Antinatalismo, aborto y control social

22 Noviembre, 2021
  • “Lo mejor es no haber nacido, pero si has nacido, lo mejor es volver hacia el lugar de donde se ha venido”. Sófocles. Edipo en Colono.


Por EDUARDO MATYAS CAMARGO

Defensor de DD.HH.

 “Un fantasma recorre el mundo, el fantasma del feminismo”. La parodia de la primera oración del Manifiesto del Partido Comunista,  de la Liga de los Comunistas, escrito por K. Marx y F. Engels por encargo en 1847 de la Liga de los Justos, que entonces cambiaria de nombre, y que fue publicado por primera vez en 1848, sirve ahora de leitmotiv al movimiento feminista.

Sin duda los derechos de las mujeres ocupan desde  1907 una parte preponderante de la agenda de los movimientos progresistas,  desde  la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas cuando se reunió en Stuttgart, Alemania,   en la que se nombró a Clara Zetkin Secretaria Internacional de la Mujer, Organización No Gubernamental que hoy con el nombre de  Internacional Socialista de Mujeres, tiene estatuto consultivo en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.

Según los estatutos de la Internacional Socialista de Mujeres, entre los objetivos de ésta organización está el de  promover la igualdad de género y derechos políticos, combatir toda clase de discriminación y violencia para superar la odiosa discriminación contra las mujeres y niñas, empoderarlas en todos los campos  y  trabajar por el desarrollo, la paz y los derechos humanos en general.

Posteriormente se ha agregado la lucha por los derechos sexuales, de reproducción e interrupción del embarazo. La lucha por la opción de género y reproducción ha alcanzado los escenarios internacionales como las Naciones Unidas, y los problemas planteados son transversales  a los distintos modelos de sociedad y Estado, es decir, a las sociedades capitalistas, neoliberales,  socialistas, confesionales o  de bienestar, aunque se supone que en las sociedad con mayor justicia social e igualdad,  estos problemas se hallen aminorados o en vías de superación.

Los problemas que en este documento  se abordan se hallan entrelazados y hacen referencia al problema de la reproducción humana en nuestra sociedad, el aborto y el medio ambiente, ninguno de los cuales constituye un problema personal,   sino todo lo contrario,  de política pública. Son problemas con un  profundo impacto social,   direccionados por las políticas estatales, por lo que son hoy ampliamente debatidos tanto en la academia, las cortes,  los parlamento, las ONGs de derechos humanos,  los mass media, y en los foros de las Naciones Unidas y otros  órganos políticos, tanto internacionales como regionales.

EL ABORTO COMO PROBLEMA SOCIAL.

En nuestro  país hay un amplio  debate sobre la despenalización o no del aborto promovido por algunas organizaciones feministas,  diversas universidades, medios de comunicación y organizaciones políticas de izquierda,  con reacción adversa de otras organizaciones de la sociedad civil opositoras a la despenalización, principalmente las iglesias y partidos políticos afines  esta última. Hoy se halla pendiente en la corte constitucional resolver una demanda sobre la despenalización total del aborto, que ha suscitado profunda controversias y manifestaciones de activistas en favor y en contra de la despenalización.

Realmente el tema del aborto  es un problema que preocupa principalmente a la clase media,  en cuanto se considera  librepensadora.  En la clases populares, por la  religión, la cultura, por inercia de la vida que tiene necesidad de reproducirse, el aborto no ocupa un lugar  preponderante en las preocupaciones del día a día, pues siendo  este un estrato social donde se presenta en mayor grado el desempleo, la  violencia y la miseria como un fenómeno agobiante,  ocupan estos problemas  la mayor parte su preocupación y de supervivencia diaria.

Los sectores populares tienen los hijos, porque todos los seres vivos, por ley de la naturaleza, se reproducen,  porque acostumbrados a la incertidumbre propia de la pobreza están seguros que lograran, con la ayuda del “destino”, sacar adelante la cría,  es decir, que se limita a  que no muera, que para ellos resulta suficiente. Los problemas existenciales son agobiados por los problemas inmediatos del quehacer diario.   

Al Estado y las clases dominantes la reproducción de las clases populares le es funcional,  porque de ella provienen la mano de obra barata, abundante, para que les trabajen en el campo y las ciudades, en la industria y los servicios y,  también para la represión por la fuerza pública, e incluso hasta para los ejércitos privados del paramilitarismo; por el contario, las clases dominantes y propietarias de las grandes riquezas,   tienen  hijos porque los necesitan para que como clase e individuos continúen  con  el disfrute de sus empresas y el manejo del Estado, hijos que concurrirán a las más costosas universidades privadas del país, con postgrado en el extranjero, a sabiendas que al regreso  tendrán garantizado un alto cargo público, o en la empresa privada,  o en la política.  

La clase media pseudo intelectual "postmoderna”,  se cree el cuento de salvar el planeta no teniendo hijos, ya que ellos les entorpecerían realizar sus sueños,  argumentando además  la explosión demográfica, la destrucción del medio ambiente por la extracción de recursos naturales para mantener la superpoblación, y la inmoralidad del mundo para el cual no vale la pena traer hijos.  Paradójicamente adoptan perr-hijos y gat-hijos, en los que gastan sumas importantes de dinero en comidas procesadas,  veterinarios, salones de belleza y cuidanderos,  más que los pobres en sus hijos, y en hacer o soñar con viajes, un carro y un apartamento, y salir todos los viernes de diversión.

Las mascotas les son funcionales, pues a ellas las mantienen con un mínimo esfuerzo físico, las pueden dejar solas,  o en hogar sustituto o negocio de cuidar animales, mientras  se divierten, viajan o practican el sexo libre sin compromisos sentimentales o de familia, y los acompañan en momentos de soledad y estrés sirviéndoles de compañía. Se ha abandonado el ideal de familia por considerarla parte de la cultura patriarcal, o porque constituye una rémora para el cumplimiento de sus ideales individualistas. Lo ideal para muchos, es vivir solos.     

Las feministas más radicales argumentan el derecho que tienen a abortar sin restricción alguna y por cuenta de la salubridad pública. Desarrollan una campaña abortista sin plantear el tema del tiempo de gestación del no naturo, al margen que a partir de determinado tiempo de crecimiento del embrión podría plantearse la existencia de un  nuevo ser humano vivo, sintiente, aunque dependiente para su existencia y crecimiento del alimento que le suministra la madre gestante, y totalmente indefenso. La discusión bajo estas realidades objetivas, fisiológicas sobrepasan el problema del derecho que tienen las mujeres de disponer de su cuerpo, pues alrededor  de la semana 14, los científicos plantean la existencia de un tercer ser vivo por su condición de haber adquirido tal desarrollo neuro-cerebral,  que son capaces ya de sentir, considerándose  a partir de entonces la presencia de un nuevo ser humano vivo, sobre el cual no tendría derecho la mujer gestante a suprimir su vida.

También traen a colación un argumento sofístico del derecho civil de que el nonato no tiene derechos y,  de que se es persona a partir del nacimiento o parto,  argumento puramente legal sin ningún sustento fisiológico o moral. Es como decir, que el nacido, mientras no haya sido registrado no existe como persona y no tiene tienen derecho, por lo que entonces aún nacido, mientras no se haya registrado ante el Estado carecería  de cualquier derecho, entre ellos el fundamental de su propia existencia y ser independiente. Argumentos realmente contrarios la vida y al humanismo.

Sería inobjetable moralmente que los partidarios del aborto y del control natal centraran sus campañas y exigencias al Estado de que suministre en forma gratuita y universal todos los  métodos anticonceptivos, y que el aborto fuera el último recurso al cual pudiera acceder la mujer gestante para evitar daños a la madre, ponderando posibles derechos del no nacido.

Una Ideología sin Futuro

La postura de la clase media o pequeño burguesa de plantear a los problemas existenciales y sociales la no reproducción, es una posición autodestructiva como sector de clase, que abandona la función social de competir por su nivel de educación y cultura con la clase dominante, ya que esta sector de clase podría llevar a sus hijos a las universidades y capacitarlos y competir con los hijos de la clase  burguesa en dirigir el Estado y lograr las transformaciones que lleven a la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.

Los movimientos alternativos progresistas y de izquierda están conformados en su mayoría por elementos provenientes de la clase media, y su ideología y sus programas son producto de análisis científicos y académicos de la sociedad, en su mayoría producidos por la clase media universitaria. Por el contrario, las propuestas  de la burguesía es la continuidad del statu quo,  de la construcción de una sociedad capitalista neoliberal, por lo que de allí no van a provenir las propuestas de transformación social, como tampoco van a construir una sociedad capitalista desarrollada, pues su proyecto, el de la burguesía nacional, coincide con el del capitalismo mundial de hacer de los países del Tercer Mundo un enclave de explotación económica y extractivismo, llevándose la plusvalía hacia las metrópolis, por lo que no hay acumulación originaria de capital que permita reinvertir en el desarrollo industrial nacional.

La ideología antinatalista que emergió con fuerza a partir de los años 60 del siglo XX, en buena parte a partir de las publicaciones de SIMONE DE BEAUVOIR, y su ejemplo (no tuvieron hijos) de una relación libre o abierta con su compañero de vida JEAN PAUL SARTRE,  y la invención de la pastilla anticonceptiva que trajo la “revolución sexual”, pues con su consumo por las parejas se lograba la prevención del embarazo.

Fue un movimiento nacido en Europa en un determinado momento histórico de la posguerra mundial,[1] en que  pese a las pérdidas humanas en el conflicto bélico construían una sociedad con cierto bienestar económico y social en desarrollo,  garantizado con las  riquezas  y la mano de obra provenientes de la explotación económica de enclave de sus colonias en África y Asia.   Distinta es hoy la situación en esos países, donde por el nivel bajo de nacimientos la población se ha envejecido, llegando a haber escases de mano de obra y población trabajadora para las industrias y la economía de servicio y,  contribuyan de paso a la seguridad social en forma suficiente para hacer sostenible al mantenimiento de las pensiones de los más viejos, por lo que estos países han pasado a estimular los nacimientos en sus nacionales, y permitir el ingreso de un cierto número de inmigrantes provenientes de África, América Latina y Europa Oriental, limitando esta inmigración para que no desborde las oferte laborales y los problemas adicionales de una población sin formación profesional y técnica.

En nuestro país de las altas tasas de crecimiento poblacional que se registraban hasta  principios del período de 1950,  (la fecundidad de las mujeres se situaba por encima de 6.76 hijos en promedio por mujer al final de su período reproductivo) se pasó a una tasa negativa para el crecimiento poblacional. Este parámetro se asociaba con el esquema de vida en un país en donde un poco más del 70% de la población residía en las áreas rurales. Para entonces, luego del triunfo de la Revolución Cubana emergió en América Latina el fantasma del comunismo y el auge de las guerrillas rurales, que hallaban en el alto número de campesinos pobres la posibilidad de crecer poniendo el peligro los regímenes oligárquicos del continente y las inversiones económicas del imperialismo norteamericano en petróleo y grandes plantaciones de banano.

Se promovió entonces a través de la “Alianza para el Progreso”,  un programa de ayuda económica, política y social para América Latina, implementado entre 1961 y 1970 por el presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy,  como medida preventiva de las insurrecciones armadas, con el control natal, bajo la consigna que “era más barato prevenir un embarazo que combatir un guerrillero”.

A mediados de los años 60,  el doctor Fernando Tamayo Ogliastri, Ginecólogo, decidió dedicarse a impulsar la planificación familiar en el país. En ese momento Colombia tenía una altísima tasa de fecundidad, ya que  en promedio cada mujer tenía 7 hijos, cifra que ha disminuido consistentemente a partir de entonces llegando a 3 hijos por cada mujer en 1990,  y ya para el 2001 el DANE estimó 2,4 hijos por cada mujer. Actualmente Profamilia es la institución encargada del cubrimiento de la cuarta parte de los servicios de planificación familiar en Colombia.

Desde 1960 en Colombia la tasa de fecundidad ha bajado sostenidamente, habiendo descendido de 6.74 en 1960 a 1.79 en 2019, siendo necesaria una tasa de fecundidad de 2.1 para que exista una tasa de “fecundidad de reemplazo”,[2]  es decir, una pirámide de población estable y un “bono poblacional” que constituye una ventaja comparativa para el desarrollo económico, que hoy se halla en franco deterioro. A la sombra del conflicto armado se despojó  8 millones de hectáreas a los campesinos y  la población rural descendió a un 20% y la población total.

El Ejemplar Fracaso de la Política Antinatalista de China.

Un ejemplo de control de población ya superado, es el de China, donde ha habido en los últimos 50 años una drástica intervención del Estado.

En 1970  los dirigentes chinos descubrieron con preocupación que la población del país se acercaba a  los 1,000 millones de habitantes, casi el doble que en 1949, cuando el Partico Comunista llegó al poder luego de la sangrienta guerra contra los invasores japoneses,  seguida a partir  de 1945 contra el Kuomintang  (969 millones en 1979 frente a 540 millones treinta años atras).

Ante el temor de una explosión demográfica y como estrategia de superar el desempleo y la pobreza, China bajo el liderazgo de Deng Xiaoping,  impuso en 1979 una política de hijo único, que frenó el crecimiento de la población, pero también dio lugar a esterilizaciones forzadas y a abortos selectivos por razón de sexo que agravaron el desequilibrio de género, ya que muchos preferían hijos varones.[3]

Luego de observar los perjuicios para el desarrollo económico que había producido la política del hijo único, desde 2016 Beijing permitió a los ciudadanos chinos tener hasta dos hijos para evitar los riesgos económicos que una población longeva suele traer. Pero debido al retraso de revocar la política del hijo único, y ante el envejecimiento de población que no le permite contar con la mano de obra suficiente para el rápido desarrollo económico que ha convertido a China en la principal potencia económica del mundo  por el tamaño  PIB[4],  Beijing  se vio obligado a permitir y desear que las parejas Chinas tengan ya no uno o dos hijos, sino tres.  El 31 de mayo de 2021 el Politburó del Partido Comunista de China aprobó que las parejas casadas puedan tener hasta tres hijos, para garantizar el desarrollo económico y la seguridad nacional en riesgo por el envejecimiento de la población, ya que el nivel de nacimientos ha bajado en forma consecutiva en los últimos tres años. Desde 2017, cada año han venido menos bebés chinos al mundo: 14 millones en 2019, 12 millones en 2020. El índice de fertilidad, el número de hijos por mujer en edad fértil, se redujo a 1,3 por mujer. Una cifra similar a la de otros países industrializados, pero por debajo de los 2,1 necesarios para garantizar el relevo generacional.

Los científicos sociales chinos, como el  profesor Lu Yilong de la Escuela de Sociología y Demografía de la Universidad Renmin,  en Beijing, se muestran escépticos sobre el impacto que la nueva relajación de las leyes pueda tener en la natalidad. “A corto plazo es posible que el tercer hijo pueda acarrear un aumento de los nacimientos, pero el efecto acabará decayendo”, explicó. Como recuerda Lu, en los países desarrollados se han implantado medidas de estímulo a la natalidad, estableciendo que la educación y la salud  sean gratuitas, dando incentivos económicos por los nacimientos, pero los índices de natalidad siguen siendo muy bajos. “Cuanto mayor es el nivel educativo en una sociedad, menos gente quiere tener muchos hijos[5]

No solo los países de Europa enfrentan el problema del envejecimiento de la población, con riesgo para la estabilidad y el desarrollo económico de sus sociedades, sino otras países desarrollados como Japón (1.36 h/m)  y la república de Corea (0.92 h/m)  donde la amplia clase media prefieren la estabilidad económica que le permite gozar de las comodidades económicas y tecnológicas al no tener gastos en crianza de hijos, como viajar, tener apartamento y otras  comodidades que verían restringidas en mantenimiento y educación de sus  descendientes.

La campaña antinaltal.

En América Latina se ha posesionado fuertemente una campaña contra la natalidad y en favor del aborto, basadas en las añejas consignas de SIMONE DE BEAUVOIR de que la mujer es “dueña de su cuerpo”  y por ello tiene derecho a decidir todo lo que suceda respecto a él. A ese sugestivo argumento, se le ha agregado nuevos argumentos contrarios a la reproducción humana bajo el slogan de la preservación del medio ambiente ante su eventual destrucción por la demanda de recursos naturales por una creciente población mundial.

Este último argumento no tiene en cuenta la desigualdad de las tasas de reproducción en el mundo, donde los países desarrollados de Europa, Canadá, Japón, Corea[6], y de desarrollo medio de América Latina están muy por debajo de la tasa de reemplazo poblacional necesarias para la estabilidad y el desarrollo económico. En la Unión Europea el año 2019 la tasa de fertilidad en se situó en torno a los 1,53 hijos nacidos por mujer, y en Estados Unidos en 1.71.  

El crecimiento poblacional en el mundo se mantiene hoy  debido a las altas tasas de natalidad de algunos países musulmanes de Asia y África,  como Afganistán (4.32 por mujer) y Pakistán (4 por mujer), Egipto (3.28), Argelia (2.99),  y especialmente por la naciones del  África, donde las mujeres tienen actualmente alrededor de 4,7 hijos de media. Esto varía significativamente desde 2,5 en la parte meridional,  a entre 5,5 y 5,8 en la zona central y occidental. El promedio en otras partes del mundo es de 2,2 o incluso menos, y el promedio mundial es de 2,5 hijos por mujer.[7]

De lo anterior se concluye que no es controlando la población en América Latina, en los países desarrollados del primer mundo, o en Colombia como se mantiene el equilibrio poblacional, sino disminuyendo la tasa de natalidad en los países del África, principalmente, y en algunos países del Asia, como Afganistán y Pakistán.

Por otra parte, la sugestiva consigna beauvoiriana del control exclusivo del cuerpo de la mujer por sí mismas,  pretende desconocer que todo lo relacionado con la reproducción humana en todas partes del mundo ha sido  siempre parte de la política pública, y por ende también autoritaria,  y que el control natal se impuso en nuestro país en una alianza contrarevolucionaria de la clase dominante colombiana de burgueses y terratenientes, y la política imperialista de los Estados Unidos de prevenir la revolución.

Además se adelanta la campaña pro abortista sin diferenciar el desarrollo del embrión humano en la matriz de la mujer gestante, al margen que para los biólogos existe un ser sintiente a partir de alrededor de las 14 semanas, por lo que interrumpir el embarazo a partir de dicho tiempo de gestación es interrumpir una nueva vida que ha prosperado en el vientre de la mujer, por lo que suceda con su cuerpo, y específicamente con el embrión, ya no es exclusivamente competencia de su dominio, es decir, no afecta exclusivamente a su cuerpo sino la vida de un tercer ser producto de la fecundación hombre-mujer. 

Esa campaña pro abortista pareciera contener una connotación antinatal más allá del planteamiento individual de la madre gestante vista individualmente y por decisión motivada propia, sino ser por el contrario parece ser una campaña  promovida por los movimientos antinatalistas per se, asociados al propósito de llegar a un mínimo de población humana y  la preservación del medio ambiente  en favor de las otras especies vivas, con influencia de movimientos e ideas propias o cercanas al budismo y a corrientes filosóficas pesimistas, postmodernas o religiosas.

Dos corrientes budistas, las marcionistas y los encratitas, predican que el mundo visible es una creación maligna, o que para denominar la muerte las personas deben desistir de la procreación. Los maniqueos y los cátaros, ya dentro de las herejías cristianas, predicaban que la procreación condena el alma al aprisionamiento en la materia mala, promovida por Satanás. El pesimismo filosófico  argumentaba que no es moralmente viable traer hijos a sufran en esta vida, cuando ni siquiera se les ha preguntado si querían vivir, que se opone al imperativo kantiano, de que, un hombre nunca debe ser usado como un medio para un fin, así se para asegurar su descendencia  o la humanidad. El utilitarismo negativista parte de que no existe ninguna obligación moral de tener hijos, y dado que no se les puede garantizar la felicidad, es mejor no tenerlos.  Corrientes neomaltusianistas predicaron la huelga de vientres como medida para detener el presunto crecimiento geométrico de la población que multiplicaría la miseria. También sostuvieron el antinatalismo filósofos como Arthur Schopenhauer, que consideraba que la vida es una carga que no le debemos dejar a la siguiente generación;   y el ensayista rumano Emil M. Ciorán, quien se declaró enemigo de dios, del hombre y de la vida. Su nihilismo no tenía límites, salvo el que le fije la muerte,  ya que consideraba que vivir es una maldición.

Desde la década de los  '60 del siglo pasado,  el Banco Mundial, la ONU, y fundaciones “filantrópicas” estadounidenses, como la Ford o la Rockefeller, se empezaron a preocupar por lo que consideraban un grave problema,   el crecimiento permanente de la  población  del Tercer Mundo, llegando a la conclusión que la sobrepoblación era la principal causa de degradación ambiental, el bajo desarrollo económico y la inestabilidad política. Hoy se ha identificado como una causa importante del deterioro ambiental, el uso de combustibles fósiles, pero una mayor población tiene un mayor consumo.

Posteriormente en esta misma lógica, el 5 de mayo de 2009 un grupo de multimillonarios se congregó en la ciudad de Nueva York para estudiar, decidir y coordinar actividades para salvar al mundo,  de lo que consideraban una gran tragedia que podría poner en peligro también sus riquezas. El periódico The Guardian revelo que en esa reunión ultra secreta se reunieron Bill Gates, Opra Winfrey, George Soros, Barren Buffet, David Rockefeller y Ted Turner, quienes entre todos poseían una riqueza de 125.000 millones de dólares. Uno de los temas centrales de la reunión fue el de la superpoblación y sus consecuencias para el orden mundial.

Según el analista internacional DANIEL IGLESIAS GREZES,[8] el problema de la superpoblación es un mito de la pseudociencia neomaltusiana, ya que la población mundial en algún momento después de 2050 dejará de crecer,  se estabilizará, o podría ocurrir que entre en un temible descenso poblacional que ponga en peligro la estabilidad económica y social multiplicando la pobreza y los conflictos sociales.

 Conclusión

El control natal como política de Estado para reducir la pobreza puede ser funcional en un país donde sus clases dirigentes no tienen proyecto de desarrollo económico-industrial,  donde predomina el extractivismo y el rentismo como modelo, como sucede actualmente en Colombia, donde el capital extranjero y el nacional se llevan las ganancias a sus casas matrices y a paraísos fiscales, como se ha detectado recientemente a través de los papeles de Panamá y los Pandora Papers.

La clase media colombiana, cuyo ingresos económicos no son especialmente altos para lograr sufragar los costos de mantener una vida holgada  con ciertos lujos y comodidades, se inclinan por no tener hijos priorizando su vida muelle que significa el triunfo total del individualismo pequeño burgués, donde el ideal es tener un aparta estudio con Internet y cable de televisión,  un vehículo o dinero para gastar en bares, restaurantes y realizar viajes dentro y fuera del país, aunque presenten su ideales y la decisión de no procrear como su “aporte a la conservación del planeta”, y al autonomismo personal.

El no tener hijos les facilita satisfacer su  ideal de  clase media pseudo intelectual e individualista... aunque al  igual contaminan el planeta,  ayudan a la destrucción del  medio ambiente y al mantenimiento del  orden social injusto.  Pero se creen el cuento...


[1] El Segundo Sexo fue publicado originalmente en 1949.

[2] EXPANSION. Datos.com. Consultada el 21 de noviembre de 2021 en: https://datosmacro.expansion.com/demografia/natalidad/colombia

[3] La política de hijo único hizo de China un país envejecido. Consultado en: https://expansion.mx/mundo/2021/06/01/la-politica-de-hijo-unico-hizo-de-china-un-pais-envejecido

[4] China supera a EE.UU. como el país más rico del mundo, mientras que la riqueza mundial aumenta inequitativamente. Consultado el 21 de noviembre de 2021 en: https://actualidad.rt.com/actualidad/410803-china-eeuu-pais-mas-rico-mundo

[5] VIDAL LIY, Macarena. China permitirá tener tres hijos a todas las parejas casadas para paliar el envejecimiento de la población. Consultado el 20 de noviembre de 2020 en:

https://elpais.com/sociedad/2021-05-31/china-permitira-tener-tres-hijos-a-todas-las-parejas-casadas.html

[6] Japón con 1.36 y la república de Corea 0.92 tienen una tasa fecundidad lejos de la necesaria para un reemplazo de la población.

[7] https://www.indexmundi.com/map/?v=31&r=as&l=es

[8] IGLESIAS GREZES, Daniel. Control demográfico. Consultado el 21 de noviembre de 2021, en: https://www.elobservador.com.uy/nota/l-control-demografico-201942984821