Alcaldesa de brocha gorda

03 Noviembre, 2020

Por GERMÁN NAVAS TALERO Y PABLO CEBALLOS NAVAS

Si logras que otro sueñe con mentiras,

eres un político.

-Nosotros.

Hay especímenes humanos que nacieron para ser embaucados, y eso es aplicable a los colombianos. Los muiscas miraban al suelo para no enfrentar la realidad. Difícil es que el indígena te mire a los ojos, y por ello fueron fáciles víctimas del español, que les cambió su oro por espejitos y chaquiras. Aquí no opera la tal malicia indígena, porque esa malicia es la combinación de mala fe y picardía que lleva por dentro nuestro antepasado, y que fue superada por la viveza y la trampa del español. Mientras que en México para apoderarse del oro tuvieron que luchar contra los indígenas, aquí, con cualquier triquiñuela, el europeo obtuvo todo lo que codiciaba. Y mientras que los incas luchaban y se hacían matar para no entregar fácilmente sus riquezas, nuestros paisanos de aquella época se dejaban embaucar por el ávido español.

En la época moderna pasa exactamente lo mismo. A los bogotanos les cambian un metro subterráneo por dos buses pegados; y para contentillo, les hacen un Transmilenio elevado encima de un Transmilenio de superficie.

El único hidalgo ingenioso del que se tenga idea es Don Quijote de la Mancha, que fue concebido por Miguel de Cervantes Saavedra, antes de que alguno de nuestros ilustres plagiarios se lo atribuya a sí mismo –recuerden ustedes a Fernández de Avellaneda–. ¿Por qué nos acordamos ahora del ingenio? Pues porque nuestro país es uno de mentirosos ingeniosos. Aquí cualquiera se inventa lo que ya está inventado y dice que hizo lo que no se debía hacer. Esto no es un trabalenguas. Es la realidad. O si no, qué piensan ustedes de aquel que convenció a muchos de que Bogotá era la ‘Atenas’ suramericana; o que los seres más inteligentes del planeta son los colombianos, así las pruebas digan lo contrario.

En estos días se viene diciendo que nuestra alcaldesa ha construido no sabemos cuántos kilómetros de ciclo-rutas. ¡Mentiras! No ha construido ni un metro (unidad lineal); simplemente contrató a unos pintores de brocha gorda para que desde un camioncito vayan pintando rayitas en las calles, mientras que en otros lugares van ‘sembrando’ unos simpáticos taches amarillos, posiblemente para no quedarle mal a la fábrica con la cual Bocarejo hizo el negocito.

Una ciclo-ruta es una infraestructura bien hecha en los países donde las hacen y no donde las pintan o donde las improvisan con bocarejos tachesitos, y que tienen como finalidad proteger uno de los actores viales más frágiles y estimular el uso de la bicicleta a través de carriles segregados. En Bogotá, con los nuevos bici-carriles, no aspiran a crear una infraestructura consolidada alrededor de la bicicleta, sino que parecería ser que desde la Alcaldía se busca crear una pugna entre la ciudadanía que se moviliza en bicicleta y quienes utilizan otros medios de transporte, cuando todos tenemos derechos sobre la movilidad. Para la muestra un botón: cuando un ciudadano cuestionó el bici-carril de la carrera Séptima, en Twitter las críticas a su opinión eran del talante de: “bájese del carro”, “perezoso”, “a ver si adelgaza”, y un largo –y grosero– etcétera, etcétera, etcétera.

Olvidan los mandamases que, tanto los dueños del Renolito 4 como los del carro elegante, también pagan impuestos (de rodamiento, de la gasolina, etc.), y que sería conveniente que les dejarán -aunque sea- un carrilito para ellos. Puede que a los últimos alcaldes no les gusten los autos, pero las personas con problemas físicos sí los necesitan.

Más recientemente, los residentes de los municipios al occidente de Bogotá se llevaron una sorpresa cuando en el curso del fin de semana apareció un bici-carril en la calle 13, “obra” que en ningún momento fue consultada a quienes por allí habitan, y quienes deben movilizarse por dicha vía a diario, por sus trabajos en Bogotá. El bici-carril se dibujó sobre uno de los carriles de la calzada oriente-occidente, empleando en algunos tramos los curiosos bocarejos plásticos, con lo cual el tamaño de la vía se redujo en un 33%. La situación es bien interesante: es cierto que hay muchos que se desplazan por este corredor vial en bicicleta, como también es cierto que por esta vía entra a la ciudad gran parte de la carga, y que por las características de los municipios al occidente del río Bogotá, muchas personas deben estar desplazándose constantemente a la capital. Sumado a esto, hay que recordar que en la calle 13 no hay un servicio de transporte público consolidado, la calzada se encuentra en un estado lamentable y no hay andenes. Este último punto llama nuestra atención debido a que a cada lado de la vía hay un espacio considerable de reserva, que lleva años abandonado y que actualmente se utiliza como parqueadero. ¿Por qué no hicieron el bici-carril ahí? ¿Y por qué no aprovechaban la ocasión y construían andenes? Nos atrevemos a responder: porque a la Alcaldía no le importan los ciclistas, solo las apariencias. Tan es así que la semana pasada en el periódico inglés The Guardian se publicó una nota titulada ‘Cycling capital of death’: Bogotá bikers battle violence on city’s streets (‘Capital de la muerte en bicicleta’: los ciclistas de Bogotá luchan contra la violencia en las calles de la ciudad), en la cual un biciusuario comentaba que la ciudad era la ‘capital de la muerte en bicicleta”, haciendo clara alusión a la auto-impuesta clasificación que la Alcaldía hizo hace unos meses de la “capital mundial de la bici”. ¿Saben cuál fue la respuesta del Distrito? Pues el señor Hugo Acero, secretario de Seguridad, dijo que le parecía injusta tal consideración. Qué vergüenza, no solo porque el señor Acero está cuestionando una publicación de prestigio mundial, sino porque las mismas cifras de la Secretaría le dan la razón al ciudadano: entre enero y septiembre de este año se han denunciado 7.993 hurtos de bicicletas, 35% más que en el mismo periodo del año inmediatamente anterior. Parece que lo injusto con nosotros, señor Secretario, es su pésima gestión. Nos da la impresión que sus argumentos no están hechos de ‘acero’ sino de una mezcla de alambre espagueti.

Esta última imposición se suma a la del metro elevado y el “corredor verde” de la carrera Séptima, proyectos que, en un acto de irresponsabilidad, fueron aprobados en el Concejo de Bogotá sin tener ni un solo estudio. Dos billones de pesos por un render. ¿Esta era la alcaldesa anti-corrupción? Estamos convencidos de que estas situaciones solo pueden ocurrir en nuestro país, un país de mentirosos en el poder, ingeniosos para engañar, para timar y para maltratar, que cuentan con la fortuna de una ciudadanía en su mayoría desinteresada.

No hay que olvidar que esta ciudad fue usurpada -o “fundada”- por un tinterillo: Jiménez de Quesada. Depredador y asesino. Su negocio era achicar los resguardos de los indígenas para obligarlos a que trabajaran para él. Ahora, el negocio de Peñalosa y sus sucesores, está en achicar las vías, para que por ellas no puedan transitar sino sus Transmilenios.

Otra prueba de nuestro ingenio fue que mandamos de embajador a los Estados Unidos a un individuo que no fue capaz de hacer buena política en este país, y sí terminó haciéndosela a los republicanos en Miami, olvidando que su posición es la de representar los intereses de la nación.

Allá anda en convites, planeando estrategias con el partido Republicano, dedicado a hacerle campaña al xenófobo Trump, porque godo busca godo. Con Pachito Santos hemos alcanzado un nuevo nivel de ridículo: las misiones diplomáticas en Washington observan con extrañeza cómo un señor así es embajador en uno de los países más importantes del mundo. Algunos comentan que cuando le preguntaron a la canciller sobre lo que estaba haciendo el embajador, su respuesta fue que ignoraba lo que ese señor hacía. Pero en Miami sí saben qué tinglado está moviendo, qué cuerdas está tocando y qué gatitos está escondiendo. ¿Cómo quedará Pachito si gana Joe Biden y los demócratas se vuelven mayoría en ambas cámaras, como se pronostica?

Y cambiando de tema, como dicen las damas cuando el marido lleva dos horas hablando de fútbol…

Ahí sigue Holmes Trujillo, en el Ministerio de Defensa, a pesar de un atentado contra un Senador de la República, otro contra una líder indígena y el asesinato de Juana Perea –quien con valentía se opuso al puerto de Tribugá y organizó a las comunidades de Nuquí en defensa de la vida y de la naturaleza–, los tres hechos ocurridos el mismo día. Con Juana ya son 247 líderes sociales asesinados en lo que va del año. Solo hay una palabra para expresar lo que sentimos: VERGÜENZA.

Y vergüenza es lo que debe sentir el ministro Holmes Trujillo; y el Congreso mismo, que no fue capaz de sacar adelante su moción de censura. Estos personajes le fallaron a Juana, a sus amigos, a sus familiares y a todos los colombianos que nos resistimos a aceptar que esta existencia, marcada por la violencia, la injusticia y la desigualdad, sea la única posible.

Aquí seguiremos diciendo ¡renuncie Holmes!

Este es un país que definitivamente cultiva, alimenta, elige y sostiene ineptos en la nómina oficial. O si no, miren para la Casa de Nari.