Hoy quedan alrededor de 50. "No es fácil dejar su tierra, su familia, sus costumbres y llegar aquí a Alemania. El trato, la comida y el alojamiento son buenos, lo único es que a los colombianos nos niegan el refugio”, dice Elena. Su primera solicitud de asilo fue rechazada y ahora se prepara para acudir a una segunda instancia.

Colombianos: casi nulas posibilidades de asilo

Habitualmente, la estadía en un centro de acogida no es tan larga. Tras unos tres meses, los refugiados son distribuidos en viviendas sociales, mientras se tramita la petición de asilo. "Durante este período cuentan con una identificación, un permiso legal de residencia y derecho a prestaciones sociales y de salud, incluidos tratamientos médicos en caso necesario. La duración de la tramitación de la solicitud es variable y puede demorar varios meses”, indica a DW Jürgen Bast, profesor de la Universidad Justus Liebig, de Gießen, y experto en derecho de asilo.

Con la pandemia, el proceso se ha alargado. Elena tiene esperanza, pero sabe que las probabilidades de recibir asilo son pocas. Desde la firma del Acuerdo de Paz el número de peticiones aceptadas ha descendido drásticamente. Según cifras de la Oficina Federal de Migración y Refugiados de Alemania (BAMF), después de Venezuela, Colombia es el segundo país latinoamericano de origen en número de peticiones de asilo. En 2018 hubo 133 solicitudes en primera instancia y 117 en segunda instancia de ciudadanos de esa nacionalidad. Ninguna fue aceptada.

En 2019, en tanto, se presentaron 460 solicitudes (451 en primera instancia y nueve en segunda) y sólo en cuatro se aprobó algún tipo de acogida (derecho de asilo, reconocimiento como refugiado, protección subsidiaria y prohibición de deportación). Otras 235 fueron denegadas y las restantes quedaron para ser resueltas este año.

La situación en España, primer país de destino de colombianos en busca de refugio en Europa, es similar. Allí se observa además un drástico aumento de peticiones de asilo: de 656 en 2016 a más de 29.300 en 2019. Pero, de éstas últimas, sólo 48 fueron acogidas.

Alemania se rige por las leyes del sistema de asilo de la Unión Europea, explica Jürgen Bast. Existen dos posibilidades para ser reconocido como necesitado de protección: estar amenazado por la violencia de un conflicto armado en su país, en cuyo caso la posibilidad de asilo depende mucho de la intensidad de ese conflicto; y sufrir persecución en forma individual, por ejemplo, por razones de discriminación por su postura religiosa o política.

"En el caso de ciudadanos colombianos, la actual situación de paz disminuye las posibilidades de obtener asilo. La oficina donde se solicita refugio puede argumentar que la persona podría trasladarse internamente a otra zona de Colombia”, indica Bast. Al respecto, explica: "Cuando en una región se mantiene una situación de violencia armada, no significa automáticamente que la persona pueda encontrar asilo en Alemania o Europa, sino que se habla de una alternativa de desplazamiento interno y refugio en otra parte del país”.

Sin embargo, existe la posibilidad de asilo para un ciudadano colombiano "en caso de que, debido a su posición política o pertenencia a determinado grupo, sea perseguido individualmente o existan amenazas en contra suya. Esto debe ser revisado en cada caso para comprobar si existe esa persecución. La posibilidad de asilo depende fuertemente de la situación individual”, aclara el experto.

A pesar de la paz, en busca de refugio

A fines de 2010, Colombia era el primer país latinoamericano y sexto en el mundo con mayor número de personas desplazadas al extranjero (395.600), según un informe sobre personas desplazadas de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

Aunque esa cifra ha disminuido -en 2019 figuraba en el lugar 13 a nivel mundial, con 189.400 personas-, el Foro Internacional de Víctimas de Colombia observa una gran cantidad de población que abandona el país por la violencia del conflicto armado y prefiere sumarse a los migrantes o desconoce el marco jurídico de protección internacional que otorga el estatus de refugiado: "Es decir, siendo víctima, no sabe que se le puede reconocer como tal”.

"A veces no duermo pensando que me van a deportar. Tengo a mi nieto conmigo, yo no puedo regresar a Colombia. Están matando a líderes a diario, sigue habiendo muertes, desplazamientos, siguen reclutando menores y el gobierno colombiano no quiere implementar el Acuerdo de Paz”, dice Elena.

Según cifras del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ) de Colombia, entre enero de 2016 y febrero de 2020, 817 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos fueron asesinados en Colombia. Un informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) advierte que, en el primer trimestre del año, más de diez mil colombianos fueron desplazados por el conflicto armado y otros 7.300 están confinados por causa de la violencia en diferentes regiones del país.

Pressebilder Oxfam Intermón | Menschenrechts- und Umweltaktivistinnen in Kolumbien | Begleitschutz (Oxfam Intermón/Pablo Tosco)

Defensoras colombianas de los derechos humanos y del medio ambiente, con guardaespaldas.

El politólogo Stefan Peters, director del Instituto Colombo-Alemán para la Paz (CAPAZ), aclara que la situación actual en Colombia es muy diversa: "En Bogotá y muchos lugares del país hay paz, pero en zonas como la frontera con Venezuela, buena parte de la costa del Pacífico y ciertos lugares remotos es muy difícil hablar de paz, porque es una situación muy virulenta donde hay grupos armados”.

Además de la falta de acuerdo entre el gobierno y la guerrilla del ELN, "también hay otros grupos armados, generalmente neo-paramilitares, que siguen activos”, indica Peters. Si bien no era esperable que la paz llegara de un día a otro y es muy difícil alcanzar un cien por ciento de desmovilización, pues siempre hay disidentes. El proceso también se ha visto dificultado por el hecho de que "en zonas donde antes estaban las FARC se creó un vacío del poder y rápidamente entraron otros grupos armados y actores al margen de la ley”, observa el experto.

Combatir esta situación, dice Peters, "es uno de los grandes deberes en el proceso de paz. Si no se logra cambiar las estructuras sociales en zonas más pobres o rurales, si no hablamos de perspectivas para las personas, de desarrollo social y económico, de infraestructura social y presencia del Estado no solamente con militares, sino también con servicios como salud, va a ser muy difícil lograr esa paz que la gran mayoría quiere”.

Mientras, muchos siguen emigrando ya sea por miedo, inseguridad o motivos económicos, aunque, como para Elena, el futuro en el extranjero también sea incierto.